Cuando vivíamos sin móviles
LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
En el pasado apenas había teléfonos, la mayoría públicos y después se impusieron las míticas cabinasSecciones
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LO QUE EL TIEMPO SE LLEVÓ ·
En el pasado apenas había teléfonos, la mayoría públicos y después se impusieron las míticas cabinasMientras tomaba hace unos días un café hostelero, procedente de una mesa cercana escuché la siguiente pregunta: «Abuela, ¿y tú cómo podías vivir sin móvil?». Para asombro de su nieto, la señora empezó a explicar que hubo un tiempo en el que aunque ... no existían los móviles también se podía respirar. Cierto.
Disponer de teléfono es hoy tan económicamente asequible que parece mentira que en otros tiempos no fuera así. Sin embargo, poseer en casa uno de aquellos en los que había que meter el dedo en el número y girar el disco resultaba casi sinónimo de lujo. En múltiples localidades el único que existía era público y se hablaba a través de él mediante «centralita». Explicarle ahora a una persona de escasa edad de qué iba la cosa (operadora, cables, clavijas, etc.) puede convertirse en sinónimo de flipe total.
La modernidad llegó con las inolvidables «cabinas» (genialmente representadas en la tele por Mercero y la angustia ad hoc del gran José Luis López Vázquez), repartidas por las calles de las ciudades. Permitían, muchas veces previa cola, conversar cuando apeteciera. Ya desaparecidas o en penoso abandono, son un símbolo vintage.
Salta a la vista que la evolución telefónica ha sido en nuestro país, igual que otras, extraordinaria. En escasas décadas pasamos, sin término medio, de la nada al todo; de la carencia a la superabundancia. Parece lógico que planteando hogaño determinados ejemplos las nuevas generaciones no entiendan en qué pudo consistir el ayer de quienes peinamos canas (el teléfono es un botón de muestra). Conste, pues, en acta como reflexión final del presente artículo que algunos logramos sobrevivir la tira de años sin móvil. Increíble, ¿verdad? Está claro que nacimos con vocación de héroes.
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