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Celia Tejada, en el patio del Molino de Tejada, en Valderredible. PABLO BERMÚDEZ

Celia Tejada: «Hay que tener iniciativa, sin miedo»

VIVIR LA MODA ·

Diseñadora de éxito en California, centra sus esfuerzos en crear un turismo de calidad en Valderredible

Mariana Cores

Santander

Domingo, 21 de noviembre 2021

Celia Tejada (Ruerrero, 1958) vuelve a Valderredible cada año. Se lo prometió a su familia cuando, con 21 años, se fue a San Francisco. Dejó el valle con sólo 13 primaveras y consiguió triunfar en el mundo del diseño en Estados Unidos. La creativa valluca ha dado conferencias junto a figuras como Hillary Clinton y, ahora, centra todas sus energías en que el mundo descubra los tesoros de la tierra en la que nació, a la vez que apuesta por sus gentes y sus productores. A través de la cultura, ha abierto el valle a artistas de todo el mundo, caso de Okuda. Su intención es crear un turismo de calidad que aporte valor a Valderredible.

-Una cántabra, nacida en Valderredible, que conquista California. ¿Cómo fue ese viaje?

-El viaje comienza con los sueños de volar, de salir de mi valle mágico, pero tan pequeño y olvidado un poco por todos, donde estaba protegida por el calor de mi familia y, al mismo tiempo, llena de deseos de conocer lo que había más lejos de la peña Camesía, con la necesidad de aprender. Así partí para Santander con 13 años y, tras estudiar delineación, me trasladé a Bilbao, donde fui la primera promoción de Diseño de Interiores en la Escuela de Diseño (IADE). En pleno bum de Marbella, me fui allí a trabajar. Al año (1979) me fui a San Francisco, donde continué con mi carrera de diseño. El mundo creativo es mi pasión. A mediados de los ochenta creé mi empresa de moda, que vendía a las mejores tiendas. Lo fantástico de Estados Unidos es que si eres emprendedor, te echan leña al fuego si te ven con ganas. Tras diez años, me dieron la oportunidad de ser la directora de un equipo creativo de una empresa muy importante americana. Ahí he estado los últimos 25 años.

-A pesar del éxito, usted siempre tuvo claro sus orígenes y que debía de cumplir con la promesa que le hizo a su familia cuando salió del valle.

-La promesa de volver cada mes de agosto para no olvidar de donde vengo y que se dieran cuenta de que el mundo no me iba a cambiar. Mi familia tenía miedo. Con los años, me he dado cuenta de la maravilla que es mantener el nido caliente y a la familia cerca. Mis hijos también disfrutan del gran lujo de tener un pueblo, Ruerrero, y de pertenecer a un valle, y esto me reconforta.

-Durante años se dedicó al mundo del diseño. Ahora sus esfuerzos se centran en poner en valor a la mujer, en sus viñedos en Napa (California) y en devolver a la vida al valle de Valderredible. Comencemos por lo primero ¿Cómo lo enfoca?

-A través de charlas y conferencias y del ejemplo. Hay que defender nuestras creencias en voz alta. Hay veces que da miedo dar ese paso, pero cuando lo haces, te das cuenta de que el campo está abierto. No cabe duda de que el mundo ha evolucionado en este sentido. Por ejemplo, mirando hacia Valderredible, creo que su gente ha cambiado mucho. Tengo de referencia a mujeres cercanas que así lo demuestran.

«Lo fantástico de Estados Unidos es que si eres emprendedor, te echan leña al fuego si te ven con ganas»

CELIA TEJADA

-Cuénteme su proyecto de los viñedos.

-En California, el vino es parte del ADN de su gente. Napa es un valle con unos vinos fantásticos. Ello hizo crecer en mí el deseo de tener un pequeño viñedo hace 29 años, junto a mi hermano. Todo empezó porque mi hermano y yo queríamos tener un pueblo, aquí, en California. Así que compramos un rancho de 40 hectáreas, con una montaña, río... La idea era que nuestros niños supieran lo que era crecer en el campo. En un terreno del rancho plantamos unas cepas de los viñedos de la familia Pesquera (Ribera del Duero), que son buenos amigos. Hacemos un vino que está muy bien. Por un lado vendemos parte de las uvas y, por otro, una pequeña parte de lo que producimos lo distribuimos a unos pocos restaurantes muy selectos. Nunca lo hicimos para ganar dinero.

-¿Está al tanto del impulso que se le está dando al vino de Cantabria?

-Estoy fascinada con el proyecto que están sacando adelante los hermanos de La Olma, de Polientes, con su vino de Camesía. Es fantástico. Es un gran orgullo ver que gente joven apuesta por el despertar de los viñedos.

- De Valderredible es de donde saca su fuerza. Es más que el lugar donde nació. ¿Cómo está ayudando a que no muera por la despoblación?

-A lo largo de los años he visto cómo nuestra gente se hace mayor, muere y los pueblos cada vez se hacen más pequeños. En contraposición, al no haber casi habitantes, el valle cada día es más bello. La zona también sufrió la emigración de su gente, en los cincuenta. Se tuvieron que ir porque era una tierra muy pobre y olvidada. Todo ello ha contribuido a que ahora sea un paraíso terrenal, pero sin gente está agonizando. Así que, junto a otras personas que apuestan por el valle, hemos tomado la iniciativa de volver a darlo vida. Hace cinco años decidí comprar el Molino de Tejada con el fin de crear una base para enseñar al mundo, a través de la cultura y la naturaleza, este valle, y poder traer a un turismo que enriquezca la zona, que aporte algo con su conocimiento, apoyando a la gente de aquí. Un ejemplo: el cocinero con tres estrellas Michelin, Jesús Sánchez, ha ayudado a Purita en su bar de Ruerrero, que heredó de su madre para mejorar su cocina. O el artista Okuda, que apoya e impulsa a la gente joven de aquí.

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