Para comerte mejor

Para comerte mejor. Entre la comedia antropófaga y el cuento grotesco. Canibalismo muy humano. 'Delicatessen' es un mal sueño del que nadie quiere salir, una 13 rúe del Percebe para paladares de aperitivos visuales y sinfonía sensorial. Como comida todo vale. Ahora..., mejor que no pregunten de dónde procede la carne.

Los gourmets más finos quizás deberían abstenerse. Ante la carta de la ópera prima de Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro se recomienda tener los ojos muy abiertos y la boca cerrada. Entre los ecos hay quien dice que el origen de esta ficción salvaje, claustrofóbica, esteticista, paródica y surreal tiene su punto de partida en un viaje de Jeunet a Estados Unidos.

La comida de los hoteles le parecía tan pésima que la definía como «sabe a ser humano». Es probable que haya inspiración en 'The Delicate Delinquent' de Don McGuire, 1957. Y entre las evocaciones biográficas está la de que el cineasta vivió una temporada sobre una carnicería: el ruido al afilar los cuchillos y los cortes sobre la carne golpeada alimentaron el perfil de ese peculiar carnicero en la ficción. Imagen y sonido -su coreografía es lo mejor del filme-, compone un pentagrama de olores intuidos, sórdidas estancias y una cosmogonía particular y asfixiante en la que el humor negro es el ingrediente sustancial. Derroche e imaginación desbordante, realismo sucio pero poético, crueldad aunque ternura y, sobre todo, juego de excesos. Hay toques de ensalada Terry Gilliam y hermanos Coen, y apocalipsis a fuego lento. Los jugosos filetes de empleados vuelta y vuelta acaban con la escasez de carne. El master chef aquí es un asesino de cuchillo fácil.

El cineasta de 'Amelie' opta por la oscuridad, la extrañeza, el juego de ogros y gnomos, los primeros planos desmesurados, el emplatado entre viñetas y la grandiosa fotografía narrativa de Darius Khondji ('Seven'). Barroquismo y extravagancias plásticas, lo escatológico y lo perverso entre objetos cotidianos que hacen música. No apta para veganos.