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Una nueva polémica envuelve a Shein. Si hace un mes era la cadena británica Channel 4 la que se infiltraba en algunas fábricas que producen para la marca china para desentrañar las duras condiciones de los trabajadores, ahora es Greenpeace la que acaba de sacar ... sus trapos sucios. Con un valor de mercado de 92.000 millones de euros, más que Inditex y H&M juntos, Shein se ha convertido en el mayor gigante textil del mundo con sus ventas en internet a precios muy bajos. Engancha a los consumidores con su enorme y estudiada oferta. Clona ropa de otras marcas de forma descarada, ofrece más de mil novedades diarias, trabaja con diseñadores a comisión y vende ropa muy barata. Pero detrás de los vestidos a diez euros o las camisetas a cinco, se esconde un modelo de producción, creado por Chris Xu, que ha desatado las alarmas por su impacto medioambiental.
La empresa china tiene «un modelo de negocio basado en químicos peligrosos y en la destrucción ambiental», sostiene con contundencia el informe que ha publicado Greenpeace Alemania. La ONG ha analizado 47 prendas aleatorias de la enseña en el laboratorio independiente Bremen Environmental Institute. La ropa examinada pertenece a hombre, mujer y niño, y ha sido comprada en varios de los países en los que opera la compañía. Los resultados son demoledores: arrojan que siete de las prendas, un 15%, contenían niveles peligrosos de químicos como ftalatos y formaldehídos, superando ampliamente los límites permitidos por la regulación de la Unión Europea. El resto de artículos tampoco se libran: 15 prendas tenían suficientes compuestos como para «crear cierto nivel de preocupación». Y en todas las piezas, excepto en dos, hallaron algún químico peligroso, aunque en concentraciones más bajas.
La densidad de estos compuestos representa «un riesgo potencial para los consumidores europeos», denuncia en su informe la ONG, pero también preocupan los trabajadores de la empresa, mucho más expuestos a estos componentes. El informe destaca que la compañía, con sede en Nanjing (China), «está violando las normas ambientales de la UE sobre productos químicos y poniendo en peligro la salud de las personas que consumen sus productos y que trabajan para producirlos». Fabricar prendas en menos de una semana a través de una red de hasta miles de proveedores en China, y entregarlas hasta tres veces más rápido que Zara tiene un alto coste para el planeta.
Esos artículos que no cumplen la normativa se fabricaron, según Greenpeace Alemania, con «materiales sintéticos basados en combustibles fósiles». Principalmente, los zapatos y las botas. El nivel más alto, de hecho, está en unas botas de nieve negras compradas en Suiza, con un 680% de concentración de DEHP, una sustancia que se aplica a los plásticos para hacerlos más flexibles. Además, en un tutú para niños, el laboratorio detectó «altos niveles de formol cancerígeno»: 130 mg/kg, lo que rebasa con creces el límite de los 30 mg/kg.
Esta organización, además, destaca que «los productos de Shein están hechos principalmente de plástico». «Casi el 60% de la ropa de mujer está realizada de poliéster y otros materiales derivados del petróleo como naylon, acrílico, poliuretano o elastano». De esta forma, «la industria de la moda consume ya cada año tanto petróleo como toda España». Además, «cada segundo, un camión lleno de ropa se incinera o termina en el vertedero», lamentan desde Greenpeace.
Por su parte, Shein ha afirmado que trabaja con agencias internacionales de testado para garantizar que sus proveedores externos cumplen con las normativas de Europa y EE UU. Además, la compañía ha procedido a retirar de la venta las prendas mencionadas en la investigación. Trabajar con fábricas subcontratadas, como casi todas las marcas de moda rápida, es precisamente la 'excusa' que usan los gigantes 'low cost' para no tener que rendir cuentas de forma directa ante las malas prácticas. Ocurrió hace solo unas semanas tras el documental emitido en el canal británico Channel 4, que mostraba, a través de una cámara oculta, las lamentables condiciones en varias de las fábricas chinas que suministran a Shein. Los empleados cobran 600 euros al mes por 18 horas al día. «Aquí no existen los domingos», aseguraba una de las trabajadoras, ya que solo disfrutan de un día libre al mes. Además, si cometen un error, son multados hasta con dos tercios de su salario diario: pueden perder seis euros de los diez que ganan.
Más ropa, más rápido, más barato. Las prácticas abusivas del 'fast fashion' se han convertido en un problema global. La industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo, tan solo por detrás de la industria petrolera, según informan las Naciones Unidas (ONU). La organización advierte que el sector textil produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos. Además, es responsable del 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según el Parlamento Europeo. Estos provocan un aumento de la temperatura del planeta y agravan las consecuencias del cambio climático. Por último, la producción de ropa es responsable del 20% de la contaminación mundial de agua potable.
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