Cuando la moda de pasarela no es ponible para nuestro día a día

El primer paso para crear una tendencia es entender cómo vive la gente, qué quieren y qué es importante para ellos. Un ejemplo de ello es la tendencia 'athleisure' o moda deportiva que, tras la pandemia se instaló entre nosotros y posteriormente ha llenado pasarelas y tiendas como consecuencia de aquellos meses en los ir al supermercado o teletrabajar era lo más habitual y que el chándal y las zapatillas de deporte fueron los reyes de nuestro armario.

Asimismo, los diseñadores se inspiran en películas, libros, personajes relevantes de la historia, viajes a lugares exóticos donde se sumergen en otras culturas o regresan a su infancia y a la influencia de sus orígenes. Todo ello es lo que posteriormente vemos en las pasarelas de París, Milán, Londres, Madrid o Nueva York.

Artesanal -las máquinas de coser intervienen poco-, original, a veces provocadora pero, indudablemente, arte en estado puro. Así son las piezas exclusivas de la alta costura que sirven de fuente de inspiración y de la que beben diseñadores, modistos, editores de moda, firmas de moda 'low cost' e incluso influencers. Ellos son lo que trasladan la moda a las calles y tiendas para que el consumidor final elija lo que verdaderamente llenará nuestros armarios. Pero es en el 'pret-a-porter' -término francés para denominar a la ropa fabricada en serie con un tallaje estándar y más asequible-, en la que más nos inspiramos los ciudadanos de a pie para luego comprar aquello que mejor se adapte a nuestra silueta y/o estilo de vida.

No olvidemos que una tendencia es una preferencia que se vuelve popular durante un periodo de tiempo relativamente corto. Pero para que se convierta en moda debe ser aceptado por los consumidores y, si esa tendencia no triunfa entre los posibles compradores, desaparecerá del mercado inmediatamente. Un ejemplo es el tejido denim, que llegó casi de puntillas y se quedó entre nosotros, y regresa una y otra vez ya sea en forma de jeans, camisas, vestidos, monos, bolsos e incluso calzado. Ha dejado de ser tendencia para ser moda.

Algo que he aprendido con la edad en materia de moda es a saber elegir lo que sí y lo que no ponerme. No por estar 'a la última' tenemos que ponernos todo lo que sale al mercado, por eso es importante conocer bien nuestro cuerpo y saber lo que nos sienta bien, sea tendencia o no. Confieso que algunas veces me empeño en probarme prendas que en otras mujeres me gustan pero, cuando me las pongo y me veo en el espejo, me digo: «Maribel, eso te sienta fatal…».

La suerte de la moda es que podemos elegir sólo lo que nos guste y nos favorezca para llenar nuestro armario. Como siempre os digo, me gusta elegir prendas que sean súper ponibles en distintas ocasiones. Para mí no tiene mucho sentido gastar un dineral en un look de boda, por ejemplo, para después dejarlo colgado y no volverlo a utilizar, por aquello de que no nos gusta repetir.

Afortunadamente tenemos tanta diversidad en la moda que con unos pequeños cambios (complementos y accesorios) le estaremos dando a nuestro estilismo un cambio radical, convirtiéndolo en un look totalmente diferente. Y, además, siempre nos queda la opción de unos pequeños arreglos para modificar el largo, cambiar botones, quitar o poner hombreras, suprimir volantes… De esta forma conseguiremos que lo que parece algo muy formal podamos adaptarlo en una prenda para nuestro día a día.

No cabe duda que la alta costura nos hace soñar con escenarios de lujo y fiestas de relumbrón, pero, ¿cuántos de vosotros podéis lucir en vuestra vida cotidiana alguno de los diseños que vemos en las fashion weeks? Yo no. Ni por economía (una prenda puede oscilar entre 12.000 euros y el infinito, dependiendo de la tela, adornos, horas de trabajo...), ni por nuestro estilo de vida. De esos modelos me quedo con su genialidad, su maestría y su visión de la belleza a través de las telas -que son como lienzos en blanco y nos envuelven en forma de creaciones sublimes-, pero, aquí entre nosotras, están al alcance de unos pocos y no son tan «amortizables» como nuestra moda low cost, en la que encontramos diseño a buen precio y al alcance de la mayoría.

«La moda es lo que los diseñadores te ofrecen dos veces al año. Y el estilo es lo que eliges». Lauren Hutton.