La nostalgia de una madre cántabra sobre cómo viven los peques la Noche de Reyes

Recuerdo intentar dormirme muy rápido, pensando que así pasaría rápido la noche, pero no conseguir conciliar el sueño porque cualquier ruido era motivo de su presencia eb casa. Y, al final, caer rendida, intentando mantenerme atenta y despertar al primer rayo de sol de un salto de la cama.

Entonces corría al salón, para mirar desde la puerta y regresar veloz a la cama de mis padres con los dientes castañeando y la piel erizada... ¡Ya han venido! Era la frase clave. Tocaba tirar de las sábanas de papá y mamá para que me acompañasen a abrir paquetes, porque no tenía sentido abrirles sola y quería contemplar sus sonrisas al hacer suya mi emoción ese día.

Creo que nada puede superar la ilusión desbordante de un niño con toda la fantasía que envuelve este día. Y hoy lo vivo con mis hijas, trato de ponerle la misma ilusión y de transmitir el mismo sentimiento que yo sentía de niña, que vivan la magia, que entiendan que es un día especial y que los sueños se cumplen.

Aprovecho cada minuto preparando este gran día, como madre, paje y Rey Mago o Reina Maga. Seguimos acudiendo a echar la carta en busca de que se cumplan los deseos, perseguimos a los Reyes para mantener vivas sus ilusiones y aguardamos los regalos con nerviosismo.

La noche más mágica del año, en la que por un día cerrar los ojos y convertirse otra vez en niño/a sería un sueño.

¡Feliz Noche de Reyes!

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