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El diseño de casa veraniega del gestor cultural Fernando Francés, situada en la privilegiada y exclusiva urbanización de Somo Boo, «surgió de manera natural tras la primera visita al lugar, en un atardecer de un día de fin de verano», recuerda el arquitecto cántabro Eduardo Fernández-Abascal, autor de esta vivienda, de 700 metros cuadrados, orientada al sur, con unas espectaculares vistas a la ría de Cubas, a Peña Cabarga y a sus montes.
Esta formada por tres habitaciones, la principal con acceso directo a un pequeño y resguardado jardín donde poder desayunar o sentarse a leer. Pero lo primero que llama la atención son los muebles. Piezas únicas, de coleccionista, del Movimiento Moderno (1925 y 1965), que Francés ha ido adquiriendo por todo el mundo.
En ocasiones, el experto en arte aprovechaba sus viajes para acudir a alguna galería o casas de subastas. Pero también se ha traslado expresamente hasta países como Mauritania para adquirir piezas de diseñadores como Le Corbusier, Pierre Jeanneret, o la arquitecta y diseñadora francesa Charlotte Perriand.
De sus paredes cuelgan obras de pintores de la altura de Olafur Elliasson, Sol Lewitt, Yoshitomo Nara o el cántabro Juan Uslé, entre otros.
La casa está pensada para disfrutar al máximo de los días buenos, y no tanto, del periodo estival, pero también para hacerlo del jardín durante las escapadas de otoño o invierno. Ello se debe a su buena orientación y a su diseño con planta en forma de 'L', que permite el resguardo del jardín, donde se ubica una piscina, a modo de una alargada lámina de agua.
La estructura del edificio también permite diferenciar bien en los dos cuerpos de la 'L' las zonas de día y noche. La organización, además, crea un área de jardín protegido, con vistas sobre la ría, al que se abren la mayor parte de las estancias.
En cuanto a los materiales que conforman esta vivienda, destacan, en su exterior, hormigones tratados, revestimientos de aluminio, celosías de roble, y profusión de vidrios. En el interior: piedra caliza blanca, tillos de roble, pavimentos de caucho y pinturas al silicato.
Sin duda, se trata de una casa para disfrutar con los cinco sentidos, sin prisas, dedicando tiempo a uno mismo, desde cualquiera de sus luminosas estancias.
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