Carmen Saiz Gasco: «El comercio ha cambiado mucho»

Fue en 1984 el año en que Carmen se hizo cargo de Casa Gasco, tras comprar el local en el que sus padres habían emprendido este negocio, «he estado muy a gusto porque me encanta mi trabajo, pero ahora creo que me toca tener tiempo para mí misma», explica.

Dice esta comerciante que en estos 59 años que lleva abierto el comercio en el que ella creció y que después ha regentado, «las cosas han cambiado mucho», aunque reconoce que hay cosas que se mantienen igual, «lo que no ha cambiado es el trato con la gente. Siempre ha sido bueno y a mí eso es algo que me llena».

Dice que con el paso del tiempo, «las grandes superficies han ido comiendo terreno al comercio pequeño. Es una pena porque el pequeño comercio es estupendo. Los jóvenes se han acostubrado a comprar en otro tipo de sitios pero la verdad es que esto es otra cosa. Ofrecemos un trato mucho más personalizado». Por otro lado, destaca la comerciante que ahora, «se compra de otra manera. Quizás no en lo que yo vendo, que es un artículo no perecedero, pero hay otros sectores que han sufrido más».

Así, la relación con los clientes en Casa Gasco es la de esos lugares de 'toda la vida' en los que, «con la gente tienes un trato muy familiar. La gente agradece nuestro trato personal».

Una mercería es un tipo de comercio en el que, por un lado se venden productos de toda la vida pero, por el otro es necesario ir renovándose. «Ahora hasta para llevar un comercio pequeño hay que prepararse, es imprescindible; pero luego nosotros hay cosas que vendemos desde siempre: ropa interior, calcetines, medias,... hay cosas que no se pasan nunca».

Para ella, «si te gusta, innovas y pones ganas a la hora de cuidar tu negocio puedes salir adelante, aunque es cierto que ahora está todo más difícil», tal y como lo ha hecho durante casi seis décadas Casa Gasco.

Ahora, dejar atrás tantos años de trabajo, «me da mucha pena pero sobre todo por la clientela, por el contacto con la gente. Por lo demás no, porque también necesito tiempo para mí», asegura la comerciante porque reconoce que, «llevar un comercio es muy sacrificado porque exige un importante compromiso».

Para ella, es una pena el hecho de que en este tipo de negocios no hay un relevo generacional, «mis hijos no quieren seguir aquí, al menos de momento. Yo creo que se tenía que animar más gente joven pero también veo por otro lado que está muy complicado y que faltan ayudas».