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Recordando aquellos chicles de la infancia
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Gracias a la 'paga de los domingos' las golosinas adquirieron gran éxito de ventas en España, convirtiéndose la goma de mascar en una de las más popularesSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Gracias a la 'paga de los domingos' las golosinas adquirieron gran éxito de ventas en España, convirtiéndose la goma de mascar en una de las más populares¡Los chicles! Entrañable recuerdo. Al ponerse de moda, surgieron numerosas empresas dispuestas a elaborarlos. Cada cual ofrecía el producto con su propio toque. Conviene subrayar que una de las mejores fábricas estaba radicada en El Astillero. Producía el inolvidable chicle 'May'. Su popularidad resultó extraordinaria tanto en Cantabria como en el resto de España, gozando, por la calidad, de merecido prestigio. ¡Los chicles 'May' eran buenísimos! Además, ofrecían colecciones de cromos de futbolistas.
Alcanzaron también mucho éxito en nuestro país los chicles 'Dunkin', marca que también regalaba cromos (ejemplo: una colección de caricaturas con la firma de Ortuño, maestro de la especialidad) y muñequitos de plástico; 'Bazooka', de tres discos, uno encima de otro, duros y de sabor intenso, estupendo, que permitían hacer grandes 'globos' y regalaban calcomanías; 'Niña', con cromos para niñas de 'trajes mundiales', etcétera. Cada chicle (de fresa, de menta o de lo que fuera) tenía, pues, un estilo definido y una fiel clientela.
Aquellas gomas de mascar se adquirían en los kioscos de chucherías gracias a la famosa y siempre esperadísima 'paga de los domingos'. Solían complementarse con una bolsa de las célebres pipas 'Facundo', regaliz, bolitas de anís, gominolas y un amplio etcétera de manjares de similar nivel. Todo, una gozada para los críos y las crías, que jugábamos en la calle sin ningún peligro (o sea, no como ahora). Por tanto, ¿qué más podíamos pedir?
Los chicles son el símbolo de una época irrepetible, en la que cualquier cosa, por barata que fuera, causaba enorme ilusión. ¡Enorme! Las personas que peinamos canas, masticamos bastantes. Estoy seguro de que, en consecuencia, este sencillo artículo evocador ha trasladado a unos cuantos lectores a los mejores años de su vida. ¡Añorada, maravillosa infancia!
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