![El piloto más famoso y simpático de Canarias es cántabro](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/05/24/sergiopila%20(3)-ky4H-U200382966452AzC-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
![El piloto más famoso y simpático de Canarias es cántabro](https://s1.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/05/24/sergiopila%20(3)-ky4H-U200382966452AzC-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Elena estaba asustada. Se subía a un avión después de que sufriera un «brutal» ataque de pánico durante un vuelo hacía siete meses. Adora viajar y afrontar aquel día era «muy importante», suponía dejar en tierra sus miedos y echar a volar sus sueños. «Sin quererlo, el piloto hizo que la experiencia, que podía haber sido muy difícil, fuera maravillosa, que me olvidara de todo y riera escuchándole. Estoy segura de que este será el primero de muchos viajes. Ojalá hubiera más gente como él en el mundo».
El mensaje, escrito en una bolsa de mareos de la compañía Binter, es solo una de las cientos de dedicatorias dirigidas siempre al mismo piloto, Sergio Pila Páramo (Renedo, 1980). Sí, el piloto más famoso de Canarias por su simpatía y trato impecable durante los vuelos es de Cantabria. «Cuando digo que soy de la tierruca no me creen porque piensan que somos unos bordes», cuenta a este periódico haciendo gala de su buen humor. Llevamos unos segundos de conversación y ya está bromenado al otro lado del teléfono: «Ahora soy famoso, a ver si me llevan a La Isla de las Tentaciones y vivo del cuento». Transmite energía y buen rollo, pero sobre todo seguridad en lo que hace. Con categoría de comandante, este cántabro ha pilotado más de 10.000 vuelos y es precisamente en los momentos díficiles -para los pasajeros, «para los pilotos no hay», señala-, atravesando turbulencias o en días de mucho viento, cuando además de controlar la situación sin perturbarse, saca su lado divertido para restar tensión a quienes van sentados detrás suyo. «Les presento a la tripulación, les hablo del tiempo, de lo que pueden ver por la ventanilla, de la velocidad, de que no pueden bajar la ventanilla...» y ahí empiezan a relajarse, cuando la voz de Sergio Pila, segura y sosegada, incluso les gasta bromas, como cuando dice a los pasajeros de la izquierda que disfruten de las vistas de la isla de Fuerteventura y a los de la derecha de cómo disfrutan de las vistas los de la izquierda. En definitiva, «les digo que soy la persona encargada de poner cara de felicidad aunque el avión esté temblando».
Hace un par de días le dejaron otra nota. «Nos caló a toda la tripulación», dice el piloto. Una pasajera, que también empleó la bolsa de mareo para dejar su impresión, agradecía a Sergio que le hubiera arrancado una sonrisa en uno de los peores momentos de su vida: «Muy buenas noches comandante. Voy en este vuelo porque mi madre, la persona más especial de mi vida, falleció el pasado día 21, ya de vuelta a su tierra conejera para descansar. Como comprenderá, llevo varios días muy triste, pero usted ha conseguido sacar de mi alma un par de carcajadas. Gracias. PD: No permita que lo cambien, hacen falta más personas como usted».
Vuelo tras vuelo, el cántabro ha ido acumulando tanto mensajes de agradecimiento como fama. En redes sociales son ya incontables las reseñas para «el comandante». Ha salido en entrevistas en prensa local, en la televisión canaria... «Como ese reconocimiento es para algo bueno, tienes ese poco de ego que gusta. Que la gente me escriba, que me dejen notas por el avión o que me contacten por las redes sociales para felicitarme es un extra del trabajo bien hecho. Cuesta muy poco ponerse en el lugar del otro y, si desde mi posición de comandante, puedo sacarles una sonrisa para que lleguen tranquilos, me gusta hacerlo».
El comandante Sergio Pila es uno de esos cántabros que no pierden la oportunidad de hablar de su tierra en cualquier conversación que se tercie. Si la charla va de gastronomía, de paisajes, de playas, de amigos o de familia, sale Santander y Cantabria a relucir. No lo puede evitar. Será «la morriña» la que le hace hablar de lo suyo y de «la tierruca», «que siempre está presente».
Con 29 años, Pila vendió su casa y su moto para poder pagarse la carrera de piloto en Barcelona. «Pero la escuela cerró y perdí todo el dinero. Me quedé allí trabajando, en Ryanair y, años más tarde, lo volví a intentar en la Academia de Vuelo de Bilbao gracias al gran esfuerzo que hicieron mis padres para poder ayudarme. Al tiempo de terminar los estudios me contrató Binter Canarias y hasta hoy». Ha trabajado en Tenerife y en Gran Canarias y, desde hace año y tres meses, vive en Lanzarote que «no es Santander, pero estamos encantados». Habla en plural porque se trasladó junto a su mujer, natural de Las Palmas de Gran Canaria, con la que tiene dos niños pequeños. Con la misma pasión de un recién llegado, Pila termina describiendo sus dos momentos favoritos del día: «Cuando llego a casa y veo a mi familia, y esos instantes en los que estás en pista, pones toda la potencia al avión, coges velocidad, ganas la batalla a la gravedad y el aparato se levanta y te despegas del suelo. Para mí ese sigue siendo un momento mágico».
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