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Claudia González, Joan Carlos Romero y Eugenia Iturria en la zona para gatos de Catfé que abre mañana en Santander. ROBERTO RUIZ

Una merienda entre ronroneos

Catfé ·

Mañana abre en la calle Guevara la primera cafetería con gatos de Cantabria donde pasar el rato en compañía de estos animales

Laura Fonquernie

Santander

Jueves, 10 de noviembre 2022, 07:18

Es una de esas personas que se para cuando se cruza con un gato por la calle. Es más, un día se encontró a dos y decidió quedárselos, pero seguía topándose con ellos y pensó que «había que hacer algo porque no me podía quedar con todos», cuenta Joan Carlos Romero. Así que se puso manos a la obra para sacar adelante un proyecto que abre sus puertas mañana viernes: Catfé, coffe&cats. La primera cafetería con gatos de Cantabria que se ubicará en la calle Guevara número 12, de Santander. El primer paso fue llamar a la Asociación Protectora de Gatos de Cantabria (Amigat) para colaborar con ellos y «les encantó la idea», añade. Así que los cinco gatos que ya hay en el local se los entrega el colectivo y, si algún cliente se interesa por uno de ellos, podrán iniciar las gestiones para adoptarlo. Es un proyecto para «los amantes de los gatos que, además, fomenta la adopción», explica el joven de 25 años.

El funcionamiento es sencillo. El local cuenta con dos zonas. El piso de abajo hace las veces de bar para que, quien quiera, pueda tomar algo como en cualquier otro establecimiento de hostelería. Entrada libre. La sorpresa está arriba donde se encuentra el espacio dedicado a los gatos. Es un recinto cerrado (para que no se escapen) con juguetes para que los animales se diviertan y mesas y sillas donde las personas que decidan visitarles pueda sentarse y pasar el rato. Allí se podrá tomar un café, merendar, estudiar... Pero solo un máximo de 10 personas a la vez porque «si hubiese más, los gatos se estresarían. Sería mucho ruido para ellos y lo principal es que estén cómodos», comenta Eugenia Iturria, que colabora en el proyecto junto a Claudia González.

Para entrar en la zona de los gatos habrá que pagar entrada. R. RUIZ

Eso sí, para acceder habrá que pagar una entrada que incluye una consumición y varía en función del tiempo. Los precios van desde 2 euros por una estancia de 15 minutos, el doble por media hora y hasta seis para estar 60 minutos. A partir de ahí, será posible quedarse más rato pagando 3 euros por cada hora extra. E incluso hay dos ofertas para poder quedarse toda la tarde. Cuesta 15 euros por persona e incluye tres cafés. El dinero de las entradas es clave y se destinará para el cuidado de los gatos y cubrir los gastos como el veterinario, entre otros aspectos relacionados siempre con los animales.

Junto a la protectora

En el centro del proyecto están los mininos. Por eso nace la cafetería y lo fundamental para los tres jóvenes es garantizar que están bien cuidados. Y esa ha sido una parte del trabajo detrás de estos meses de preparación. «La protectora nos llevó a sus instalaciones para que viésemos cómo les cuidaban, cómo les cambiaban la arena y luego ya nos dieron el visto bueno», explica Romero. Por ejemplo, en el piso de arriba deben tener una zona «donde no pueda entrar nadie ajeno al equipo». Ahí es donde los gatos descansan, tienen la comida y pueden entrar y salir según se encuentren más o menos a gusto en la sala. «Somos una especie de casa de acogida para ellos». Porque si alguien les visita varios días y «se enamora de alguno» puede adoptarlo: «Nosotros les derivamos a Amigat y ellos les hacen un cuestionario», dice.

Objetivo

«Es un proyecto que fomenta la adopción. Si alguien se enamora de un gato, le ponemos en contacto con la protectora»

joan carlos romero

Encargado del Catfé

Llegar hasta la apertura de Catfé ha sido un camino largo. «Encontrar el local fue lo más difícil», admite. Luego se toparon con Sanidad. A la Consejería también le sorprendió la novedad del establecimiento e hizo falta pensar bien qué permisos requerían para abrir. Y en su entorno se ha cruzado con alguna traba, pero «sabía que quería hacer esto», insiste Romero. «Y si yo no creía en el proyecto...», reflexiona. Ahora, a falta de un día para dejar entrar a los primeros clientes, Joan Carlos reconoce que está «nervioso» –e incluso durmiendo poco–, pero con «muchas ganas».

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