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El 'fielato' de entrada a Santander, en Barrio Pronillo, durante el S.XIX. FELIPE S.
¿Sabes qué eran los 'fielatos'?

¿Sabes qué eran los 'fielatos'?

LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·

Antaño, para introducir en pueblos y ciudades determinados productos de consumo, había que pagar a la entrada una tasa municipal

Javier Rodríguez

Santander

Domingo, 9 de agosto 2020

No hay nada nuevo bajo el sol. Ni siquiera en materia de impuestos, que no son cosa de ahora sino que viene de lejos. Las personas de mayor edad recuerdan en Cantabria los populares 'fielatos'. ¿En qué consistían? Pues… en pasar por caja. El diccionario de la RAE define la palabra 'fielato' del siguiente modo: «Oficina a la entrada de las poblaciones en la cual se pagaban los derechos de consumo». A mediados de mil ochocientos estaban en su apogeo y como el personal se mosqueó con el asunto fueron frecuentes los líos con la autoridad competente. 'Fielato' viene, por cierto, del 'fiel'de las balanzas que se empleaban antaño para pesar las cosas.

Una escena cotidiana en el 'fielato' que hubo en Cuatro Caminos (Santander). DM

Aquellas 'oficinas', que solían ser pequeñas casetas, aún se mantienen, restauradas, en distintos puntos de la tierruca. Y aunque no se vean en Santander, también existieron en la capital. Cada persona que quería entrar en la ciudad debía pasar por el control de mercancía y, en función de ella, abonar la correspondiente tasa municipal. Desde algunos organismos oficiales se decía que el objetivo era ejercer también «un control sanitario» sobre los alimentos a vender. En fin. Ya se sabe cómo argumentan determinados arbitrios determinados estamentos (en este aspecto tampoco hay nada nuevo bajo el astro rey). Ayer y hoy se dan la mano.

El humor, lenitivo para todo, también se aplicó a los 'fielatos'. DM

Al parecer no tenían que pagar tasas quienes transportaran en sus burros o carros, coches, etcétera, carbón vegetal, leña, legumbres para la siembra y otra serie de artículos. Sí, en cambio, en el caso de llevar leche, aceite, carne, vino, aguardiente, fruta y productos similares. Conociendo la picaresca del pueblo español, más acentuada, como es lógico, por la escasez de aquellas décadas, muchos ciudadanos se las ingeniaban para camuflar la mercancía del modo más original. Abunda la casuística al respecto, trufada de divertidas anécdotas. Resultaba fácil, por ejemplo, ocultar una gallina difunta, pero viva constituía sinónimo de epopeya.

Uno de aquellos populares e impopulares 'fielatos', ubicado en Camasobres (Palencia). DM

Conste en acta que el invento de los 'fielatos' duró más o menos un siglo y que significó una notable fuente de ingresos para las arcas municipales. En muchas, la principal. Actualmente constituyen una pieza más del puzzle de la nostalgia, pero lo que está claro es que su concepto permanece. Todos lo sabemos…

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