Marina Cano: «Necesitamos conectarnos con los animales»
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La fotógrafa Marina Cano, uno de los teleobjetivos más ilustres en su campo, el retrato de fauna salvaje, vive por y para los animales, proveedores de imágenes impagables si se les dispara con una cámara y no con un rifle. Es tal su pasión por ... ellos que si en lugar de dejarse arrastrar por el universo fotográfico, que era lo que quería ella, lo hubiera hecho por el musical, que era lo que quería su padre, la chica, que iba para flautista, viviría hoy en Hamelín.
–¿Quién es Namibia?
–Namibia llegó para ser la gata de mi madre, pero mientras la desparasitaba, la limpiaba y la vacunaba, me enamoré de ella y no la pude dejar ir.
–¿Y su madre?
–Tiene otra gata; Turquesa.
–¿Y quién es Calcetines?
–Un técnico informático frustrado, siempre investigando en el teclado del ordenador.
–¿Pero no es una hembra?
–Calcetines era un gato macho que adopté para que 'Nami' tuviera un compañero pero que luego resultó ser una hembra. Mi familia es un matriarcado, sin lugar a dudas.
–Vaya chasco para Namibia.
–Pues sí, una gran desilusión, porque además de no estar interesada en ella 'Calci' se ha hecho con todo el territorio.
(Santander, Siglo XX) es fotógrafa. Embajadora europea de Canon, ha sido portada en la prestigiosa revista National Geographic (2015) y dos veces finalista del concurso de la BBC Wildlife Photographer of the Year (2015 y 2022).
Animales:
Gatos.
–¿Y esto lo piensa solucionar o lo va a dejar así?
–No hay vuelta atrás.
–Confiese. Usted tiene gatos porque no puede tener panteras.
–Jajaja. ¡Eso sería maravilloso! Pero no, los animales salvajes tienen que estar en su hábitat, no en el hogar de nadie.
–Le he escuchado decir que con su trabajo busca conectar a la gente con los animales...
–...Necesitamos esa conexión. Nos hemos aislado entre asfalto, cables y hormigón...
–...¿Y despertar conciencias?
–Despertarlas y en algunos casos abofetearlas.
–¿Abofetearlas?
–El planeta agoniza mientras una parte de él, los humanos, asistimos impasibles a su destrucción. Sí, suena apocalíptico, pero es cuestión de tiempo. Y cada vez queda menos.
–¿Cree que llegará el día en que para ver un rinoceronte haya que pedirle una fotografía a usted?
–¡Qué horror!
–¿Lo cree?
–Por desgracia es posible que sea verdad eso que pregunta. ¿Y no sería terrible? No imagino un mundo sin rinocerontes, sin elefantes... Yo creo que me cambiaría de especie.
–Usted llegó a la portada de National Geographic acompañada de un elefante.
–Sí. Era un amanecer rosado y silencioso en el que unas nubes madrugadoras asediaban las cumbres del Kilimanjaro. En ese escenario hizo aparición un formidable elefante. Él se dejó fotografiar y yo le llevé a la portada.
–Le debe una cesta de manzanas... Y lo sabe.
–Sí, y estoy manos a la obra. Colaboro con numerosas asociaciones que ayudan a preservar la fauna y sus ecosistemas e intento crear conciencia en cuantas conferencias ofrezco. Esas son mis manzanas.
–¿Recuerda algún animal en particular que haya cautivado su objetivo?
–Me estoy dando cuenta de que soy infiel. Enamorada de Maridadi, un león líder de su manada en Masai Mara, Kenia, me fui en septiembre a la Patagonia chilena, donde los pumas me han conquistado.
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