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Todo empezó alrededor de una mesa y una botella de txacolí. Así nació el sueño de Esther Olaizola y Gabriel Bueno por crear una bodega que mirara al Cantábrico, en 2013. Dos años después disfrutaron de su primera vendimia, en unos terrenos a los que solo les separa del mar un kilómetro de distancia. Familia y amigos se unieron y fundaron las Bodegas Miradorio, en Ruiloba, cuyas uvas crecen en unas pendientes de más de un 35%, orientadas al norte.
El proyecto lo iniciaron junto a miembros de su familia, a los que se les unieron dos matrimonios amigos. Hubo días duros, de lucha contra todo tipo de inclemencias y al inicio contaron con pocos apoyos. Pero su esfuerzo y el trabajo bien hecho les dieron sus frutos: unas uvas muy especiales, que cuando sopla el Gallego, son salpicadas por el agua del Cantábrico. Como cuenta a este periódico el matrimonio, «el clima atlántico nos permite hacer vinos con una acidez difícil de conseguir en cualquier otra parte del mundo, aportando matices diferentes dentro del complicado y competitivo mercado enológico. Nuestra esencia, en la costa occidental de Cantabria, no puede ser otra que llevar el mar a nuestros vinos».
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Daniel Pedriza
Visitar la Bodega Miradorio va más allá que de una experiencia para el paladar. Todos los sentidos se activan en el viñedo, situado en uno de los acantilados de Ruiloba, de donde toma el nombre la bodega, Miradorio. Su privilegiada situación hace que se pueda disfrutar tanto del mar como de los Picos de Europa, y los cuales se pueden visitar en uno de los todoterreno de la empresa.
De estas bodegas salen tres vinos: dos blancos elaborados en Ruiloba (Tussío y Mar de Fondo) y un tinto bajo la DO Rioja (Oureas 2018), elaborado con las uvas procedentes de una finca que poseen en La Rioja Alavesa.
Tussío es fruto de la combinación de las variedades Hondarrabi Zuri (70%) y Albariño (30%), provenientes de 3.200 cepas de los viñedos Tussío y El Castillo. Se trata de un vino fresco y aromático, con marcada personalidad y un color amarillo limón brillante.
En cuanto a Mar de Fondo, está elaborado con la mejor selección de las cuatro variedades de uva (Riesling, Hondarrabi Zuri, Albariño y Godello) cultivadas en sus viñedos desde la primera vendimia en 2015. De color amarillo brillante, destacan en nariz las frutas cítricas con notas minerales y de flores blancas.
Por último, el tinto Oureas, elaborado 100% con Tempranillo, su sabor recuerda a fruta fresca levemente madurada, asociada con notas de maderas, se distingue por su color cereza–rubí.
Los visitantes, tras pasear por los viñedos, se trasladan a la bodega, donde pueden comprobar las distintas fases del proceso de elaboración. Y finalmente llega la cata, ya sea en una de las estancias interiores, o entre los viñedos del jardín. Los caldos se acompañan de un aperitivo con productos gourmet de Cantabria o también se puede encargar una comida completa. Pocos son los que no caen en la tentación de volver a casa sin una botella en el maletero.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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