Las valiosas enseñanzas de los jubilados a los emprendedores cántabros

Detrás de cada cartel de jubilación que vemos paseando por las calles de cualquier ciudad hay una historia increíble, llena de lecciones de vida que no nos enseñan en la universidad ni en la mejor escuela de negocios.

Esos profesionales que han levantado cada día la persiana de su negocio para sacarlo adelante tienen mucho que enseñarnos, precisamente porque han sobrevivido a crisis varias y a muchos momentos en los que han tenido que reinventarse de una u otra manera.

La primera lección que nos enseñan es la paciencia. Nos hemos acostumbrado a resultados inmediatos, a minimizar riesgos y a buscar «los cinco ingredientes del éxito asegurado». Y en muchos momentos la impaciencia nos quema, como cuando éramos pequeños y nos daban la paga para comprar los últimos cromos.

La gente que ha abierto un negocio y lo ha mantenido a lo largo de décadas sabe que la inversión es imprescindible y que no siempre se recoge el día que se siembra. Porque para poder hacer frente a esas inversiones hay que estar dispuesto a trabajar a tope en los días buenos y en los regulares, y a base de constancia se logran resultados. Touché.

Por otro lado, estos profesionales te enseñan a relativizar. A lo largo de muchos años han vivido infinidad de ciclos económicos, políticos y sociales.... y han seguido adelante, han hecho los cambios que les tocaba hacer y se han adaptado a nuevos tiempos, que ahora nos parecen del siglo pasado.

No podemos vivir de espaldas a la realidad actual, pero tampoco frenarnos por el contexto: hay oportunidades incluso en los peores momentos, y debemos mantener la mente fría a la hora de tomar decisiones en nuestro emprendimiento.

Dicho de otra manera: si esta gente ha superado momentos de inflación disparada, una pandemia o incluso la brecha digital para la cual no estaban formados, creo que los de nuestra generación tenemos una buena estela que seguir.

Y finalmente, Juanjo me ha recordado que la confianza es la criptomoneda del siglo XXI. Cuando eres capaz de generar esa confianza en tus clientes, no solamente el precio de tus productos o servicios pasa a un segundo plano, sino que cada persona que sale por la puerta de tu tienda (o que recibe tu mail de «gracias por tu pedido») siente que ha hecho una buena compra... y vuelve feliz.

Vivimos en la era de las redes sociales, cada día se crean millones de nuevos perfiles y se ponen en producción miles de nuevas webs en todo el mundo, así que diferenciarse de la competencia es todo un reto y una necesidad al mismo tiempo.

Pero es precisamente ahora, en este mundo tan global, cuando más importante es que nos enfoquemos en el trato personalizado y en las conexiones 'uno a uno'. Porque como conectamos con una persona, conectaremos con las cien siguientes, y como ayudamos a un cliente es como venderemos a los miles de posibles compradores que vendrán en el futuro.

Creo que necesitamos más jubilados como Juanjo en las redes, en las escuelas de negocios y también en los colegios, porque sus consejos, su visión y su sabiduría deberían hacerse virales.

Y si pasas por la calle Arrabal antes de que termine el mes, estoy segura de que Juanjo te dará un consejo impagable de los suyos mientras coloca tus productos en una bolsa como el mejor proyecto de arquitectura que hayas visto, ¡ya me lo contarás!

Podéis leer artículos anteriores de Raquel Ruiz pinchando en su nombre, también en la página web de la 'coach' y en Instagram.

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