El encaje de bolillos reúne a más de 700 personas de toda España en Burgos
Planes DModa ·
La cita se consolida como una de las citas más importantes del norte de España y desde la Asociación de Encajeras de Miranda de Ebro afirman que necesitan relevos para que esta técnica no se pierda
El encaje de bolillos es una forma de arte popular que ha sido transmitido de generación en generación a través de la tradición oral y la práctica y, a día de hoy, sigue contando con adeptos que siguen desarrollando habilidades excepcionales creando piezas impresionantes. Y ... este fin de semana, más de 700 personas se han dado cita en Miranda de Ebro (Burgos) en la XVII Concentración de Encajeras.
Andando, en autobús, en coches particulares o en el propio autobús urbano -fletado para la ocasión-, todas ellas mostraron su arte al público asistente compartiendo una jornada de artesanía y tradición. «He venido de paseo aprovechando esta bonita mañana y la verdad es que me ha gustado mucho. ¡Vaya derroche de creatividad y de paciencia!», celebraba Ángel, uno de los visitantes que se acercaba al encuentro por primera vez.
Organizado por la asociación de Encajeras de Miranda de Ebro, integrada por unas cuarenta bolilleras, durante la cita se pudo apreciar la exhibición de su trabajo y de sus productos, así como de los puestos de venta que congregaron a los curiosos desplazados hasta el pabellón en el que se celebró el evento. En los puestos se podían encontrar desde abanicos de encaje, a hilos para realizar los bolillos o artesanía de bolillos de plata.
Cincuenta grupos mostraron sus labores, compartieron e intercambiaron técnicas y es que, en este encuentro de encajeras, participaron grupos llegados desde diferentes rincones del Norte de España, consolidando la cita como una de las más multitudinarias del sector de todo el país. Además, hubo tiempo para la gastronomía y el ocio: un chocolate de bienvenida, bollos preñados, galletas y comida de hermandad, además de una visita guiada al Castillo de Miranda.
Durante la mañana, estuvo expuesta la mantilla que lució la Virgen de Altamira en las pasadas fiestas patronales de Lerma tras tres años de trabajo repartido entre seis encajeras. «Como siempre está todo muy bien organizado y hay un nivel increíble», reconocía Mari, otra visitante, apuntando que lo que más le ha gustado ha sido «el puesto de plata y de abanicos, y el precioso manto de la Virgen».
Una tradición que necesitará relevo
Esta edición ha sido la número diecisiete y ha venido marcada también por el parón que supuso la pandemia y que a esta asociación le ha pasado factura, especialmente, en el relevo ya que, actualmente, solo hay una niña que se haya animado a apuntarse a la asociación con el fin de intentar mantener esta tradición.
La asociación de encajeras está ya pensando en la nueva edición así como en el curso que se iniciará en el mes de septiembre y en el que esperan contar con nuevos socios. Desde la asociación animan a los hombres a unirse también a esta tradición que parece estar destinada únicamente para las mujeres.
Oficio artesanal
De origen incierto y extendido por medio mundo
El origen del encaje de bolillos es incierto y se desconoce con exactitud cómo llegó a España, pero esta técnica, cómo ha quedado demostrado este fin de semana en Miranda de Ebro, aún perdura como un oficio artesanal representando un contrapunto frente a la mecanización industrial en el sector textil. Hay escritos que aseguran que los primeros encajes se realizaron en Egipto, aunque por aquel entonces las técnicas que utilizaban eran otras.
La técnica de encaje de bolillos se desarrolló como una forma de crear adornos y decoraciones para la ropa, el hogar y la iglesia. Al principio, se usaban agujas de coser, pero se encontró que los alfileres de bolillos -al ser más largos y delgados-, eran más efectivos para crear diseños intrincados.
El encaje de bolillos se volvió muy popular en Europa durante los siglos XVII y XVIII, especialmente en países como España, Francia e Inglaterra, donde se convirtió en una actividad muy popular entre las mujeres de todas las clases sociales. Con el tiempo se extendió por todo el mundo convirtiéndose en una técnica artesanal popular y valorada en diferentes culturas.
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