![Carlos Arias, el chef cántabro que nunca viste en chándal](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/201910/31/media/cortadas/carlosariascdm2-kryE-U90556142001dqC-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
Carlos Arias, el chef cántabro que nunca viste en chándal
SOBRE LA VIDA Y LA MODA ·
Al frente del restaurante Emma, en Suances, se reconoce como un hombre presumidoSecciones
Servicios
Destacamos
SOBRE LA VIDA Y LA MODA ·
Al frente del restaurante Emma, en Suances, se reconoce como un hombre presumidoA mí dame un rincón con vistas al mar y ya no me hace falta nada más. Puedo quedarme horas contemplando el paisaje y deleitándome con los cambios de luz. Con esto y una buena conversación ya tienes toda mi atención y parte de mi corazón. Sobre todo, si la conversación mezcla diferentes temas como restaurantes de moda, viajes y descubrimientos personales…
Algo parecido me ocurrió el otro día cuando llegué al lugar en el que había quedado con Carlos Arias (@ariasegurencarlos). Su restaurante Emma, valientemente ubicado en Suances. Un espacio que no solo te deleita con sus sabores sino también con sus imponentes vistas a la ría de San Martín y al indomable mar cantábrico. Desde luego escuchar la historia de alguien tan apasionado por su trabajo promete todavía más desde un lugar como este. Más cuando me encuentro con un profesional que cuida su imagen, pulcro hasta el extremo y presumido confeso. Es más, me confiesa que no usa nunca chándal, que le gusta vestir bien.
Creo firmemente, después de conocer un poco más a Carlos, que su destino no solo estaba en un restaurante, sino que estaba concretamente aquí. No podía ser de otra manera pues creció entre fogones y negocios de hostelería que regentaba toda su familia. De esa manera no es de extrañar la pasión con la que habla de su trayectoria, de la creatividad que hay en sus platos o de la vida en general y de cómo hay que apreciar cada momento. Lo ha vivido desde pequeño y eso se nota.
Comenzó sus estudios de cocina bien temprano aquí en Cantabria para luego pasar por diferentes escuelas y restaurantes que formarían el profesional que es hoy. Desde luego lo que más destaca él, y lo que más noto yo, es lo mucho que los viajes y otras culturas han influenciado no solo en su cocina sino también en su forma de percibir el mundo y la vida. Y es que no me cansaré de repetir lo importante que es para las personas viajar, pues abre la mente y el corazón y nos hace sentir de manera diferente.
Conversamos largo y tendido sobre este tema, sobre sus días en Colombia donde me cuenta que las personas son felices y donde tienen tiempo, a pesar de trabajar todo el día, para disfrutar de sus familiares y amigos cada segundo. Veo en su forma de contármelo que añora un poco esos viajes y a esas gentes. Pero también percibo que ahora está donde tiene y donde quiere, estar. Sorprendiéndonos con cada plato donde fusiona sus idas y venidas por el mundo con diferentes sabores, de aquí y de allá, con la cocina tradicional. Es decir, al frente de su querida Emma.
Y es ese nombre, tan directo y aparentemente tan moderno, el que me lleva a ver otra de las pasiones de este blendense: Su familia. Algo ya intuía yo, pues un nombre tan especial no se otorga a un negocio por casualidad. Emma era su abuela, aquella que le enseñó a amar la cocina y a sentir curiosidad por cada uno de los ingredientes que ella usaba. ¡Qué gran homenaje! Dice mucho de quién es él, de cómo se siente vinculado a su pequeña familia y de cómo ellos han hecho de Carlos quién es hoy en día. Me relata diferentes anécdotas de sus padres y hermana, de su tío y de su chica… pero desde luego de todas me quedo con una bien concreta: El día que su padre le animó y le dijo que era ahora o nunca. Que echara alas y montara su propio restaurante. Más padres así nos hacen falta. Que animen a los hijos a soñar y a volar.
Fue entonces cuando, tras una gran trayectoria volvió a su pueblo natal y dio rienda suelta a su creatividad, no solo en la cocina sino también en el espacio que la alberga. Comenzó de cero y desde entonces no ha dejado de crear, de evolucionar y, por supuesto, de crecer. El mismo me comenta cómo antes, al principio de su carrera, buscaba platos bien ordenados, que no saturaran y que fueran sobre todo correctos. Sin embargo, ahora busca explosión de sabor, que los ingredientes implosionen en tu paladar y sientas todo y nada a la vez. Mientras escribo estas líneas le recuerdo explicando precisamente esto, y su cara era pura magia. Se nota cuando alguien habla de aquello que llena su mundo, su corazón y su mente.
Desde luego son personas así las que hacen historia, las que llevan a un pueblo lejos gracias a su trabajo y tesón. Carlos lo logrará, estoy segura de que son muchos los éxitos que le esperan a corto y a largo plazo. No solo por que es bueno en lo que hace, sino porque el mismo aporta algo tan necesario en cualquier trabajo: ganas, talento y pasión. (También quizá un pequeño toque de locura).
Sus platos no son moda pasajera, quedarán para el recuerdo de todos los que visitamos su casa. Esa que cuida al detalle, sea cual sea el rincón, porque no hay cosa que más disfrute, además de cocinar, que ver su cocina limpia y ordenada: lista para deleitarnos a todos.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.