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DLujo se adentra en 'La Península', la casa que mira al Cantábrico y a la ría de Tina Menor

Refugio de celebridades y de personas que huyen de los focos mediáticos, su decoración elegante, de colores neutros, y su acceso a una pequeña cala, hacen que el lugar sea único

Mariana Cores

Santander

Viernes, 14 de abril 2023

Al entrar en 'La Península', una de las casas que Wishome tiene en Cantabria, uno tiene la sensación de estar adentrándose en un barco, pues todo apunta hacia la proa, a modo de terraza suspendida sobre el Cantábrico. Los inmensos ventanales de los salones y cuartos dan al mar Cantábrico y ala desembocadura de la ría de Tina Menor, en Pechón.

Con cinco habitaciones, más la creada al lado de la piscina (en total tiene capacidad para 21 personas, con un cuarto con literas) los colores neutros lo dominan todo, así como el yute, en las alfombras, o el lino, en las cortinas.

Un camino serpenteante, sin asfaltar en algunos de sus tramos, nos dirige hacia esta casa, que esconde un tesoro. En una ubicación única, el paraíso que se abre tras el portón, donde se descubre, entre otras cosas, un acceso, a través de unas escaleras estrechas y empinadas, a una cala a la que solo se puede llegar desde el mar o desde la planta baja de la casa.

Todo invita al relax, a desconectar con el mundo, y a disfrutar de esta manera privilegiada de la naturaleza, a través de los acantilados, únicos vecinos de 'La Península'. Por todo ello es elegida por celebridades y personas perseguidas por los medios para alojarse, ya que es un lugar ideal descansar en la intimidad y se mima hasta el último detalle, ya sea a hora del desayuno, servido con las delicias de la pastelería Las Hijas de Pedro, de Cabezón de la Sal; las flores frescas y secas de Roberto Harvest, que no abandonan las casa; o la vajilla, descubierta en Antigüedades Merale, en Comillas.

La casa, adquirida en 2020 y anclada directamente a la roca, no requirió de mucha reforma. Como explican sus propietarios, «fue un flechazo». A los pocos meses, ya estaba lista para ser disfrutada.

Pero no solo los días soleados son un espectáculo en esta casa que se adentra en el mar. Cuando hay temporal, las olas cruzan el jardín de lado a lado, estrellándose contra los cristales, como si estuviera navegando por alta mar.

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