Aquellos tiempos de los niños vendedores de periódicos
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Hacia los años sesenta del pasado siglo se impuso este empleo «típicamente infantil» con una edad media de 11 añosSecciones
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la foto que me hizo recordar que… ·
Hacia los años sesenta del pasado siglo se impuso este empleo «típicamente infantil» con una edad media de 11 añosDependiendo de la edad de los lectores y lectoras este artículo, recordarán a los niños vendedores de periódicos por las calles de diferentes zonas de España, o de Santander, o en cambio, les sonarán más de ver su figura icónica en películas de época o ... imágenes de ciudades hacia los años sesenta del pasado siglo. Fue un fenómeno que se extendió por las principales capitales de todo el mundo.
El trabajo también era desempeñado por adultos, pero los niños eran una gran mayoría, quizás fomentado por pertenecer a la clase baja y, el poco dinero que ganaban, convirtió a este sector en un empleo «típicamente infantil» con una edad media entre los 11 años.
Dependiendo de la comunidad y la zona, los repartidores provenían de los barrios cercanos a la rotativa del periódico, barrios obreros o niños pobres que se buscaban la vida.
Los beneficios se empleaban para comprar lo esencial y, sobre todo, para seguir adquiriendo los ejemplares que debían vender. Estamos hablando de una época donde la prensa directamente vendía los ejemplares a los repartidos. Los niños compraban la cantidad que creían vender y se lanzaban a las calles, voceando la cabecera del periódico o las últimas noticias para atraer la atención de los lectores.
Si esos periódicos no se vendían, eran pérdidas para los repartidores. Un agravio mayor cuando la cabecera por la abundante información lanzaba varias ediciones, hablamos de un momento, para los más jóvenes, donde no existía Facebook, ni Instagram, ni ninguna red social... La mayor red social que existía se llamaba «teletipos» .
La información procedía de la TV, la radio y la prensa. Los corresponsales de zona surtían de informaciones; noticias, sucesos, cultura, críticas, entrevistas, etcétera, a las redacciones y todo lo que era importante iba a rotativa de ahí, que muchos periódicos tuvieran dos tiradas: la principal por la mañana y la de la noche.
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Es algo que en nuestros tiempos suena raro, ¿verdad? Nos hemos acostumbrado al saber que pasa en cada segundo. Si surge una catástrofe en la otra parte del mundo, en apenas 7 minutos después del suceso tienes la foto o el vídeo en tu teléfono, en la web o en las propias redes sociales del periódico.
Gracias a los avances, el desarrollo industrial y social, el trabajo infantil fue desapareciendo, eliminando consigo el icónico repartidor de periódicos. Con los años, esta figura desapareció y surgieron los quioscos, puntos de venta repartidos por las calles, donde podías comprar desde la prensa del día a revistas especializadas, un trabajo no por ello menos duro, donde las horas se pasan lentas en el ir y venir del tránsito local.
Quizás va siendo hora de parar y comprar prensa, no sólo por el simple hecho de adquirir información veraz y contrastada, sino porque con ese gesto, permitiremos que ese negocio, el del quiosquero o 'diariero', como les llaman en países como Argentina, se mantenga, al igual que la gran cadena de puestos de trabajo en la prensa local. Es el momento de darle la vuelta a la Historia, y ser nosotros los «niños que vocean» o recomiendan el comprar la prensa.
Puedes seguir más historias y anécdotas en mi Instagram personal (@jvr.granda) y profesional (@alteregoediciones).
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