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La librería de libro viejo, situada en la casa del inglés Alastair Carmichael, en Lloreda de Cayón, está repleta de tesoros, como primeras ediciones o libros dedicado por el autor. Daniel Pedriza
DLujo

La magia del libro viejo en una peculiar librería, en Lloreda de Cayón

El inglés Alastair Carmichael lleva 30 años dedicado a este tipo de obras, en su casa cántabra, entre las que destaca una primera edición en español de 'Veinte mil leguas de viaje submarino', de Julio Verne

Mariana Cores

Santander

Jueves, 5 de octubre 2023, 14:43

En Lloreda de Cayón, un pueblo de poco más de 400 habitantes, situado en Santa María de Cayón, existe una casa tomada por una librería de libros antiguos, que llenan todas sus paredes, pasillos, entrada, hasta en la cocina hay libros. Se trata de un lugar mágico, donde se respira historia, poesía, aventuras, amor, desamor.. Detrás de este singular lugar está el inglés Alastair Carmichael (Sussex, 1959), quien durante 22 años estuvo al frente de la Feria del Libro Viejo de Santander.

Entre los tesoros que se pueden encontrar en esta librería está una primera edición, de 1869, de 'Veinte mil millas de viaje submarino', de Julio Verne, que salió a la luz en España antes que en Francia, de donde era el escritor. Entre las obras preferidas que han caído en manos de Carmichael, y que el amante del buen leer puede encontrar rebuscando, está un libro Gerardo Diego, que dedicó a Fernando Calderón en 1932, y que está dedicada, además de por el autor, por otros poetas, como Rafael Alberdi, Dámaso Alonso o Jorge Guillén.

Su pasión por los libros le viene de joven, pero se afianzó durante los años que estudió Literatura Inglesa en Oxford. En sus calles empedradas descubrió las librerías dedicadas al libro antiguo, o viejo, como a él le gusta llamarle, «para mi, un libro es viejo cuando ya ha pasado por unas manos. No es cuestión de antigüedad». Y entre estas páginas viejas se pueden encontrar obras desde tres euros hasta los 20.000.

Pero lo que al librero le haría de verdad ilusión es que «la gente viniera a la librería. Que esté en contacto más con los libros, que los toque, los lea… Pero en Cantabria hay poca tradición, no es como en Inglaterra». Por ello, casi todas las ventas las hace on line.

Además de vender libros y de restaurarlos, Carmichael también es impresor. Compró hace unos años una imprenta Minerva manual de principios del siglo XX, que colocó en una de las estancias de su casa, también con las pardes tapizadas de libros. Los utensilios de imprenta, la maquinaria, los tipos, los chivaletes, los componentes de bronce, los espacios, las regletas y las grandes letras de madera proceden de dos imprentas tradicionales de Santander que cerraron. Hace ya algunos años que no imprime ningún libro, pero sí hace algunos otros trabajos.

Pasar una mañana o una tarde, perdido por este laberinto de estanterías, repletas de libros, donde hay bancos y sillas para sentarse a deleitarse con estos tesoros, es un verdadero privilegio.

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