Qué es el 'sharenting' y por qué debes pensártelo dos veces antes de compartir la vida de tus hijos en internet
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Santander
Viernes, 22 de abril 2022, 17:28
A los padres siempre les ha gustado mostrar fotos de sus hijos y contar sus logros. Ahora esta costumbre se ha trasladado a las redes sociales, sobre todo Facebook e Instagram, donde revelan información acerca de menores de edad que incluye su ubicación, sus intereses ... o sus actividades (ya sea para que la familia que vive lejos los vea o para mostrar su orgullo paterno).
No obstante, compartir una imagen en internet no es igual que llevar el vídeo de las vacaciones familiares a una reunión de amigos. Todo lo que se hace en la red deja un rastro y queda registrado; es lo que se conoce como huella digital y va desde navegar por un sitio web a subir una foto a Facebook. «Poco a poco y de forma muchas veces involuntaria, se va creando una huella digital desde la más tierna infancia, mucho antes de que los hijos e hijas puedan decidir nada sobre ella, antes de que hayan comenzado a gestionarla, antes de que ellos mismos se abran una cuenta en una red social. Y esa huella digital, casi imposible de borrar, les acompañará en su adolescencia y en su vida adulta, pero no porque ellos lo hayan elegido, sino porque han sido sus padres los causantes de ella», afirma María Lázaro, docente, bloguera y autora del libro 'Redes sociales y menores. Guía Práctica'.
Es delicado publicar cualquier contenido sobre menores en internet, pero algunos padres lo hacen con mucha frecuencia, de manera que cualquiera puede reconocer a sus hijos o saber dónde estudian o viven. Es lo que, siguiendo la moda de poner un nombre inglés a ciertas actitudes o hábitos, se conoce como sharenting, una fusión de share (compartir) y parenting (paternidad) que puede causar serios problemas. Algunos influencers incluso han convertido a sus hijos en el centro de su actividad online y, por tanto, las fotos en las que los pequeños son los protagonistas son para ellos una fuente de ingresos.
No todas las redes sociales tienen la misma repercusión, pero sí hay que tener cuidado en todas ellas con la información que se comparte de los hijos. «El contenido -apunta Lázaro- se puede viralizar con mucha facilidad (lo que aumenta la exposición personal del menor) y es susceptible de descargarse o almacenarse mediante capturas (con lo que perdemos el control sobre el uso que pueda hacerse del mismo). Por eso, cuando hablamos de sharenting no cabe distinguir entre unas y otras redes sociales, porque lo importante es que el contenido que compartimos es especialmente sensible, al estar relacionado con menores de edad».
La protección a la imagen y la información relativa a los menores de edad es mucho mayor que para los adultos. Si el menor tiene 14 años o más tiene que dar su consentimiento para aparecer en las redes sociales, pero para dar cualquier dato de quienes no han alcanzado aún esa edad es necesario el consentimiento de los progenitores o titulares de la patria potestad o tutela, según la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantías de Derechos Digitales (LOPDGDD, en vigor desde 2018). En caso de padres divorciados en que los dos tienen la patria potestad, es preciso el beneplácito de ambos.
Los padres deben velar por la privacidad de sus hijos, pero al publicar con frecuencia en las redes sociales, dice la experta, «de forma inconsciente, pasan de ejercer de guardianes de la información personal de sus hijos a narradores públicos de sus vidas. Casi siempre sin tan siquiera preguntarles su opinión. Conviene tener en cuenta que el derecho al honor, la intimidad y la imagen de los menores es suyo, es decir, de los menores, y no de sus padres. Incluso aunque las imágenes o la información se compartan de forma privada, nada garantiza que no vayan a salir del círculo restringido».
Una vez que una imagen está en una red social y es accesible para cualquiera, se abren una serie de riesgos. Por ejemplo, existe la opción de que alguien pueda descargársela y manipularla para usos indeseados. Entre ellos están la pornografía, con un montaje de la cara del menor sobre una imagen de otra persona, o la suplantación de identidad. Se han detectado casos en los que otros menores han usado fotos de otros para abrirse perfiles falsos y hacer pasar a compañeras por prostitutas o acosar a un tercero.
A esto hay que añadir el ejemplo que se da a los hijos, «si somos los padres quienes desde el inicio compartimos imágenes de nuestros hijos, ¿cómo vamos a pretender inculcarles después que deben cuidar su identidad y huella digital, que no conviene que se expongan en exceso en redes sociales, que han de proteger su privacidad?», se pregunta Lázaro.
María Lázaro
Sin llegar al extremo que supone el sharenting, si se piensa compartir en las redes sociales o en cualquier otro entorno público una imagen o información de los hijos, Lázaro recomienda preguntarse antes por qué y para qué hacerlo y ofrece una serie de recomendaciones: «Es importante evitar que se les pueda reconocer e identificar, no mostrar su cara y no dar detalles ni información personal sobre ellos. Y pedirles también permiso antes de publicar nada sobre ellos, sobre todo a medida que van ganando madurez: es una forma no solo de mostrar que respetamos su intimidad, sino también de inculcarles que ellos deben a su vez respetar la de los demás. Llegará el momento en el que nos sorprenderán diciéndonos que no quieren que publiquemos en redes sociales información o imágenes sobre ellos».
Además, hay información relacionada con los menores que nunca debería aparecer en las redes sociales de los titulares de su patria potestad; en concreto, especifica la experta, «imágenes que puedan resultar comprometedoras, como el baño del bebé, o el crío en el orinal, fotos en pañales o en bañador. Pensemos también qué información adicional damos a veces de forma involuntaria, por ejemplo, una foto con el uniforme del colegio nos dice a qué colegio va; la tarta de cumpleaños nos informa sobre su fecha de nacimiento. Y por supuesto, nunca vídeos o imágenes que puedan resultar denigrantes o ponerles en ridículo, aunque a priori nos puedan parecer 'graciosas'».
Es sorprendente ver la gran cantidad de contenido de este tipo que hay en las redes sociales pero hay que pensar que una foto tan divertida puede ser motivo de burla cuando el niño llegue a la adolescencia o la edad adulta, aunque el afectado siempre puede pedir que se retiren esas imágenes alegando que van contra su privacidad, y las redes sociales ofrecen esa opción gracias a la legislación europea. De hecho, ya se han producido algunas denuncias de menores adolescentes para que sus padres borrasen el contenido en las redes sociales y no volviesen a subir información sobre ellos.
¿Quiere esto decir que no hay que compartir nada relacionado con los hijos u otros menores en las redes sociales, lo que se denomina 'sharenting responsable'? La experta considera que no: «Sí es posible compartir sobre menores en redes sociales de forma responsable, siempre que se proteja su intimidad, no demos datos personales, seamos cuidadosos, les pidamos permiso, evitemos que se les reconozca… pero no existe 'sharenting' responsable, porque el término sharenting hace referencia al exceso, a la tendencia extrema, y eso nunca se ejerce con responsabilidad. Ante la duda, lo mejor es no compartir», concluye Lázaro.
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