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NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Santander
Sábado, 22 de febrero 2020, 11:27
El actor y director teatral Edy Asenjo se graduó con honores en el escuadrón animalista cuando, llamado a filas por su pareja, se adentró en terreno minado para rescatar de la muerte a Flaco, un pastor algo adulterado prisionero de un calvario del que sólo ... queda su nombre. Fortificado en su experiencia, el actor, puro teatro, teatro puro, admite que, en esto de las bestias, se le llevan los demonios. Y es tal la gratitud que le tiene, tal la fidelidad que le guarda, que si van a buscar a su amo, Flaco se va con ellos.
-Edy Asenjo... ¿e hijos?
-E hijos, sí. Como los ultramarinos de antaño.
-Curiosa manera de presentarse en Twitter considerando que usted no tiene hijos.
-Bueno, cada uno tiene los hijos que quiere y como quiere. Y para mí mis hijos son mis personajes, mis perros, mis actores... Aunque estos últimos son más bien ahijados.
-Ya. Y Flaco es su predilecto.
-Yo soy el predilecto de Flaco.
-Sus motivos tendrá.
-Igual es que me puse intenso cuando tuve que salvarle la vida entre veterinarios antianimalistas y dueños hijos de puta.
-Muy gráfico.
-Flaco es un perro que llegó muy maltrecho desde Aguilar. Un día, en una de sus crisis, sufrió un ataque cerebral agudo. Créame si le digo que en mi vida he puesto tanto empeño en algo como cuando tuve que hacer una celda con mis brazos y mi pecho para impedir que muriera atropellado.
-Ahora lo entiendo.
-Esa carrera entre Pasaje de Peña y el veterinario de la calle Madrid, con el perro entre alaridos y yo sacando fuerzas de no sé dónde, estableció un nudo entre ambos difícil de explicar razonadamente.
(Santander, 1972), es actor y director teatral. Ganador del premio Max de las Artes Escénicas de 2007 como mejor actor de reparto por 'Antígona tiene un plan'.
Animal: Perro. Raza: Malinois. Edad: 4 años. Peso: 12 kilos. Características: Fiel, fiel y fiel.
-Inténtelo.
-No, no. Prefiero que cada uno establezca sus propias analogías. Los cafres dirán que no se puede querer a un perro como a un hijo. Y yo... Pues qué quiere que le diga. Que eso ya se lo oí decir una vez a uno que no pasaba la pensión alimenticia a su vástago.
-¿Usted cumple?
-Yo la de Flaco, a tocateja.
-¿Qué grosor ha alcanzado su compromiso con él?
-Cuando le adopté descubrí que había demasiada gente diciéndome cómo debía vivir. Si tenía que tener perro o no, qué clase de perro podía tener, por dónde le tenía que pasear, cómo le tenía que cuidar... Entonces me di cuenta de que mi compromiso con él iba a tener que ser más alto del previsto, tanto para proteger su integridad como mi independencia y mis derechos como ciudadano y esforzado contribuyente.
-¿Sabía que en España hay teatro para perros?
-Lo que debería haber en España para perros no es teatro sino una ley de protección europea, no africana, y unas Administraciones que velaran por ella y la hicieran cumplir. Eso, y no cuatro o cinco devotos de las torturas a los toros y del gaseo de las mascotas.
-¿No es una idea grotesca?
-Es que hoy en día tienen mucho predicamento lo grotesco. Cuanto más absurdo, mejor. Pero no absurdo como género, absurdo como algo estúpido. Eso aquí lo hacemos muy bien. Tenemos grandes maestros. Con tanta cantidad de imbéciles, hacer teatro para perros me parece una cosa baladí. Ojalá hubiera más imbéciles haciendo teatro para perros y menos en las Administraciones públicas.
-Oiga, le cambio a Flaco por otro Max.
-No, yo no quiero otro Max. Quiero un Goya y lo recogeré con Flaco.
-Pues le dejo a Flaco y me devuelve el que tiene.
-Vale. Va muy bien para aguantar puertas. Con las giratorias también funciona.
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