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Vista de la 'Casa de Mareas', en Escalante. Daniel Pedriza

Dlujo descubre una casona montañesa del siglo XVI en Escalante

En la restauración de 'Casa de Mareas' se ha intentado mantener al máximo los materiales originales y se ha tenido muy en cuenta en todo el proceso la sostenibilidad para que redunde en el bienestar del huésped

Mariana Cores

Santander

Domingo, 21 de mayo 2023

En octubre de 2014, Silvia Girón y su hija, Silvia Hengstenberg, crearon una inmobiliaria, «una boutique de propiedades singulares», como la describen ellas, The Sibarist. Para entrar en su cuidada página web, mejor estar advertido: uno querría quedarse con todas ellas, pero sus precios solo están al alcance de unos pocos, ya que se trata de propiedades (tanto a la venta como para el alquiler) muy especiales, situadas en lugares privilegiados por toda España.

A Cantabria les une un vínculo muy especial con la región, ya que los bisabuelos de Girón veraneaban aquí y uno de sus abuelos era cántabro. Por ello Girón, junto a su hermana, Penélope, decidieron comprar una casona montañesa blasonada del siglo XVI, en Escalante (conocida como Casa de Lamadrid y cuyo escudo familiar aún se mantiene en la fachada) que reformaron por completo y que estuvo lista para estrenarse justo cuando el covid lo arrasó todo.

El trabajo de rehabilitación fue arduo y concienzudo, basado en dos premisas esenciales: recuperar todo el material posible original y, el que no, sustituirlo por otro del estilo, sacado de derribos. Pero también se incorporaron las últimas tendencias en diseño atendiendo a la Neuro Arquitectura (su objetivo es construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas), creando así uno de los proyectos que más ilusión les hacía: «hacer una casa que cuide de ti», explica Hengstenberg.

Para ello, 'Casa de Mareas', como se llama la propiedad, de 600 metros cuadrados, se orienta al bienestar del huésped, lo que ha supuesto utilizar solo pinturas ecológicas que absorben el CO2, ayudan a evitar humedades y mejoran la calidad del aire; filtros para el tratamiento del agua, o un internet LIFI, que reduce la conexión electromagnética.

Los suelos no se consiguieron rescatar, así que para la planta de las habitaciones se buscaron unos de pino de cien años de antigüedad, como las puertas. Pero en la primera planta el suelo es de cemento pulido, que lejos de destacar, se funde con las paredes de piedra.

Otro contraste que encaja como un puzle es el del suelo hidráulico del hall de entrada con las modernas escaleras de chapa o el ascensor de cristal y hierro forjado. Para solucionar la falta de luz natural, común a todas las antiguas casonas, se optó por sacrificar parte de la segunda planta y se abrieron ventanas en el tejado, de tal modo que un amplio haz de luz atraviesa toda la casa.

Siete habitaciones

Las siete habitaciones con sus baños están decoradas en tonos neutros y con mobiliario encontrado en anticuarios. También destacan las obras de arte de sus paredes, que pertenecen a artistas emergentes de la plataforma Arte u Ready, impulsada por The Sibarist.

Con el objetivo de atraer a empresas para convivencias o a personas que estén teletrabajando, en la buhardilla se ha creado una zona de trabajo, con ocho puestos y tecnología LIFITruLifi, que en lugar de señales de radio (como Bluetooth, Wifi, 4G/5G…), utiliza ondas de luz y ofrece una tecnología de transmisión y recepción de datos inalámbrica. Es más rápida, segura y saludable porque reduce la exposición a radiaciones electromagnéticas.

A la casa original se le unió la zona de las cuadras, de tal manera que, si se necesita menos espacio, la una es independiente de la otra y no hace falta abrir las dos, ya que ambas disponen de cocina y servicios como el gas o luz, independientes.

Sin duda, no se me ocurre otro lugar en el que quisiera teletrabajar o pasar un fin de semana de chimenea y manta o de comidas con largas sobremesas en el porche, protegido por lonas con forma de vela que hacen al lugar aún más especial.

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