¿Quién fue 'el cagueta' en la historia de Santander?
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
En el pasado se bautizó así al profesional que corría delante del tren o tranvía con banderín y cornetín en manoSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
En el pasado se bautizó así al profesional que corría delante del tren o tranvía con banderín y cornetín en manoDestaca en la historia de los tranvías o trenes urbanos de Santander, desplazados primero por animales de tiro y después por máquinas, un curioso personaje al que el pueblo llamó 'el cagueta'. ¿Qué labor realizaba? ¿Por qué se le adjudicó tal mote? Su ... trabajo se centraba en correr por la ciudad delante de la máquina, banderín y cornetín en mano, para avisar a paseantes y carreteros del ingenio mecánico que se acercaba.
Lo de 'el cagueta' surgió porque parecía hacerlo… ante el temor de ser atropellado. Es decir, como un 'miedica', 'cagao' o 'cagueta'. Y con 'cagueta' se quedó aquel heroico profesional, ya que para procurarse los garbanzos laboraba del mismo modo en una jornada tropical que en otra polar. Con sol o lluvia.
Esta singular especialidad la propició el hecho de que en 1881 el consistorio municipal planteó una orden que prohibía utilizar el ruidoso silbato de las locomotoras de vapor que realizaban el trayecto centro-El Sardinero. Se consideraba incompatible con la tranquilidad de los caballos, las mulas, los burros, etc., que tiraban de los carros por las adoquinadas arterias locales. Les alteraba, provocando un obvio peligro. Tal normativa obligó a crear la figura de un currante encargado de advertir al personal. Y eso que la velocidad a la que podía discurrir por el casco urbano un convoy no podía superar los veinte kilómetros por hora…
Uno de los 'caguetas' que alcanzó mayor popularidad fue el del Tren de Pombo. O sea, el francés Pablo Lefebre. Según informara El Diario Montañés en enero de 1920, por diez reales al día se metía entre pecho y espalda un montón de kilómetros. En ocasiones, hasta doscientos. Queda claro, en consecuencia, que para dedicarse a lo que se dedicaba el señor Lefebre (empleo extinguido al entrar en acción el tranvía de electricidad) había que estar en plena forma. No podía emularle cualquiera, no.
Resultan inolvidables 'el cagueta' y los trenes/tranvías del Santander que fue: el de Pombo, el de Gandarillas, etc. Cada 'cagueta' constituyó sinónimo de humilde trabajador encargado de velar sin despistes por la integridad física de los transeúntes. En homenaje al colectivo bien podría instalarse, como en el caso de más oficios olvidados, un detalle público. Las nuevas generaciones conocerían así lo que el tiempo se llevó tras haber formado parte de las calles por las que caminan mirando sus móviles.
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