Ariel Sanz: «Hay que saber aceptar la derrota»

Vive en Hoz de Anero junto a su familia. Es la mayor de siete hermanos y como tal le ha tocado ejercer. «Hay que ayudar en casa y cuando cocino lo hago para todos». La joven chef reconoce que sus padres les han inculcado a todos «el amor por la cocina desde pequeños». De hecho, dos de sus hermanos también se presentaron al casting de 'Masterchef', aunque solo ella consiguió participar.

Ariel tiene raíces francesas y por eso la respotería es su punto fuerte. «De mayor me gustaría ser muchas cosas, pero entre mis prioridades está montar una pastelería en París». Y es que su juventud no le impide soñar a lo grande. «¿Qué otras cosas te gustaría ser?». «Catedrática de Historia, profesora de filosofía y…», cuando parece que la respuesta no puede ser más sorprendente, teniendo en cuenta su corta edad, llega Ariel y culmina. «En lo culinario también quiero montar un restaurante de setas». Es consciente «de que puede sonar un poco imaginativo», pero no le preocupa demasiado, porque «tengo tiempo para todo».

De su experiencia en 'MasterChef' solo tiene buenas palabras y bonitos recuerdos. «Al principio no sabía cocinar tanto, he aprendido mucho». Explica que durante el mes de grabación del programa, los aspirantes recibían clases semanalmente de cocina. Una especie de inmersión culinaria. «Ahora preparo cosas modernas con esferificaciones. También he aprendido mucho de repostería y lo aplico en mi día a día».

Su protagonismo en la novena edición del concurso es indiscutible. Reflejo de ello es su popularidad en redes sociales. Sin embargo, Ariel pasa un poco de largo con este tema. Eso sí, reconoce que se imaginaba el furor que causarían muchas de sus declaraciones.

Nació en Aragón pero lleva prácticamente toda su vida en Cantabria. Región de la que presume con orgullo. «Es una comunidad muy bonita que mantiene ese espíritu salvaje que apenas queda en España». Le encanta «el mar, caminar por el paseo Pereda, apreciar la Bahía de Santander...». Aunque hay algo que le gusta todavía más: el producto cántabro. Y como si de una sobadora de anchoas se tratase, Ariel vuelve a asombrar con su respuesta. «Me encantan las anchoas, en mi casa todos las hacemos desde cero». Explica que al ser una familia tan grande sus padres miran mucho lo que comen y huyen de los alimentos procesados. «Mi madre nos enseña a hacer el producto directamente». Un proceso del que «disfrutamos mucho». Igual que con los pimientos de Isla. «Sin lugar a dudas, lo que más me gusta de Cantabria son las corbatas de Unquera, son mi perdición».