DLujo descubre una casa-cubo en la ría de Cubas

Cuando hace 46 años el arquitecto Jerónimo Junquera y su mujer, Carmen González Bueno, fueron a ver la parcela donde ahora se levanta su casa-cubo, en Somo Boo, «solo había prados y vacas a nuestro alrededor». Hoy es la milla de oro de Cantabria y al haber sido de los primeros en establecerse sobre la ría de Cubas, su casa cuenta con unas de las mejores vistas de toda la zona. Cada mañana se levantan con el campo de golf de Pedreña, la playa del puntal y la bahía de Santander a sus pies.

Lo primordial, recuerda, «es que pudiera tener un embarcadero, porque a los dos nos encanta navegar a vela». Así, un día, a punto de aterrizar en Santander, desde el avión divisaron esta parcela, «yo calculé cuál era el lugar más cercano al canal de navegación y vi que se podía hacer un pantalán unido a la finca. Así, según nos bajamos del avión, vinimos a verla. Al día siguiente, la compramos. Un año después, la casa ya estaba construida».

La vivienda la diseñó para que «consumiera la mínima energía posible». Para ello, señala que «a la hora de construir una casa, siempre me esfuerzo en conocer el clima de la zona y me fijo en la arquitectura popular, la que lleva ahí toda la vida. Así orienté ésta».

Señala que la primera clave fue «hacer la fachada norte y este, opaca, sin mucha ventana, para hacer frente a los vientos fríos que provienen de esta zona. Por otro lado, están las fachadas sur y oeste (las principales), que reciben los vientos más cálidos, a las que abrir la vivienda».

Por otra parte, «envolví la casa en un armazón de cristal o miradores acristalados, orientados hacia el sur y el oeste, que funcionan como captadores de la radiación solar, haciendo de reguladores climáticos».

Estos reguladores climáticos calientan el aire que se conduce por debajo del suelo (la casa está elevaba, creando una cámara entre la tierra y los suelos de la vivienda) y que sale a través de una cámara de aire instalada en las fachadas frías, norte y este, provocando una circulación de aire permanente, sin motorización y sin consumo energético, en consecuencia. Así, se mantiene en el interior de la vivienda un clima óptimo».

Pasa medio año en estos dominios y adora «andar descalzo todo el día, incluso cuando bajo a Somo a hacer algún recado». Su tiempo lo pasa «trabajando a distancia, leyendo, paseando o navegando a vela», cuenta. A veces «no me queda más remedio que moverme por cuestiones del estudio, pero mis hijos, Jerónimo y Ana, lo llevan muy bien».

Junquera Arquitectos ha desarrollado proyectos de la envergadura de la Integración del Puerto en la Ciudad de Málaga, la Torre de la Isla de Chamartín o la Fundación Ortega y Gasset-Marañón, en Madrid) o edificio de Ifema, junto a Estanislao Pérez Pita, en 1985, tan elogiado por su diseño durante el covid, ya que se convirtió en hospital de campaña. Todo ello lo compagina con el patronato del colegio Estudio, creado en 1940 por Jimena Menéndez-Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro (esta última, su tía), en Madrid, y donde él estudió.

Sentados en su jardín, mirando a la bahía, reflexiona sobre la necesidad de regular el tráfico de la misma, «el jardín azul de Santander, como lo describió Chillida», apunta. «Fíjate, en este mismo espacio navegaban desde un carguero, pasando por un barco óptimis, o una tabla de surf o una embarcación a remo, que tanta tradición tiene en esta bahía. El éxito de este gran jardín azul es su gran utilización, pero precisamente por ello habría que pensar en que pueda utilizarse respetándonos los unos a otros, teniendo cuidado con la ola, el ruido de los motores y la velocidad a la que navegan algunos».

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