Cristina Lavín (Santander, 1989) tiene un entusiasmo que no deja indiferente. Su actitud, su manera de contar las cosas, transmite honestidad. Estudió Dirección de Hoteles en la Universidad Les Roches, de Marbella, y se dedicó durante años al marketing y ventas en hoteles de Miami ... y España. Pero la moda estaba dentro de ella desde bien jovencita. La semilla la puso su madre. Las telas, coloridos, texturas... Y la vida le dio la oportunidad de desarrollar ese talento innato, cuando a su marido y a ella les ofrecieron trabajo en Ciudad de México, hace ya tres años.
Allí descubrió a los artesanos de las prendas tradicionales mexicanas, los que tiñen las telas, las cortan, tejen los bordados... y se lanzó a crear su marca: Malinalli. Pero no sólo vende prendas. Detrás hay todo un apoyo y reconocimiento a la labor de estos artesanos. Además de comprar sus prendas «al precio que corresponde a su trabajo, tan laborioso», cuenta, les asesora con los patronajes, de cara a su propia venta, y les imparte cursos de finanzas básicas.
-¿Cómo surge Malinalli?
-Surge de la necesidad de compartir todo lo bonito que estaba viendo en mis viajes por México. Los colores, las telas, una gente increíble, con sus tradiciones en el vestir, que conforman la magia de este país.
-Una parte importante de la idea de su marca es el trabajo que realiza con los artesanos. ¿En qué consiste?
-Hay familias que su única fuente de ingresos es la artesanía. En muchos casos, todos se dedican a ello: unos tiñen el algodón, otros hilan, otros tejen... Viajando por México encuentras a mucha gente vendiendo estas artesanías, pero pocos de ellos son los que las crean. Mi objetivo con Malinalli fue encontrar a esos artistas, que conservan las técnicas antiguas. Me enseñan sus telas y escogemos los colores, combinaciones, rediseñamos juntos sus prendas, adaptándolas a la moda actual, manteniendo sus tradiciones, respetando su cultura y técnica de trabajo. No olvidemos que son prendas 100% hechas a mano que pueden tardar hasta seis o nueve meses en terminarlas, como el traje típico mexicano, el huipil. Se hace con telar de cintura, que se tensa a un árbol y lo van tejiendo. De esta manera les ayudamos a tener una vida más próspera. Por ejemplo, en enero impartiremos cursos de finanzas básicas y les dotaremos de asistencia médica.
«Cada vez se es más consciente del consumo tan excesivo en moda. Es mejor menos, de más calidad»
-¿Cree que la gente está dispuesta a pagar un poco más por una prenda o producto que siga la filosofía del comercio justo?
-Sin duda. Cada vez hay más público que no sólo compra porque las prendas son bonitas, sino por todo lo que conllevan detrás. Y dado que se ha puesto tan de moda el 'slow fashion', creo que cada vez es más consciente del consumismo tan excesivo en el mundo de la moda. Es mejor tener menos, de mejor calidad. La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta, por detrás de la del petróleo.
-¿Qué aprendizaje está sacando de los artesanos mexicanos?
-Su solidaridad, el respeto que tienen por la familia y sus tradiciones y costumbres, algo que cuidan mucho, y se preocupan de pasar de generación en generación. El mimo de hacer las cosas, la paciencia. Sorprende mucho también que son gente que sin tener estudios, ¡tienen unas ideas y crean unas combinaciones que es increíble! Los europeos deberíamos de respetar más a los artesanos.
-Sus prendas están triunfando entre profesionales como la periodista Nuria Roca o la diseñadora Vicky Martín Berrocal. Y todo ello sin grandes inversiones en marketing y publicidad. ¿A qué lo achaca?
-Malinalli comenzó en mayo y a los tres meses vestimos a Nuria Roca para El Hormiguero. Le gustaron tanto las prendas que se las quedó. Esto, obviamente fue un punto de inflexión. Más tarde se dio la oportunidad de que Vicky Martín Berrocal se probara nuestras prendas y que le encantaran. Esta semana estaré en el Hotel Bahía. Se puede consultar el día en mi Instagram (@malinalli_tesoroescondido).
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