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Una de las primeras cuestiones que se plantean las parejas que van a ser padres es el nombre del bebé. La decisión no siempre es fácil y puede suponer un verdadero quebradero de cabeza. Luego está el entorno: «¿De verdad le vas a llamar así?», «pues a mí no me gusta», «por qué no le llamas como su abuela»... Atrás quedaron nombres como Angustias, Consuelo o Dolores para las niñas. Tampoco abundan los nuevos Vitorino, Ezequiel o Modesto. Ahora los niños se llaman Mateo, Martín, Lucas… y las niñas Lucía, Martina, Sofía... Así se desprende de los últimos datos publicados por el Icane en el que se recogen los nombres más frecuentes que se han puesto en Cantabria desde el año 2020. Aquí puede consultarlos:
En otro listado publicado también por el Instituto Cántabro de Estadística se recogen los más repetidos. Así se constata que el nombre que más cántabras abanderan es el de María Carmen, con 9.418 mujeres que responden así, seguidas de 5.681 Marías y 5.076 llamadas María Pilar. El nombre de varón más común es José Luis, con 5.462 cántabros con este nombre, seguido de David (5.072) y Javier (5.002). Aquí puede consultar el listado de los cincuenta nombres más comunes en la región:
La elección del nombre muchas veces depende de la tradición familiar y otras por todo lo contrario. Pero en esto de los nombres también hay modas y la tendencia de los últimos años y la que parece que seguiremos en este 2024 es una vuelta a clásicos como Martín, Mateo, Hugo, Lucas, Lucía, María, Martina, Julia o Sofía, que ocupan los primeros puestos en todas las listas de varias provincias, en las que también se cuelan nombres más modernos y con mucho tirón entre los niños nacidos después de la pandemia como Leo, Enzo, Thiago, Noah, Alma, Mia o Chloe, según recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Cuando hablamos de nombres, siempre salen a relucir algunos tan originales como los de los protagonistas de la serie Juego de Tronos (Daenerys, Arya...), pero la realidad es que se trata más de una anécdota ya que son muy pocas las personas que se llaman así.
En nuestro país, los nombres se regulan según la Ley del 8 de junio de 1957 del Registro Civil, una normativa que ha tenido que ser actualizada en varias ocasiones para incluir nombres y abreviaturas que no estaban permitidas cuando se gestó la ley, pero que se han vuelto muy populares con el paso de los años. En cualquier caso y pese a que existe libertad de elección, no todo vale. Estos son algunos ejemplos de nombres prohibidos.
Ni Hitler ni Caca: La normativa contempla una serie de excepciones «como los nombres que puedan tener connotaciones negativas, atenten contra la dignidad de la persona o sean motivo de burla», explican en el Registro Civil único de Madrid. La legislación española no permite nombres como, por ejemplo, Judas, Hitler, Osama Bin Laden, Loco o Caca.
Nombres de frutas, no: Ni Limón Pérez, ni Melocotón Fernández ni Mandarina Rodríguez. «El objetivo es proteger el interés superior del menor o de la persona que solicita el cambio».
Los acrónimos solo para empresas o comercios: Otra de las limitaciones que establece la legislación son los acrónimos, muy usados para poner nombre a empresas o negocios juntando el nombre de los socios o incluso de los hijos, tipo Alimentación Maipe (por Maite y Pedro). Pues bien, en el Registro Civil no se admite como válido un nombre a partir de abreviaturas o siglas
Carlos Alcaraz solo hay uno: Tampoco se pueden poner nombres completos famosos como, por ejemplo, Carlos Alcaraz. Podrás ponerle a tu hijo Carlos aunque tu apellido sea Alcaraz. Lo que no puedes hacer es llamarle Carlos Alcaraz o Rafa Nadal como nombre propio. También se deben evitar 'términos' que coincidan con marcas comerciales o firmas conocidas tipo Chanel o Nutella, frecuentes en países de Latinoamérica
El apellido no es un nombre: Aunque la legislación no lo recoge expresamente, la recomendación es que «no se pueden imponer nombres que hagan confusa la identificación». Martínez o Llagostera no son nombres.
Los más polémicos: También puede pasar que pese a que el nombre elegido no esté expresamente prohibido por ley, el Registro Civil de turno ponga problemas para inscribirlo, como le ocurrió en 2016 a unos padres que querían llamar a su hijo Lobo.
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