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MARIANA CORES
Lunes, 11 de febrero 2019, 08:25
El vínculo de Daniela Girod (Madrid, 1977) con Cantabria le llega a través de sus abuelos paternos, que eran de Colindres. Sus veranos siempre han estado vinculados a la región, aunque a medida que fue creciendo, el Mediterráneo la atrapó. Con casa en ... Ibiza, conoció al que iba a ser su marido, un fotógrafo chileno, enamorado del surf, al cual la isla «no le aportaba la dosis de olas necesarias para subirse a una tabla». Ahora, «los dos somos unos enamorados de San Vicente», lugar donde le gustaría desarrollar uno de sus proyectos, uniendo el surf y la gastronomía. Mientras tanto, se prepara para participar en la tercera temporada de 'Paquita Salas'. En toda la entrevista, las risas y la espontaneidad han sido el hilo conductor.
–'Paquita Salas' ha sido una revolución. Ha enganchado tanto a jóvenes como a más maduritos... Y usted participará en la tercera temporada.
–Sí, participaré a título personal, dentro del equipo de producción. 'Paquita' es un proyecto con el que estoy muy vinculada a nivel emocional, ya que el jefe de producción, Mariano Piñeiro, es mi mejor amigo y los directores, 'Los Javis', son también grandes amigos, así que estoy deseando formar parte de la familia 'Paquita Salas'.
–Netflix ha escogido Madrid como su sede europea de producción. Va a suponer una gran oportunidad para las empresas nacionales del sector.
–Sin duda. Es una oportunidad única para las productoras y empresas nacionales vinculadas con el sector audiovisual. Estas plataformas también son muy positivas para visibilizar los proyectos de ficción que se están desarrollando en España. ¡Hay gente con muchísimo talento!
–Muchas de las personas que terminan de estudiar cine se van directas a las series gracias a estas plataformas, algo que antes no sucedía con tanta facilidad.
–Hoy en día, la mayoría de las series tienen unos presupuestos, equipos y una factura igual, e incluso superior, a muchas producciones cinematográficas convencionales. Existe una migración de talentos que huyen del cada vez más encorsetado cine comercial, para refugiarse en el universo de las series; un universo lleno de posibilidades, de libertad argumental, de tramas complejas y grandes presupuestos. Por ello, muchas personas que terminan de estudiar cine se van a trabajar a una serie. Antes, también lo hacían, pero no había presupuestos, ni existía la posibilidad creativa que hay hoy en día. No era tan atractivo. Este cambio cualitativo se ha dado por un hecho circunstancial y de transformación en los hábitos de consumo audiovisual, no porque los profesionales sean de más o menos calidad.
Estudió Biología en la Universidad Complutense, pero a falta de unas cuantas asignaturas para obtener el título, decidió cambiar de rumbo. Entró a trabajar en una agencia de comunicación de moda. Fue un punto de no retorno. Un día acudió a un rodaje, «de rebote, y me fascinó». Al ver cómo funcionaba, el productor le propuso trabajar en su empresa. Era el 2003. Durante varios años alternó la comunicación, publicidad y marketing con producción audiovisual. Como «una consecuencia lógica», fundó la productora para publicidad convencional ConectaFilms, en 2013. Con el objetivo de adaptarse a todo tipo de clientes, «cuento con un equipo pequeño fijo, que aumenta tanto como se necesite con cada proyecto». Muchos de estos clientes «me solicitaban servicios para las redes sociales». Así, hace dos años, junto a una socia, Carlonia González, creó Kult Culture, dedicada a la publicidad on line y de redes.
–¿Ve posible que las plataformas digitales lleguen a desplazar a las salas de cine?
–Creo que deben convivir; ser un complemento, no un sustituto. Para mi son formas de consumo totalmente diferentes. Ver una película o documental en una pantalla de cine es una experiencia. No es comparable. La magia de ver una película en una sala de cine es indiscutible. De hecho, se rumorea que la dirección de Netflix está considerando comprar cines para proyectar sus propias películas.
–Los anuncios están evolucionando. Ahora no vale solo con el formato para la televisión. Hay que contar con las redes sociales. Usted ha trabajado para Vogue, Suárez, Nike, pero lejos del formato habitual.
–En los últimos años hemos asistido a una caída constante de la ventana televisiva, a favor de la comunicación on line. Esta fue una de las razones de crear Kult Culture, junto con mi socia Carolina González, para poder adaptarnos a esta nueva realidad. Con ConectaFilms (mi otra empresa), seguimos haciendo proyectos publicitarios para la televisión, ya que los productos de gran consumo aún necesitan este medio como vía de comunicación.
–Al igual que con 'Paquita Salas', le gusta volar por libre con proyectos personales.
–A nivel personal, me encanta diversificar y llevar a cabo proyectos de todo tipo. Soy una apasionada de la gastronomía, del mar y de Cantabria, así que sería un sueño llevar a cabo algún proyecto que uniera todos estos elementos y poderlos desarrollar en mi amada San Vicente de La Barquera. Aún solo es una idea, un proyecto incipiente, ojalá pronto pueda contaros algo de este sueño.
–El modelo del municipio de Ribamontán al Mar, donde han creado un industria que gira en torno al surf, ¿es un buen modelo a seguir?
–Sin duda, Ribamontán al Mar es un ejemplo de buen hacer y de cómo saber adaptarse a las nuevas oportunidades turísticas. Crear estructuras al respecto y adaptar la oferta hostelera, gastronómica y de servicios a este nuevo consumidor, lo hace un modelo a seguir, fácilmente replicable en otras zonas de la costa cantábrica.
–Además de las playas y el surf, ¿qué otros atractivos tiene Cantabria y que no se saben vender?
–Hay mucho sin explotar, como la gastronomía. El producto cántabro es excepcional y hay grandes chefs y restaurantes, como las estrellas Michelin, pero no se les ha hecho el marketing y la comunicación adecuada, como en el caso de sus vecinos vascos. Echo en falta una oferta hostelera y de servicios dirigida a otro tipo de viajeros. Uno que busca naturaleza y playa, pero también un alojamiento de mucha calidad y una oferta gastronómica potente. Hay que situar Cantabria en el mundo, más allá de España.
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