Recordando el tocadiscos y los discos
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Viajamos al pasado musical para recordar los elementos clave de tantos guateques y melodías inolvidablesSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
Viajamos al pasado musical para recordar los elementos clave de tantos guateques y melodías inolvidablesDisponemos hoy de múltiples medios para escuchar música, pero en otros tiempos solo había dos: pegar la oreja a la radio o tener un tocadiscos. La primera opción era la más barata y, por tanto, popular. La segunda exigía que sobraran del sueldo unas «perras» para destinarlas al lujo. Quien podía permitírselo compraba pronto el citado aparato, que permitía disfrutar a tope de volumen de las canciones. Una gozada, vamos.
Existían dos tipos de disco: el single y el elepé. El single, pequeño y barato, solía incluir dos canciones, una en la cara «A» y otra en la «B». Era el lanzamiento que las compañías hacían de sus cantantes-top, con el principal tema de promoción situado en la cara «A». Además de que se vendían en las tiendas, los recibíamos los locutores de las emisoras de radio.
El formato elepé era, en general, de una docena de canciones, seis en la cara «A» y seis en la «B». Estaba dedicado a un artista/estrella (Manolo Escobar, Serrat, Mari Trini, Raphael, Cecilia, Julio Iglesias, etc.) o también a varios bajo la denominación «Grandes éxitos» o «Los números 1», por mencionar algunos ejemplos.
Disponer de tocadiscos significaba poder montar animados «guateques» de garaje, deleitarse en casa con las interpretaciones de cada cantante, etcétera. El disco se convertía así en el auténtico rey de la comunicación musical.
Después llegaría el casette (invento que permitió, entre otras cosas, escuchar música en el coche), modernidad de pequeño tamaño que le restó protagonismo y ventas. Lo mismo les sucedería después a los dos al irrumpir en el escenario del consumo el revolucionario cd. Y ahora le ocurre al cd con otros inventos.
Muchas personas que pertenecemos a la entrañable generación del disco y el casette conservamos ejemplares de vinilo y cinta, que ahora han vuelto por aquello de la «moda vintage». Y vemos al tocadiscos como lo que en su momento fue: un aparato maravilloso. Recordarle implica viajar de inmediato al ayer que nunca volverá: la juventud, divino tesoro. Snif. ¡Qué nostalgia!
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