Unos sobaos por las zapatillas de Doncic

A sus doce años, Ainara es hincha del esloveno. Tanto que su hermana mayor destinó parte del dinero que había ahorrado trabajando este verano para regalarle dos entradas para el amistoso entre el Real Madrid y los Mavericks; ese que se había organizado para homenajear al base. Tantas veces lo había dicho que la familia se conjuró para su gran día.

Su padre, Bruno, el mismo que le contagió la pasión por la canasta, le sirvió de cómplice, pero Ainara quería más: la camiseta del ídolo. O sus zapatillas. Se inclinó por lo segundo y se llevó el material para dibujar por el camino el cartel con que pedírselas.

Un viaje a Madrid recomienda parada y fonda y en un área de descanso vieron sobaos y surgió la idea. ¿Por qué no le dices que se lo cambias? Dicho y hecho. Fueron de los primeros en llegar al WiZink. Ainara quería estar en las primeras filas. Al llegar se acodó cerca del túnel de vestuarios para ver salir a los jugadores y a la caza de firmas. Ni cinco minutos llevaba cuando el esloveno salió a calentar. Atendió a los niños que le pedían firmas, entre ellas la del Pas Piélagos que llevaba esa chica recién llegada del norte: 'Luka: te cambio tus zapatillas por unos sobaos'. El All Star lo vio y le dijo: «Al acabar el partido te las doy». Un auxiliar de los Mavericks hizo una foto de las entradas para tenerles localizados.

Al terminar el amistoso no hubo suerte. O eso parecía. «Pensábamos que se le había olvidado», reconoce Bruno. Pero no Doncic, que aún convaleciente solo pudo jugar cinco minutos en su homenaje, enfiló el túnel de vestuarios y a salvo de las miradas se descalzó, llamó al mismo auxiliar y le dio las espáis. El mensajero hizo su trabajo. Salió a la cancha, la buscó con la mirada y al ver el cartel, la señaló. Tenía algo para ella.

De pronto Ainara tenía en sus manos las playeras y pagaba encantada el tributo: los prometidos dos paquetes de sobaos embutido en una bolsa roja. Se llevó el trofeo, unas Air Jordan Doncic que casi abultan más que ella, al hotel donde hicieron noche y después de regreso a Vioño, donde ya ha anunciado que las va a guardar en una vitrina. A salvo de cualquier daño. No es para menos. Ya el mismo martes por la noche le ofrecieron 700 euros por ellas. Mil si conseguía que se las firmaran. Quizá fuera una bravuconada, pero nunca lo sabrá. Ni se planteó coger el dinero. «Es algo que va a tener mientras viva. Las playeras mueren con ella», explica su padre.

«Este es un día especial para mí, muchas gracias a todos, de verdad», había dicho Doncic antes de comenzar el homenaje. También lo fue para Ainara, que se lleva el recuerdo, las zapatillas y el orgullo de unir por un momento los destinos de Doncic y el Paspi. Los sobaos, por cierto, costaron once euros.Cinco y medio cada paquete.