Familia Ruiz Aldama: «Nuevo Futuro siempre está ahí para ayudarnos»
COMPROMETIDOS ·
Nahia, de siete años, y Martina, de cinco, acuden al centro de día ubicado en la colonia de Los Pinares, que se ocupa de niños en riesgo de exclusión y ayuda también a sus padres
La vida de la familia Ruiz Aldama dio un giro hacia la estabilización y el equilibrio cuando hace ya casi tres años se toparon con el centro de día de la asociación Nuevo Futuro, que cuenta con la financiación de la Fundación 'la Caixa'. Pensado para atender a los menores en situación de desprotección económica, personal, familiar y social, va más allá y acoge bajo su amparo a la familia completa. Nahia (7 años) y Martina (5 años) acuden cada día al centro ubicado en la colonia de Los Pinares (la ONG tiene tres más en Santander). «Son felices viniendo aquí», comentan sus padres, Eneritz y José, sin poder ocultar lo a gusto que se encuentran en este bajo de la calle Trasmiera. Su vida no es fácil, pero el equipo del centro de día «nos ha cambiado la manera de afrontar los problemas. Siempre están ahí», afirman los padres. Nahia y Martina son como el yin y el yang. La primera es puro nervio, rápida. La segunda es paz y silencio. Pero ambas felices por el mundo de posibilidades que les abre el centro y al que nunca hubieran podido llegar por su propios medios.
-¿Qué hacéis cuando venís al centro de día de Nuevo Futuro?
-Nahia y Martina: ¡Hacemos experimentos! Tenemos los 'Viernes científicos', que nos encantan. Además de estudiar, leer y pintar, claro. Pero hablamos de cosas importantes, como la naturaleza y cómo cuidar el planeta. Cuando se puede, vamos a la playa a recoger plásticos. También vamos al parque, que aunque no podemos tocar otros niños, entre nosotras sí, porque somos hermanas. Otros días nos hablan de la alimentación saludable y además, merendamos aquí todos los días.
-Cómo padres, ¿también participan?
-Eneritz y José: Sí. En todo lo que se nos requiere y más allá, porque el equipo del centro de día siempre está disponible cuando les llamamos en busca de ayuda. Por un lado, acudimos al curso de 'Paternidad responsable', que nos proporciona unas técnicas que nos ayudan a educar. Por ejemplo, cuando se portan mal, en lugar de optar por el castigo, optamos por el acto-consecuencia y se nota mucho en cómo responden de bien las niñas. Ahora reflexionan sobre lo que han hecho. También es fantástico porque te relacionas con otros padres que también tienen problemas con sus hijos o parejas y te puedes apoyar en sus experiencias. Nos ha venido muy bien para saber cómo gestionar el comportamiento sumamente nervioso de Nahia. Ahora hay mucho menos tensión entre los cuatro, porque también nos afectaba a nosotros, como pareja. Además, el programa de alimentos nos los proporcionan semanalmente. Estamos muy agradecidos, porque ha habido momentos muy difíciles.
-¿Qué avances han notado en Nahia y Martina desde que comenzaron a ir al centro de día?
-Eneritz y José: Llevamos casi tres años viendo aquí y nos han hecho ver que la familia es un equipo. Que no puede haber fisuras entre nosotros, como padres, por el beneficio de las niñas. También las vemos felices. Es su gran motivación venir aquí todos los días. Y para nosotros, es difícil de explicar el bienestar que nos produce sentir a nuestras hijas así de contentas y seguras.
«En el confinamiento, el equipo del centro hizo de enlace con el colegio de las niñas y nos trajo comida»
-¿El centro está en coordinación con el colegio? ¿De qué manera?
-Eneritz y José: ¡Sí! Y es un gran alivio. Están en constante contacto. A Nahia le cuestan un poco las letras, así que en el centro recibe apoyo. Durante el confinamiento fue fundamental, ya que actuó de enlace entre nosotros y el colegio, para que no se parara todo. Una vez a la semana, además de traernos comida, nos traían el material con el que las niñas tenían que trabajar. Nos lo dejaban en la puerta. ¡Estamos tan agradecidos! Nos hicieron mucha compañía. Nos dimos cuenta de que no estábamos solos y que todo el equipo está ahí para ayudarnos con nuestros problemas. Los primeros meses fueron muy complicados, porque yo (José) entré en ERTE y no me pagaron durante tres meses y a Eneritz, que es auxiliar de enfermería, le redujeron las horas trabajo.
-La brecha digital es una de las grandes amenazas de la desigualdad y más en época de pandemia. ¿Les han ayudado desde el centro de día?
-Eneritz y José: Dadas las edades de las niñas, no precisaron de estar conectadas on line al colegio durante el confinamiento. Con las fichas que hacíamos, les sirvieron para estar al día. Y las videoconferencias las hacíamos, y seguimos haciéndolas, con el móvil. Pero sé que hay otras familias que lo tienen mucho más complicado, bien porque no tienen wifi o suficientes datos móviles o ni siquiera un soporte digital. El centro lo solventó todo para que los chicos que precisaban conectarse on line con sus profesores no perdieran el curso.
-Imagino que la pandemia está complicando todo aún más. ¿Qué es lo que les está resultando más difícil?
-José: Como ya comenté, yo estoy en ERTE. Menos mal que por lo menos ya cobro lo que me corresponde. Pero arrastramos el desequilibrio económico de los primeras meses, donde nuestros ingresos se redujeron considerablemente. Nuestra suerte es que aquí nos ayudan con la comida. Pagar las facturas es lo que más nos angustia.
-¿Qué os gustaría hacer de mayores?
-Nahia: ¡Policía! Porque es gente muy buena y quiero ayudar a otros.
-Martina: Doctora, para curar y que no haya coronavirus.
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