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Premio Bocarte de Plata en la segunda edición de Santander Foodies, como buen castellonense, la cocina marinera y los arroces son una debilidad para el mejor imitador español, Carlos Latre, que además se confiesa 'foodie'. «Yo no soy artista, lo del 'show business' es solo ... una excusa para hacer giras gastronómicas».
-¿A qué sabe el bocarte de plata?
-¡Si sabe como el bocarte sin ser de plata, me conformo! Sabe muy bien porque es una faceta mía que de momento no todo el mundo conoce, pero que me apasiona.
-¿Tiene tantos paladares como registros?
-Creo que he ampliado mucho esos registros, ¡y me encanta! Pero no solo en la gastronomía, en la vida soy muy curioso. Mi madre siempre dice que nací con los ojos abiertos y que estoy siempre atento, pendiente de qué puedo aprender, qué puedo observar, qué puedo incorporar a mis registros, y la gastronomía es algo que me ha parecido siempre alucinante. Lo hablaba precisamente con Jesús Sánchez. Comparo mucho la cocina con el mundo del espectáculo porque es un show. Tu éxito no depende directamente del buen hacer, hay mil factores que influyen. Haces una función cada día, un show cada día, el público es diferente, si llueve, si no... Hay millones de intangibles que influyen. Me parece un mundo con mucha sensibilidad, con algo más que técnica sobre el plato, y culturalmente es alucinante. He aprendido muchísimo de los lugares y sus gentes, y ha sido gracias a la gastronomía.
-¿Se declara usted foodie, sibarita, gourmet, cocinillas...?
-¡Soy todo! Me encanta cocinar, me gustan los mejores manjares, los mejores vinos, ¡soy un loco del vino y absolutamente sibarita! Me encanta lo mejor, ¿a quién no? Pero también me gusta un bocadillo con lo más sencillo que tienes en casa. Digo que soy foodie porque hago viajes para comer y disfrutar. De hecho, el último sitio donde tenía echa la reserva, justo antes de la pandemia, era precisamente en el Cenador de Amós.
-¿Es más de comer o cocinar?
-Soy más de comer pero me encanta cocinar y ser anfitrión. Como de todo, no me limita nada, me lo como todo. Además del arroz, como buen castellonense que soy, me encanta cocinar un buen pescado... Cada vez le doy más valor al buen producto e intento aplicar aquello que se hace en las grandes casas de este país... Me fijo mucho en los puntos, las cocciones... Me interesan las técnicas, los tiempos, el tipo de producto, de donde viene... Pero pregunto lo justo porque esto es como la magia, hay quien siempre quiere conocer el truco... La magia es magia y en los restaurantes pasa igual...
-¿Fotografía los platos cuando va a un restaurante o cuando cocina en casa?
-Sí, pero ya lo hacía con mi cámara reflex porque en casa hemos sido siempre muy foodies... Se ha cocinado muy bien, de hecho, toda mi familia es muy cocinillas y he vivido en ciudades con importante gastronomía. Una vez ya me inicié en el mundo de la televisión, y empecé a rascar en este sector, tuve la gran suerte de poder hacer muchos amigos, también en el mundo del vino. A día de hoy muchos de mis grandes amigos, a quienes admiro, son chefs, maitres, bodegueros...
-¿Un capricho gastronómico?
-Vino a verme a una función un distribuidor de caviar y me envió una latita y me supo a gloria. ¡Fue un caprichazo!
-¿Qué es lo que más valora cuando se sienta a comer?
-La felicidad. Cuando voy a un restaurante me gusta que pasen cosas. No me gusta ir a ese tipo de sitios en los que uno no puede ni moverse. Por suerte ya no pasa. La gastronomía se ha abierto mucho, y son accesibles a la gran mayoría, no hacen falta siete másters para ir a comer a un buen restaurante. Un restaurante tiene que ser un sitio donde disfrutes y te hagan disfrutar, donde aprendas, pero sobre todo, donde te diviertas. Se trata de sentir y de gozar.
-¿Algún chef que le haya sorprendido últimamente?
-Muchos, porque voy a muchos restaurantes. Últimamente me han sorprendido los 'delivery', lo último es saber qué restaurante tiene este servicio, cómo es su packaging... Me gusta muchísimo la fusión, las locuras de Soy Kitchen, me encanta David Muñoz... Pero lo que más me sorprende es el producto. Todavía estoy pensando en la última chuleta que comí en Askua Barra, y en su steack tartar, que es de morirse. Tengo buenísima memoria para los sabores y recuerdo perfectamente el sabor de la croqueta, del niguiri, la sopa castellana, los callos o las bravas que comí en cada sitio.
-¿Algún recuerdo especial de la cocina cántabra?
-He sido muy fan siempre de la plancha de Casa Silvio, ese hacer de toda la vida, el producto recién traído del mar, ese puchero marinero... Soy nieto y sobrino de pescadores y me encanta la cocina de barca, las calderetas, los suquets, los arroces a banda que hacían en el barco... Primero se hervía todo el pescado con patatas y ese caldo, con ali oli, mezclado con una patita de pulpo... ¡Es el manjar más grande del mundo!
-¿Le veremos en algún proyecto televisivo relacionado con la cocina o la gastronomía?
-Me lo han ofrecido muchas veces pero mi gran problema es el tiempo... En todas las ediciones hemos visto compañeros de profesión como Flo, Silvia Abril, Corvacho... y lo han hecho muy bien. La gira de teatro, el musical... Es una locura pero me encantaría hacer algo relacionado con la gastronomía o los vinos, sin duda. Como productor, además, me estoy acercando cada vez más a poder hacer contenidos... El hecho de conocer tan bien la gastronomía desde dentro, y conocer a tanta gente, te da las ideas para poder hacer cosas diferentes...
-¿De no haberse dedicado al espectáculo, qué le hubiera gustado hacer?
-Yo quería ser corresponsal, contar cosas, pero ahora no te niego que me hubiera gustado acercarme a la cocina, pero es un mundo tan duro y sacrificado... Los admiro mucho. Para mí son como artistas pero que compran el lienzo, montan el lienzo, pintan el cuadro, deshacen el cuadro, limpian el taller, salen a vender el cuadro y, además, como el cuadro no se vende lo suficiente, tienen que hacer otras cosas para complementarlo. El proceso creativo es muy limitado porque tienen muy poco tiempo para ser artistas, que es lo que deberían ser. A diferencia de lo que ocurría hace años, ahora son grandes estrellas del rock'n roll y tienen un reconocimiento mundial, ya no son cocineros, ¡son chefs!
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