Aventura, naturaleza y relax en cuatro planes en barco por el Cantábrico
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PLANES DMODA ·
Avistamiento de cetáceos, observación de aves marinas, acantilados impresionantes y un paseo en yate para conocer el mar que baña nuestra costaIratxe López
Santander
Viernes, 30 de julio 2021, 15:45
Nos hacemos a la mar para aprovechar la brisa veraniega. Sentimos la llamada de nuestros ancestros, aquellos que cruzaban los océanos en busca de ballenas o bacalao, de los aventureros que completaron vueltas al planeta sobre naos, en pos de especias o quienes cruzaron el ... charco para lograr fortuna como indianos.
Son muchas las historias que nos unen al océano, pasadas y presentes. Tienen que ver con la tradición o nuestra familia, con narraciones sobre pescadores hipnotizados por el canto de sirenas o tatarabuelos que intentaron hacer las Américas. Marinos guiados a tierra por brillantes faros o deportistas que hicieron del agua su forma de subsistir. Vivir en la costa marca carácter, suma además la posibilidad de embarcar en excursiones, para dar una vuelta mecido entre olas.
Cantabria
En la ría cántabra de Cubas, el águila pescadora vuela feliz, por eso te apuntarás a recorrer el estuario del Miera, en plena Bahía de Santander, para internarte unas cinco millas náuticas río arriba y buscarla. Hora y media de salida, 30 euros adultos y 10 menores de 12 años, con guía intérprete del patrimonio y ornitólogo, material didáctico, láminas para la identificación de fauna y prismáticos.
«Interpretaremos valores patrimoniales de ecosistemas protegidos por la Unión Europea. El estuario del Miera es una trampa nutritiva que produce gran cantidad de biomasa para que la cadena trófica de la bahía sobreviva, el complejo Dunar del Puntal, con una longitud de unos cinco kilómetros, regala lugares de ensueño donde disfrutar de un fantástico día de playa, además de albergar especies frágiles y muy especiales», comenta el guía, Carlos Sainz. En esa zona, el reino vegetal ha diseñado especies muy frágiles y exclusivas encajadas entre montañas de arena que sirven de hábitat a invertebrados y reptiles.
Habitan allí orugas de las lechetreznas que se convierten en mariposas nocturnas o lagartos verdinegros, especies de especial interés. «Remontando el río iremos acompañando la ruta del salmón atlántico, de la trucha, la lamprea o la angula, especies que realizan migraciones espectaculares. Unas, como las anguilas, desovan en el Atlántico y regresan al río a crecer; otras, como el salmón, hacen el recorrido inverso», cuenta Sainz.
Mientras navegas, el bosque de ribera se cerrará sobre la embarcación, en plan selva amazónica (o casi, con un poco de imaginación). Aporta nutrientes al río para que se desarrollen invertebrados. «Aquí la estrella es el hada del bosque, un caballito del diablo de color azul que literalmente se posa sobre los pasajeros», rememora. ¡Precioso!
Asturias
Mejor nombre no se puede tener: Ruta Los Acantilados del Infierno. A esta redactora, con eso, ya la ganarían. Cuando algo suena a misterio no suele defraudar. El recorrido abarca unas 16 millas, sale de Ribadesella y llega hasta Nueva, en Llanes, para después regresar. Parte en dirección este, divisa la costa y rocas increíbles hasta llegar a los acantilados hermanos que suenan más a historia de Caín y Abel que a la de los Grimm. Los Acantilados del Infierno están constituidos por rocas que el mar ha ido modelando a lo largo de los siglos, impresionantes esculturas naturales surgidas del agua. Podrás divisarlas mientras las barcas pesqueras faenan por la zona. Pequeñas penínsulas verticales, ofrecen su cobijo a nidos de gaviotas y cormoranes. Verás un enorme tómbolo, dos arcos de piedra que unen fragmentos de acantilado... Sobre tu cabeza volarán ratoneros y cernícalos comunes, vigilantes ante la existencia de pequeños animales que satisfagan su hambre.
La navegación continuará hacia el este para divisar playas, islotes y cuevas hasta llegar a los imponentes Bufones de Pría, fenómenos naturales originados por el efecto de la erosión del mar y la lluvia en la roca caliza. A través de grietas y chimeneas que conectan mar y tierra, a golpe del oleaje, el agua surge a presión en chorros verticales que alcanzan gran altura.
Tras el espectáculo, la embarcación, de casco rígido y neumática, se alejará algo de la costa para favorecer la visión completa de la Sierra del Cuera y los Picos de Europa. Hasta volver al punto de partida.
Vizcaya
Clásica entre las salidas disponibles, partir en busca de ballenas es lo que pretende esta propuesta desde Santurtzi o Bermeo. Observación de cetáceos y aves marinas en la mar para quien se apunte. «Navegar junto a una manada de delfines que juegan en la proa, a menos de un metro de nosotros, es una emoción indescriptible. Compartir espacio con una familia de calderones de aleta larga que parecen querer mostrarnos a sus retoños o tener la oportunidad de parar junto a una gran ballena y oír su respiración resulta sobrecogedor», aseguran los organizadores.
Lo harás con una empresa que cuenta con la certificación de excelencia y buenas prácticas de la WCA, gracias a su turismo responsable. «Poca gente se imagina el subidón de adrenalina que provoca estar junto a uno de los seres vivos más emblemáticos, grandes y amenazados del mundo. Nosotros somos los intrusos en su hábitat y ellos parecen agradecer el cuidado con su sola presencia, de una forma pacífica y majestuosa», añaden.
El plan es sencillo. Puedes apuntarte los meses de julio, agosto, septiembre y octubre. Descubrirás la fauna marina que habita en el Cantábrico a través de una singuladura de 80 millas marinas, unas ocho u nueve horas de navegación. La idea es aprender más sobre los ecosistemas que conforman nuestra plataforma litoral, el borde de los cantiles y los profundos barrancos marinos, «ricos en biodiversidad, donde viven y se alimentan las grandes ballenas, los cachalotes, los zifios y hasta las orcas», matizan. Eso sí, solo se pone rumbo al agua con previsión de viento de más de doce nudos.
Si la suerte te sonríe, a unas dos horas del puerto encontrarás al rorcual común, la segunda ballena más grande de la tierra, verás grandes cachalotes sumergirse con sus magníficas colas, reconocerás a las esquivas ballenas picudas de las especies zifios de Cuvier e incluso Sowerby o los extraños calderones de hocico boreal.
«Podemos ser testigos del avistamiento de delfines comunes, listados y mulares, o de la ballena azul, las implacables orcas e incluso los pequeños rorcuales aliblancos. Sin olvidar a los escurridizos tiburones azules, las raras tortugas bobas y un sinfín de aves marinas pelágicas, entre las que destacan alcatraces, pardelas capirotadas, págalos raberos, gaviotas enanas y de Sabine o los paíños de Wilson y Leach, entre otros. También los frailecillos y falaropos picogruesos», afirman. ¿A que te han entrado ganas de reservar ya mismo?
Guipúzcoa
El reto propuesto queda claro: ¿aún no conoces los acantilados secretos de Donostia?, pues hora de hacerlo en yate. Visibles solo desde el mar, dos horas de travesía ayudarán a descubrirlos. Lleva la toalla, podrás extenderla en la cubierta para tostarte al sol. También crema solar, el astro rey pega fuerte cuando se pone intenso. Zarparás desde el puerto de San Sebastián rumbo al este. Primero en paralelo al Paseo Nuevo, después disfrutarás la desembocadura del Urumea, las vistas del edificio del Kursaal y la playa de La Zurriola.
Al virar sobre el cabo Calabaca se presentará parte de lo que buscas, acantilados preciosos que solo son visibles desde el mar. Siguiendo esos contornos recalarás en el puerto de Pasaia, una de las entradas naturales más impresionantes de todo el Cantábrico, afrontada solo por hábiles capitanes. Mientras divisas las pequeñas casas de pescadores repletas de color podrás rememorar la estancia de Victor Hugo en la localidad. Llegó allí siguiendo la ruta entre San Sebastián y Pasaia que habrá compartido contigo acantilados, pero por tierra.
Seguro que el escritor habría disfrutado de lo lindo completándola en barco. Una vez visitado el puerto toca poner rumbo oeste para fondear en el rincón perfecto para bañarse, tomar un refrigerio y disfrutar de la tranquilidad. «Es la parte que más gusta de la excursión, además de las fantásticas vistas y la entrada a Pasaia», comenta tu capitán. De eso va esta excursión, que cuesta 60 euros por persona y regresa a la capital guipuzcoana por la Bahía de La Concha, acariciando el Peine del Viento y la isla Santa Clara.
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