«Garantizar el alojamiento es básico»

Ana Martínez es trabajadora social del programa 'Inclusión: atención y alojamiento a personas y familias en riesgo de exclusión en el ámbito rural' que desarrolla Nueva Vida en Cabezón de la Sal con el apoyo de Fundación la Caixa.

- ¿El medio rural facilita la integración de familias en exclusión?

- El entorno rural te da tranquilidad, todo está accesible, no hay prisas, no hay coches circulando a toda velocidad, todo el comercio está próximo y encuentras casi todos los servicios. Esto que parece una nimiedad, en la salud mental de una persona que está pasando por una situación estresante, preocupante y de incertidumbre es algo muy positivo y que como profesionales valoramos. Cuando esa persona se centra en la solución, sin ruidos externos, tiene un entorno más favorable para superar las dificultades.

-¿En qué consiste el acompañamiento de este programa?

-El programa es totalmente adaptable a cada situación. Cuando una persona o familia nos pide ayuda, se valora y se marca un itinerario individualizado, estipulando diferentes tiempos e intervenciones. Pueden ser unos días o meses, va a depender de su situación, igual que la regularidad de las visitas y gestiones. Hay trámites que no dependen sólo de nuestro trabajo, dependen de organismos públicos y sus resoluciones llevan tiempo. Esos tiempos se tienen en cuenta y, mientras, se van trabajando otras áreas con estas personas.

- ¿Es el acceso a la vivienda el primer paso hacia la estabilidad de familias en situación de emergencia social?

- Sí, por supuesto. No tener un techo supone una inseguridad que provoca una gran inestabilidad a todos sus miembros. A nivel físico es no pasar frío, pero a nivel emocional también es guarida, cobijo, hogar... Una serie de factores sobre los que se sustenta todo lo demás: el acceso a un empleo, sistema de salud o sistema educativo, entre otros.

- ¿En qué consiste la ayuda que ofrece Nueva Vida a estas familias?

- En apoyar en un momento determinado de dificultades, para poder recomponerse y volver a una vida autónoma. Para ello se cuenta con una trabajadora social, que es quien inicia el primer contacto mediante una entrevista y valora la adecuación al programa. Es también quien después, durante todo el itinerario, realizará los trámites administrativos que esas personas necesiten. A su vez se trabaja de manera transversal con el resto de profesionales de Nueva Vida, contamos con una abogada, con técnicos de inserción laboral, psicólogas, personal de acompañamiento y formadores.

- ¿Con cuántas familias se trabaja y con qué resultados?

- Ha habido tres familias, dos de ellas con menores de edad. Las tres familias han estado el tiempo necesario para darles apoyo a nivel administrativo e incluso jurídico, mientras se resolvían sus trámites, y han salido para iniciar un nuevo camino. Una de ellas tan solo estuvo 15 días, pero sirvió de puente necesario para ir a otro programa que se valoró más adecuado a sus necesidades, ya que estaban en una situación muy complicada, y con dos menores de nueve y cinco años. Otra de las familias, también con un menor de dos años, llegó a estar tres meses, mientras se resolvían sus trámites administrativos y judiciales debido a un accidente que tuvo graves consecuencias en su economía y pérdida de vivienda. Cuando alguien se plantea solucionar sus problemas teniendo un hogar donde poder comer y dormir, la situación es mucho más llevadera.

- ¿Con qué objetivos empieza Nueva Vida el año?

- Nuestros objetivos se mantienen: servir de 'puente' para que aquellas personas que se encuentran en contextos difíciles tengan una oportunidad para salir adelante, empezando por un hogar en el que recomponerse.

- ¿Qué ha quedado pendiente en el 2023 en el área de la inclusión social?

- Para nuestra entidad, garantizar alojamiento como primer paso para favorecer la inclusión social es básico. Por ello la apuesta de Fundación la Caixa por financiar programas como este es tan importante. Enfocarlo en entornos rurales para combatir la despoblación también es un acierto, por eso debería existir un esfuerzo conjunto de todos los agentes sociales para reforzar este tipo de iniciativas y que, entre todos, la dificultad del acceso a la vivienda existente en la actualidad no suponga una barrera para estas personas.

- ¿Cuál es la primera necesidad para las familias en riesgo de exclusión?

-La primera es el acceso a la vivienda, es complicado porque no suele haber alquileres, y si los hay son precios elevados, y casi siempre pisos o casas completas. No está muy ofertado el compartir piso en las zonas rurales, con lo cual el pago de la mensualidad, más la fianza y los seguros hacen que sea casi inasumible para una persona acceder a ello. Además, una persona que está saliendo de un contexto de exclusión, a pesar de haber empezado a trabajar, casi nunca puede aportar garantías que se exigen hoy día como: contratos laborales con antigüedad, avales bancarios, declaraciones de IRPF anteriores... La otra es el empleo y la movilidad, una familia en exclusión es frecuente que no tenga vehículo propio, dependen del transporte colectivo para las conexiones entre pueblos.

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