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El buen tiempo, el sol de la tarde, el verano, la solidaridad y el amor. Todo se juntó como excusa perfecta para hacer una fiesta en una bonita casa de El Sardinero, a la que DLujo fue invitado. Los anfitriones decidieron darle a su aniversario (llevan 40 años juntos) un sentido solidario, por lo que no dudaron en ayudar a un amigo de su hija Carlota, Albert Gibert, en dar a conocer su asociación benéfica, Kukura. Así, con la ayuda de Semilla Eventos, ambientaron la terraza con telas y accesorios africanos y las velas, las luces, la música y el buen ambiente hicieron el resto. Solo hubo una única condición puesta por los anfitriones a sus invitados: nada de regalos, únicamente una donación para Kukura.
Durante la velada, Gibert explicó el fin de la asociación: ayudar a un orfanato-escuela con 250 alumnos, de los que 80 son huérfanos, situado en Uganda. Gilbert llegó al país africano, por primera vez, en 2019. Era un viaje solidario. «Me enamoré del país y decidí que tenía que hacer algo por ayudar. Dada la mala educación sexual que existe en este país, con más de tres millones de habitantes, de los que el 56% son menores, con una media de edad de 15,8 años, la consecuencia es que hay muchos más embarazos no deseados de los que debieran. Las madres, desesperadas, tiran a sus bebés a los cubos de basura o los abandonan en el bosque», cuenta.
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Ante esta dura realidad, Gibert y su amiga Beatriz Cienfuegos decidieron implicarse y crear Kukura, para colaborar directamente con la ONG local Feed My Lamb Kabarole, propietaria de un orfanato-escuela. «Tenemos un doble objetivo. Por un lado, ayudar en lo posible para que consigan ser independientes económicamente, que lleguen a ser autosuficientes. Que no dependan tanto de las ayudas de fuera. Para ello, les asesoramos en la gestión de los propios cultivos y mejorando sus infraestructuras, como las cocinas, por ejemplo, para que aprovechen mucho más la comida», contaron.
Además, «en parte de sus terrenos queremos construir un 'babies home', un lugar donde las madres puedan dejar a sus hijos, en lugar de abandonarlos. Su coste es de entre 80.000 y 100.000 euros. Llevamos recaudados 50.000, con los que ya hemos empezado a construir el lugar de acogida».
A todo ello se suma la intención de ampliar la edad de escolarización de los chicos en la escuela de la ONG, que ahora va de los 6 a los 16 años, para que puedan seguir estudiando y hagan lo en España equivaldría al Bachiller «y que así tengan la oportunidad de acceder a la universidad. Con una buena formación, podrían volver a continuar con el proyecto y seguir mejorando la vida de los niños ugandeses», concluye Gibert con mucha ilusión. También invita a que todo aquel que lo desee a que «siga el proyecto a través de este link, en el que también se puede hacer una donación».
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