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El evento, que concentró a 80 mujeres, se celebró en el Hotel Bahía.

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El evento, que concentró a 80 mujeres, se celebró en el Hotel Bahía. Roberto Ruiz

Santander y punto

El Encuentro de Tejedoras reúne a 80 mujeres en una clase magistral, con sorteos y un desfile

Laura Masegosa

Santander

Domingo, 9 de marzo 2025, 20:38

Loli Canales comenzó a hacer ganchillo con apenas siete años gracias a su abuela paterna y, más adelante, con unos doce, su madre la adentró en el mundo del punto. Ahora, su mayor afición es confeccionar ropa para bebés. Considera el tejido una terapia que ayuda a reducir el estrés y a disfrutar del tiempo libre de una manera productiva y placentera. «Tejer nos relaja, nos ayuda a desconectar y nos une entre amigas». Una sensación que también comparte María Eugenia Rocillo, conocida como Maru, que se reúne con sus amigas semanalmente desde hace trece años para tejer en Limpias. Loli y Maru fueron dos de las 80 mujeres que participaron este domingo en el I Encuentro de Tejedoras de Santander celebrado en el Hotel Bahía.

Desde las 16.00 hasta las 20.00 horas, las participantes se acomodaron en mesas para tejer, charlar y compartir experiencias. Ana Villasante, promotora de la iniciativa, expresó su entusiasmo por la gran acogida del evento. «Reunir a casi cien personas no es una tarea fácil, pero aquí estamos para tejer, conocernos y poner en común nuestros conocimientos sobre patrones, lanas y colores. Esto no es solo un mundo de abuelas, es una afición en auge», afirmó.

Uno de los momentos más esperados fue la clase magistral de MJ Booh, tintorera de El Escorial, quien ofreció una visión sobre nuevas tendencias y materiales. Además, el evento contó con un desfile argumentado y varios sorteos, lo que añadió una dosis extra de emoción y sorpresas a la jornada.

«Queremos dar visibilidad a este mundo y mostrar que la creación textil manual está evolucionando», comentó Villasante. «Las técnicas han cambiado, ahora hay agujas circulares, ganchillos diferentes y métodos innovadores». La organizadora también destacó la importancia de estos encuentros como una manera de dar a conocer las novedades en materiales y técnicas, así como de fomentar el interés por el tejido en las nuevas generaciones.

Las participantes se distribuyeron en mesas mientras compartieron conocimientos.

Repartidas entre las mesas, las asistentes destacaron la importancia de estos encuentros para fortalecer la comunidad tejedora en Cantabria. Verónica López, que comenzó en el mundo del ganchillo recientemente, compartió su corta pero gratificante experiencia: «Estoy haciendo una manta para el sofá. Empecé en este mundo hace poco en el centro cívico Antonio López y me enganché rápido. Ya he hecho varios bolsos y estuches para casi toda la familia».

Por su parte, Maru, que por supuesto acudió con su grupo de Limpias, reconoció que es «bonito e importante» que se hagan estos encuentros. «Esto es una afición que muchas aprendimos de nuestras madres y abuelas, y queremos que no se pierda», confesó. También resaltó el papel de las redes sociales en la difusión del tejido a nivel internacional: «Antes costaba más encontrar a gente aficionada a tejer, pero hoy en día es facilísimo contactar con gente de otros países y aprender nuevas técnicas».

Entre las tejedoras había mujeres de todas las edades.

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Entre las tejedoras había mujeres de todas las edades.

Jerséis

Y es que, lejos de ser una tradición anticuada y olvidada, este tipo de encuentros también sirve para conocer a gente con la que compartes aficiones. Montserrat Novoa, otra de las participantes, resaltó el carácter social del evento: «Nos hemos conocido aquí y nos hemos caído muy bien. Llevo tejiendo solo un año y medio, pero me encanta». Junto a ella se sentó su amiga, Pilar Medina, que, a diferencia de Montserrat, comenzó a tejer tras jubilarse hace siete años. Ambas lucieron con orgullo jerséis tejidos por ellas mismas. «Empecé de cero y ahora no puedo parar», reconoció Pilar. Su historia es un ejemplo de cómo nunca es tarde para aprender una nueva habilidad y encontrar en ella una fuente de satisfacción personal.

El evento finalizó con una merienda, dejando en las asistentes el deseo de repetir la experiencia. «Si el resultado es positivo, habrá más ediciones», aseguró Villasante. La jornada demostró que el tejido es mucho más que una técnica manual: es una pasión compartida que sigue tejiendo lazos entre generaciones. Además de ser una actividad relajante, fomenta la creatividad y refuerza los vínculos entre quienes comparten este interés.

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