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Lorea Hoya ve la vida a través de la pintura. Cuando en el colegio le hacían sumar manzanas, ella, en lugar de números, pintaba las frutas. Así que desde pequeña tenía claro su futuro. Tras elegir el Bachillerato de Artes en el instituto Torres Quevedo (Santander), se graduó en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, en la especialización en pintura. En un momento en el que diferenciarse del otro es una tarea ardua, con unas redes sociales que llevan a que lo genuino se convierta en miles de réplicas, el instinto de Lorea le llevó a especializarse en pintura rápida.
«Siempre me llamó la atención ver a tantos artistas, en los concursos de pintura rápida, con sus caballetes. Hace ocho años, estando aún en Bachiller, me apunté a uno de Baños de Ola, en El Sardinero. ¡Y me encantó! Desde entonces, voy a todos los que puedo», explica. Pero lejos de parecer algo sencillo, dominar esta técnica «no es algo fácil. Hay que controlar mucho de luz, proporciones y color», asegura.
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Tras hacer un máster en Formación de Profesorado, con la intención de opositar el año que viene para sacar una plaza como profesora de pintura de Secundaria, está trabajando en una joyería, «pero, aunque me encanta, lo mío es la pintura y ahora, con 24 años, he creado una empresa dedicada a pintura rápida para eventos de empresa, o para una boda, comunión, un bautizo... Se puede consultar lo que hago a través de mi Instagram (@conlorea). En España solo he encontrado a otra persona que lo haga, pero en EEUU es algo que está muy de moda», señala.
Así, esta artista que pinta en acrílico y que se inspira en los cuadros de Sorolla y los impresionistas, se ha lanzado a esta nueva aventura, «dirigida a personas que quieran algo único, un recuerdo que no pasa inadvertido para nadie». Pensando en las bodas, «cada vez más, las parejas buscan algo que les diferencie del resto de celebraciones, que sorprenda a sus invitados. Esta es una opción perfecta. ¡Es algo único!», comenta con entusiasmo. También pensó en un bautizo o una primera comunión, «es un regalo ideal para unirse varios amigos o familiares, por ejemplo. Fotos y videos no van a faltar, pero ¿una pintura de tu hijo en ese momento tan especial?».
Hacer un cuadro siguiendo esta técnica «lleva entre cuatro y seis horas, para un lienzo de un tamaño de 100 por 81 centímetros. En el caso de que me encarguen una pintura de una ceremonia religiosa, como dura una hora, hago antes unas fotos, y así, mientras se sirve el aperitivo o la comida, yo lo termino». El precio va desde los 500 euros.
Lorea es optimista y se muestra convencida de que logrará dedicarse a lo que le gusta, pintar y enseñar a otros a hacerlo. Cree que es necesario «apoyar más a los artistas jóvenes. Tan solo con hacernos más visibles, ya es un avance. Que nos ayuden a hacer más exposiciones para darnos esa oportunidad de que la gente nos conozca». Por ello, entre otras razones, sigue acudiendo a los concurso de pintura rápida. En el último, que tuvo lugar el pasado fin de semana en Salamanca, obtuvo un segundo puesto. «La verdad es que el resto de participantes me miran un poco extrañados, porque no hay mucha gente joven que haya adquirido esta técnica como yo, pero es que ya son muchos años practicándola».
Su concurso preferido es el de 'Costa Quebrada', que se suele celebrar en junio y al que acuden artistas de toda España, «somos unos 40 y es muy bonito vernos a todos con nuestros lienzos y pinceles. Ojalá se convoque este año el de Baños de Ola», deseó.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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