Carta desde el corazón a todos los padres de Cantabria

A ti, que me abrazas tan fuerte para no soltarme y que, aunque no siempre estés presente, nunca abandonas mis pensamientos.

A ti, que te emocionaste al saber que estaba en camino y, aunque no pudiste sentirme dentro, me sentiste desde fuera. Que me sujetaste al nacer y me diste tu corazón para siempre.

A ti, que entendiste y cuidaste a mamá cuando las inseguridades y los miedos afloraron en ella, pero que con humor los borraste para que fueran meras anécdotas.

A ti, que supiste cuál era tu lugar desde el principio y, sin un libro de instrucciones, me diste prioridad desde ese inicio.

A ti, que sufres más por mí que por ti, que sientes mi dolor y mis alegrías... Que mi felicidad es parte de la tuya y que te esfuerzas en que así sea día a día.

A los nuevos padres, cargados de miedo, y a los padres de hijos de nuevas parejas.

A los que después de un duro día de trabajo aún les quedan ganas de jugar y a los que no pueden jugar porque sus trabajos se lo impiden.

A los padres que no les une la sangre, pero sí el cariño, a los adoptivos y los de acogida, por su generosidad infinita.

A los que en la distancia no pueden ejercer de padres como les gustaría, pero luchan por ello.

A los que viven la paternidad en solitario, por su valentía. Especialmente a los que luchan por su espacio para llenar huecos vacíos.

A los papás que son ahora abuelos, pero, además, siguen siendo padres, porque miran a sus nietos sin perder de vista a sus hijos.

Y a los que ya no están, que nos siguen guiando desde las estrellas.

A todos... ¡Feliz Día del Padre, aunque todos los días sean vuestros (y nuestros)!

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