Recordando a 'Kojak'
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Tanto gustaban los chupa-chups al mítico personaje que una empresa lanzó unos con su nombre que fueron todo un éxitoSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Tanto gustaban los chupa-chups al mítico personaje que una empresa lanzó unos con su nombre que fueron todo un éxitoA diferencia de antaño, ya no hay en la tele series inolvidables de detectives y comisarios. Los clientes actuales del medio no disfrutan, por desgracia, de lo que otros disfrutamos. Es decir, de las aventuras y desventuras de tipos tan geniales como Colombo, Starsky ... y Hucht, Ironside, Banacek, McMillan y esposa o el mismísimo Kojak, aquel señor de cabeza sin pelo al que le molaban los chupa-chups.
Durante un montón de episodios emitidos entre octubre de 1973 y marzo de 1978 tanto en el canal norteamericano CBS (USA) como en TVE y otros muchos canales y países, el bueno de Telly Savalas ponía los puntos sobre las íes a los malhechores que osaban retarle. Si su aspecto imponía bastante, qué decir de sus métodos... ¡Como para pisarle un callo, vamos!
Kojak se ganaba los garbanzos ejerciendo de teniente en el departamento de homicidios de Manhattan. Su frase de guerra solía ser, más o menos, «¿Quién te quiere, nena?». Para resolver los peliagudos problemas a los que se tenía que enfrentar no solía perder tiempo en exquisiteces o formalismos: siempre iba al grano…
Alcanzó tal popularidad el personaje que en nuestro país una empresa del sector de las golosinas («Fiesta», ubicada en la localidad madrileña de Alcalá de Henares) puso a la venta con enorme éxito un chupa-chups relleno de chicle llamado como él. Cinco pesetucas costaba un Kojak, que, dicho sea de paso, estaba delicioso y permitía hacer «globos» de considerable tamaño.
Telly le imprimió gran personalidad al papel, convirtiendo a su personaje en cien por cien creíble. Remataba a la perfección los textos de los magníficos guionistas que trabajaron en la serie creada por Abby Mann y los magníficos realizadores que la dirigieron. Era, pues, televisivamente modélica. Por eso dejó huella indeleble en la memoria de los espectadores.
Eterno Kojak.
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