El valor de darse tiempo

Cierro un ciclo de mi vida donde hubo de todo e infinitos #demás con emociones antagónicas, con pensamientos recurrentes y esos sentimientos donde a ratos no te reconoces pero de los que no te puedes librar. Quizá haya sido el cambio de lustro, quizá… sea lo que sea, elijo renacer. Elijo verme entera con el alma siempre de bienvenida, abrazarme, respirarme lento y no asustarme, ni renunciarme. Elijo renacer. Elijo volver a ser la novia por y para vivir bien adentro, desde ese lugar llamado esencia. Me elijo.

Hace ya unos años que encontré este vestido de novia de satén de seda color marfil en una pequeñita tienda de antigüedades en El Rastro (Madrid). A veces brotan estos gestos impulsivos cuando conectas con voy a llamarlo un «no-se-qué». El brillo, la suavidad, la elegante apariencia y la consistencia de sus metros de tela están cargados de historia. Renace cada vez que lo saco a orear pero sin perder ni un centímetro de «essentia» en latín.

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