Jesús Choya: «Cantabria es un plató de cine maravilloso y me gustaría poner mi granito de arena para potenciarlo»
CÁNTABROS EN MADRID | DEL VALLE A LA MESETA ·
Este joven de Camargo estudia Producción en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid y, aunque se ve viviendo fuera, siempre tendrá a la región como su refugio
'La llave azul' que aparece en 'Mulholland Drive', convirtiéndose en un personaje más de la aclamada obra de David Lynch, seguramente haya pasado al olvido de la mayoría de los espectadores, incluso de algunos de los más cinéfilos. Sin embargo, Jesús Choya (Camargo, ... 1999) sería capaz de explicar, sin pestañear, lo que supone esa llave en la trama de la película, considerada para muchos críticos de todo el mundo la mejor del siglo XXI.
Y es que, con tan solo 12 años, se sumergió en la historia de Naomi Watts y Laura Elena Harring, para saber, ya entonces, que sería una de sus películas favoritas. Tanto es así, que la asociación sin ánimo de lucro, creada en 2014 gracias al impulso de Choya, para reabrir los cines Groucho de Santander, recibió el nombre 'La llave azul'. Él tenía tan solo 15 años cuando puso en marcha la iniciativa, que hizo que su nombre saliese en los periódicos y de la que actualmente sigue siendo vicepresidente.
Está claro que este camargués, que estudia Producción en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), siempre ha tenido claro que el cine formaría parte de su vida. Su corto 'Supercut', hecho como un desahogo personal y grabado con un iPad, ha recorrido el mundo llegando hasta Miami o San Francisco. Ojalá que pronto podamos ver alguno de sus trabajos en algún festival como el de San Sebastián, al que esta promesa del cine español acude desde que tiene 13 años cuando escribió a su director, José Luis Rebordinos, para contarle las ganas que tenía de asistir.
-¿De dónde viene tu pasión por el cine?
-El gusanillo lo tengo un poco gracias a mi padre, que desde pequeño me ponía películas y me llevaba al cine. Al principio me llamaba más la atención el arte dramático que estar detrás de las cámaras, que es lo que estoy estudiando ahora. Mi tío Jaime es actor de teatro y yo con cinco años fui a verle al musical «Mamma mía» y me impactó mucho, así que me apunté a Miriñaque en Santander, donde estuve aproximadamente siete años. En ese momento quería ser actor, estaba muy convencido, pero luego tuve crisis adolescente y dejé el teatro. Me arrepiento un poco, porque me dio cosas muy buenas, pero me empecé a interesar más por la cosa de las cámaras y después surgió la oportunidad de hacer las pruebas de acceso de la ECAM, me aceptaron muy pronto, y aquí estoy.
-¿Tenías claro que tenía que ser en Madrid?
-Sí. De hecho, antes de saber que estaba admitido en la escuela, tenía claro que hiciese lo que hiciese sería en Madrid. Siempre he sido un niño que no salía mucho de casa a albergues y esas cosas, muy apegado a mi familia, pero tenía la meta de venirme a la capital cuando terminase el instituto. Era una ciudad que me impresionaba mucho y lo tenía claro. Había opciones de estudiar producción en Barcelona o en otras ciudades, pero elegí la ECAM porque era Madrid.
-En Cantabria se te conoce por ser el impulsor de 'La llave azul' siendo aún menor de edad. ¿Cómo se fraguó la asociación?
-Cuando salió la noticia de que habían cerrado los Cines Groucho tenía como 15 años y me impactó mucho. Por aquel entonces, ya estaba activo en redes sociales y tenía amigos que había conocido en Twitter que habían conseguido que no se cerraran los cines Renoir de Mallorca. Así que, hablando con compañeros de un curso que estaba haciendo, surgió la idea de impulsar algo parecido para salvar los Groucho y, aunque quedó como en agua de borrajas, a la semana decidí hacer un change.org y en cuestión de pocos días, alcanzó relevancia y salió en medios. Luego me llamó el director de los cines para pedirme que convocara un par de reuniones en los cines para explicar el proyecto y creo que no he estado más nervioso en mi vida como cuando hablé en esa sala llena de gente de todas las edades que me hacía preguntas que no sabía ni contestar. La idea era hacer una asociación que luego fuese una cooperativa, pero ni siquiera yo como menor podía hacerla. Luego hubo gente como María Soler que se involucró mucho desde el principio y que cogieron las riendas y empezaron a hacer actividades para recaudar fondos. Finalmente no fueron suficientes y los reabrió el antiguo dueño, pero la asociación, que al principio era Amigos de Groucho, se reconvirtió y decidieron llamarla La llave azul por el blog de cine que abrí con 12 años.
-¿Sigues vinculado?
-Ahora estoy como de vicepresidente, pero es un cargo casi simbólico, porque la gente que está currando y dando el callo está en Santander. La llave azul me enorgullece mucho y me hace sentir muy feliz.
-Eres muy activista, también en política. ¿Crees que a la gente de tu edad le cuesta manifestarse y alzar la voz?
-Es que parece que a la gente joven no le interesan las cosas, lo que pasa es que a veces es muy difícil comunicar y conectar con ellos. La política, por mucho que haya regeneración y partidos nuevos, la sigue haciendo gente de otras generaciones. Falta el relevo definitivo que haga que conecten con nosotros. Creo que a nivel de activismo y de movimientos sociales sí que se mueven, pero igual de una forma más pasiva, como en redes sociales, pero va teniendo su efecto.
-¿Madrid no es tan moderno como parece?
-Como estoy muy metido en la escuela, me muevo en un círculo que es bastante cerrado ideológicamente, pero sí que es cierto que lo que pasa con Madrid es que es muy grande, por lo que hay gente de todos los colores y todas opiniones. El otro día leí un artículo que decía que Madrid seguía siendo la ciudad con más agresiones homófobas. Yo creo que no es porque sea una ciudad homófoba, sino porque hay más probabilidad por tamaño.
-¿Quiénes son tus grandes referentes en cine?
-Jonás Trueba me encanta y la oportunidad de que esté tutorizando mi proyecto final está siendo maravillosa, es mi gran referente en cine español ahora mismo. Estudio producción y hay muchos productores que están surgiendo ahora que me gusta mucho la línea que están siguiendo, como la gente de BTeam que ha estrenado hace poco «La hija de un ladrón», y que ganó la concha en San Sebastián por «Entre dos aguas», o María Zamora en Avalon. Referentes que no son grandes nombres, y que están más a la sombra, pero que están haciendo proyectos muy valientes.
-¿Recuerdas la película que marcó tu vida?
-El nombre de 'La llave azul' viene por una escena de «Mulholland Drive» de David Lynch. La vi con 12 años, cosa que no sé si debería decir porque es una película complicada. Siempre digo que es mi favorita, pero en realidad es difícil elegir e igual hay otras que he visto más veces. Lynch sería uno de mis referentes, pero no sería un cine que yo produciría, porque creo que hay que tener una mente muy concreta. Hace unos días vi «Historia de un matrimonio», que es desde entonces mi favorita del año, y Noah Baumbach sería otro referente, o Xavier Dolan, por ejemplo.
-¿Cómo de importante es para ti el Festival de San Sebastián?
-Yo veía el festival por la televisión y me impresionaba mucho, así que en el verano de 2012 les pedí a mis padres que me llevaran un fin de semana. Por mi edad, ni siquiera sabía si podía entrar a los pases, así que le eché un poco de morro y escribí al director del festival, José Luis Rebordinos. En el email le decía que tenía 13 años y que quería ir. Y él, que es una de las personas más encantadoras que me he encontrado por el mundo de redes, me contestó maravillosamente bien. Él y su equipo me contaron, incluso antes de que se anunciase, la programación que iba a haber ese fin de semana. Los dos primeros años estuve yendo de publico, con mis padres un fin de semana, hasta que he ido con la acreditación de prensa y hace dos años que voy toda la semana. Para mi San Sebastián es muy especial, por los amigos que veo una vez al año y por la energía que siento cuando estoy allí de que es a lo que quiero dedicarme.
-¿Se están cumpliendo tus expectativas de Madrid?
-Sí, más incluso de lo que esperaba. Estoy haciendo muchas cosas que a nivel profesional me están aportando mucho, pero como ciudad, desde el primer día, sentí que me abrazaba mucho. A mi caminar por Gran Vía siempre me había impresionado y cuando me dejaron mis padres definitivamente aquí y fui, sentí como si fuera mi casa. Lo he hablado con mis compañeros de la ECAM, que la mayoría son también de fuera, y nos pasa un poco a todos lo mismo. No sé si es porque pasamos mucho tiempo juntos y somos como una familia, y cuando termine Producción me daré con la realidad, o porque la ciudad es así.
-¿Qué echas de menos de Cantabria?
-A mis amigas de toda la vida. Además yo soy muy malo con WhatsApp y reconozco que a veces las abandono un poco y me encanta volver porque es como si no hubiese pasado el tiempo. El mar lo echo muchísimo de menos y no era consciente hasta que me vine aquí. Yo estudié en el Santa Clara y era guay salir y tener tan cerca el mar, pero aquí su ausencia fue lo primero que noté. Y luego, también echo de menos ciertos momentos, aunque me guste el movimiento de Madrid, de desconexión rotunda.
-¿Encuentras la tranquilidad en algún lugar de Madrid?
-Sí, me gusta mucho pasear por Madrid y disfruto mucho haciéndolo. Y eso me genera tranquilidad y calma, pero es una tranquilidad muy distinta a cuando estoy en Camargo, que paseo y no hay nadie. Hay caminos que me aportan paz como el paseo desde Callao a mi casa en Pirámides, que es una zona turística, pero a la vez me transmite paz interior. Yo vivo muy cerquita Madrid Río que me recuerda mucho a las Llamas, salvando las distancias, y me gusta mucho ir. Aunque en los meses que hace bueno está muy masificado.
-¿Qué plan de futuro tienes cuando acabes Producción?
-Es la gran pregunta. Es la primera vez en 20 años que pienso a un año vista y no tengo ni idea de dónde voy a estar. Es una sensación un poco rara, bonita porque es como un folio en blanco que puedes escribir, pero también da un poco de impresión. Me gustaría sacar adelante mis proyectos, pero sé que soy muy joven para poder tener la infraestructura económica que necesitas para trabajar en el cine con tus propios proyectos, pero probablemente trabaje en esa vía. Es muy posible que me quede en Madrid, empapándome de gente que está trabajando. También me gustaría irme al extranjero por un tema de crecimiento personal y a mejorar mi inglés. De momento a Cantabria no volveré, pero lo tendré como refugio.
-Ahora no volverías a Cantabria, pero ¿y en unos años?
-A mí haría muchísima ilusión, al final de mi carrera profesional, volver y dedicarme a la gestión cultural. Siempre bromeo con que me encantaría ser ministro de cultura en el futuro, es una bobada, pero me gustaría mucho intentar de alguna manera que Cantabria, que es un plató de cine maravilloso, se potenciara como tal. Creo que tenemos industrias y colectivos creativos muy buenos en Galicia, País Vasco o Asturias y, en mi opinión, Cantabria ahora mismo está un poquito por detrás, con gente buenísima que está haciendo cosas maravillosas. En unos años me gustaría poner mi granito de arena a eso. No sé si trasladándome allí, pero sin perder de vista Cantabria.
-¿Qué no dejas de hacer cuando estás allí?
-Descansar mucho, me pego curas de sueño increíbles. Y comer comida de mis padres porque aquí soy sota, caballo y rey. Luego siempre suelo dar un paseo por El Sardinero y acabo en la cafetería del Maremondo tomándome un café con mi madre o mi tía. Vamos paseando con nuestra música y viendo el mar y es una sensación fantástica. Y luego suelo salir de fiesta por el centro con mis amigas. Es tan distinto salir por allí... siempre te encuentras a gente, y es una forma de reconectar con mis amigos del instituto.
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