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Llevar una vida saludable es uno de esos propósitos que, para muchos, trae consigo la llegada del año nuevo. Sin embargo, los datos reflejan que esta preocupación dista cada vez más de ser una simple aspiración posnavideña, convirtiéndose en una de las principales metas constantes de los consumidores: según datos del estudio 'WIN World Survey 2019', al 65% de los españoles les preocupa llevar una vida saludable, un porcentaje muy superior a la media global, situada en el 54%.
Nos preocupamos por el cómo estamos ahora, por sentirnos bien, pero también nos importa la salud a medio y largo plazo y cómo afecta en ella todo lo que comemos, su composición, su procedencia y todos esos factores vinculados con nuestra alimentación, convirtiéndola en un pilar fundamental de nuestra calidad de vida. Todo ello, unido al incremento de la conciencia medioambiental que está viviendo la sociedad actual, hace que los españoles quieran apostar cada vez más por una alimentación sostenible -según la OCU, más de un 70% de los consumidores tiene presentes criterios medioambientales a la hora de consumir alimentos- y, en consecuencia, que los productos ecológicos cobren un mayor peso en la dieta diaria.
PRODUCCIÓN
Hace apenas una década para adquirir este tipo de alimentos 'bio' era imprescindible acudir a esas grandes cadenas de supermercados que, por aquel entonces, contaban con poca variedad en su stock. Sin embargo, con el cambio en las tendencias de consumo, donde también se apuesta por el producto de cercanía, ahora es muy sencillo no solo encontrarlos en cualquier lineal de supermercado sino en el pequeño comercio que también apuesta por ellos, especializándose incluso en su venta.
Porque la realidad es la que es: el consumo ecológico crece y los datos así lo demuestran. Según el 'Análisis de la caracterización y proyección de la producción ecológica española en 2020', publicado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el gasto de los españoles en productos ecológicos alcanzó en el año 2020 los 2.528 millones de euros, un 7% más con respecto al año anterior. Si lo comparamos con el gasto alimentario total, el porcentaje destinado a lo productos ecológicos se situó en un 2,48 %, indicando un crecimiento de un 10,3% respecto a 2019. A nivel consumidor, en 2020 el gasto por persona llegó a los 53,41 euros, un 6,10 % más que el registrado el año anterior.
CONSUMO
Por tipo de producto, las frutas frescas, con un 15,5% del total de la cesta 'bio', encabezan los productos vegetales ecológicos más consumidos en España, seguidos por las hortalizas frescas, con un 13,9%; el pan, galletas y bollería, que suman en conjunto un 6,6%; y el aceite y el vino que suponen el 4,4% y el 2,2%, respectivamente. En el apartado de productos 'eco' de origen animal, las carnes y derivados cárnicos son los preferidos por los consumidores con el 15% de la cesta ecológica. La lista la completan la leche y los derivados lácteos (7,5%); el pescado, marisco y sus conservas (4,2%); los huevos (2,2%); y la miel y derivados (1,2%).
Sin embargo, y a pesar de que se trata de unos datos en un claro crecimiento y que sitúan a España dentro de los diez mercados europeos que más consumen este tipo de productos, las cifras quedan lejos de igualar a los de otros países europeos. Por ejemplo, Dinamarca encabeza el ranking con una cuota de mercado ecológico del 12,1% y un gasto medio per cápita de 344 euros.
Se trata de unos índices de consumo que contrastan con aquellos que vinculan a España a una próspera producción ecológica. Y es que, tal y como se desprende de los datos estadísticos del MAPA, España ocupa el primer lugar en superficie de agricultura ecológica de la Unión Europea y está, además, entre los tres primeros productores del mundo, solo por detrás de Australia y Argentina. Si pasamos esta realidad a cifras, en total son más 2,4 millones de hectáreas la superficie destinada a la agricultura ecológica en nuestro país.
Pero, ¿qué hace de estos productos un claro aliado para aquellos consumidores que se preocupan por su salud y por la del medio ambiente? La normativa a la que esta producción está sometida y los requisitos que deben cumplir para recibir la certificación de ecológica sería una respuesta a grandes rasgos.
La limitación en el uso de pesticidas, la rotación de los cultivos, la prohibición de antibióticos para el ganado o de transgénicos son algunas de las normas básicas que se deben dar durante la producción de estos alimentos, ya sean de procedencia vegetal o animal, a los que se suman otros requisitos destinados a no dañar el entorno en el que se producen.
PRECIO
Así, se trata de alimentos más naturales, saludables y sostenibles que, además de conservar sus cualidades nutritivas, prevenir enfermedades y mejorar el sistema inmunológico, gracias a la facilidad del organismo para asimilarlos, contribuyen a la conservación del medio que les rodea, favoreciendo la biodiversidad y el desarrollo rural. Asimismo, el exhaustivo control en todas sus fases (elaboración, envasado, etiquetado, etc.) al que es sometido por la legislación europea, aseguran su máxima calidad posible.
Frente a sus bondades, las condiciones en la que se lleva a cabo la producción ecológica hacen que su precio se presente como punto de controversia. Si bien consumirlos conlleva un gasto mayor frente a los convencionales, la realidad es que para muchos la sostenibilidad y la salud son hoy en día una necesidad que justifica el esfuerzo económico.
La Cocinuca | Sergio Salas
Llevar una alimentación saludable y variada es para muchos, y por muy diversas razones, tarea imposible. Una problemática que desde hace casi una década viene solventando La Cocinuca. «Un catering de servicio a domicilio para clientes fijos», tal y como lo define su propietario, Sergio Salas, que a través de sus menús diarios o semanales ofrece una cocina tradicional, mediterránea y «casera, casera».
Se trata de una solución fácil y saludable donde el cliente dispone de dos menús del día, compuestos por dos primeros y dos segundos, ambos a elegir, y un postre. Composiciones escogidas para que sean lo más variadas y equilibradas posible y donde cobran una gran importancia los productos frescos. «Con más de 200 platos, ofrecemos una variedad de alimentación mayor que en cualquier casa o restaurante, respetando siempre las recomendaciones de los organismos oficiales de salud en cuanto a su composición y cocinado, todo de manera casera, con aceite de oliva y sin usar ningún tipo de precocinado».
Dice la OMS que la composición exacta de una alimentación variada, equilibrada y saludable viene determinada por las características de cada persona. Es por ello que en La Cocinuca ofrecen una atención personalizada a cada cliente con fichas actualizadas sobre preferencias y salud. «Contamos con dietas adaptadas a intolerancias o aptas para ciertas patologías como hipertensión, diabetes e, incluso, menús hipocalóricos para quien quiera adelgazar». Además, los platos son preparados y etiquetados con unas rigurosas medidas sanitarias.
Paredros | Jaime Azpiazu
Hablar de tratamientos dietéticos siempre ha estado ligado a seguir unas pautas marcadas por el nutricionista en función de los gustos y estilos de vida de quien lo solicita. Sin embargo, «esto no es una nutrición personalizada», explica Jaime Azpiazu, dietista-nutricionista de Paredros, «es un tratamiento dietético básico que también funciona, porque si empiezas a comer bien y a seguir unas recomendaciones básicas vas a mejorar ya que hasta entonces no lo estabas haciendo, pero no es personalizado, es asociado a la persona».
Es aquí donde Paredros da el salto hacia una nutrición más integrativa «que nos permite no solo conocer el estado de la persona sino entender cómo funciona su cuerpo y, en función de todo ello, darle lo que más le ayuda a mejorar».
Junto al asesoramiento dietético científico, «el tradicional coaching nutricional», o los test de intolerancia alimentaria, Jaime ofrece distintas pruebas orientadas a «avanzar hacia esta medicina integrativa y a conseguir una alimentación más complementaria y beneficiosa para el paciente».
Así, en su carta de servicios se encuentran el análisis de microbioma, «un estudio de la genética de los microorganismos de nuestro intestino para buscar la relación de las poblaciones bacterianas con la aparición de ciertas enfermedades»; el informe genético «que vincula una asociación de nuestros genes con el tipo de alimentación que deberíamos ingerir»; y el informe epigenético «que permite obtener una gran información a través del análisis de nuestro cabello para conseguir un equilibrio nutricional».
La Tienda del Centro | Roberto Álvarez
En una sociedad en la que lo sostenible y lo social son valores cada vez más importantes, los proyectos ecosociales de Ampros-Depersonas aportan alimentos de calidad, ricos en sabor, además de sostenibilidad ambiental e inclusión social. «Nuestro compromiso con la alimentación saludable y sostenible nos ha llevado a trabajar en diferentes proyectos que han hecho posible que los alimentos saludables, frescos, locales y sociales y las personas que los trabajan sean los verdaderos protagonistas y seña de identidad de nuestras tiendas y de los platos que servimos en nuestro catering», señala Roberto Álvarez, director-gerente de Ampros.
Su catering 'Depersonas cocinando con sentido' «apuesta por la cocina ecológica, la utilización de producto cántabro en origen, los alimentos frescos y la adecuación de los hábitos alimentarios hacia modelos más saludables». Hoy en día, elabora más de 1.500 menús diarios para colegios, residencias, menús a domicilio, etc. «Este servicio se vincula directamente a nuestro proyecto de cultivo que, con 25.000 metros cuadrados de superficie ecológica, nos convierte en uno de los mayores productores de Cantabria en ecológico y en referente estatal del sector de la discapacidad en este ámbito».
A todo ello, se suma la puesta en marcha de tres puntos de venta directa: 'La Tienda del Centro' en la C/ Martillo en Santander; 'Tienda de la Biosfera' en Hipercor-El Corte Inglés; y 'Tienda del Huerto' en MercaSantander. Allí se pueden adquirir productos ecológicos de sus huertos, platos elaborados por su catering, así como otros productos de productores de Cantabria. «Este sistema de trabajo favorece la eficiencia en los procesos de nuestra cadena de valor, la economía circular y la reducción de desperdicio, unida a evitar la pérdida de alimentos», concluye.
Bien Aparecida | José Luis Thomas
Cuidar nuestra salud, el afán por conocer el origen de los productos y poder contar con la máxima calidad en todo el proceso de elaboración se están convirtiendo en motivos de peso a la hora de la compra. En este sentido, los productos de Bien Aparecida cuentan con un factor diferenciador: su materia prima. Así pone en el mercado una gama de yogures, quesos y demás derivados lácteos elaborados con una leche «de gran calidad», resalta José Luis Thomas, al frente de la marca junto a María Antonia Salcines. «Llevamos tiempo apostando por una alimentación saludable y de calidad y lo hacemos de una manera diferente a los lácteos convencionales, porque nuestros productos son elaborados en nuestra propia granja».
Para ello, cuentan con un sistema de producción agrícola-ganadero, donde las vacas hacen pastoreo rotacional 10 meses al año. «Nuestra leche se puede considerar leche absolutamente de pasto porque la mayor parte de la ración que ingieren las vacas a lo largo del año es hierba de los prados de nuestra finca. Son vacas manejadas en semiextensivo y es el paradigma de lo que podemos llamar bienestar animal».
El resultado es una leche con grandes cualidades físico-químicas, microbiológicas y organolépticas, que son trasladadas a los productos finales. «Se ha demostrado que las vacas que pastan transmiten un perfil de ácidos grasos saludables mejor que la leche elaborada en intensivo», explica. Junto a ello, un «sabor especial» y una frescura «inigualable» ya que «los productos son preparados con leche ordeñada de menos de 12 horas», le dan un plus de calidad a la oferta de Bien Aparecida.
Utilizar aceite de oliva virgen extra, aumentar el consumo de frutas y verduras o limitar el consumo de sal en nuestra alimentación son recomendaciones que podrían encontrarse en un decálogo de alimentación saludable. Pero, frente a la importancia de la materia prima utilizada o del tipo de alimentos que ingerimos en nuestro día a día, no podemos olvidar otro aspecto que está estrechamente ligado no al qué si no al cómo comemos: la forma en la que cocinamos.
Existen distintas técnicas culinarias para preparar los alimentos y aprender las claves de cada una de ellas permitirá, no solo conseguir platos sabrosos y saludables sino también aprovechar al máximo las propiedades nutritivas de cada alimento y, por lo tanto, cuidar y mejorar nuestra salud.
En España, la forma en la que cocinamos parte, principalmente, del hervido, el asado, la plancha, el salteado, el vapor, la fritura –que si bien evita la pérdida de nutrientes, la realidad es que aumenta el valor calórico del alimento– y el microondas. Con este abanico de posibilidades, solo es cuestión de elegir cuál es la alternativa que mejor encaja para cada tipo de alimento.
Las verduras, mejor cocinadas en trozos grandes, a la plancha, cocidas al vapor o asadas, y preparadas con su piel y poca agua. En el caso de las legumbres, la mejor opción es la cocción en olla a presión y para los pescados, cada tipo presenta sus mejores características si se cocina de un modo concreto. Por ejemplo, las sardinas al horno para potenciar el sabor, el salmón al microondas para soltar su grasa, o cualquier pescado al papillote para respetar al máximo el valor nutricional.
Si hablamos de carne, la plancha, el hervido y el asado requieren un menor uso de aceite, por lo que son las opciones más sanas. Además, el guisado bien realizado –con poca cantidad de aceite y agregando verduras, hortalizas, cereales o legumbres– puede ser también una alternativa saludable. Y si bien las patatas fritas son el acompañamiento de muchos de nuestros platos, la mejor forma de cocinar el tubérculo es la cocción –entera y sin pelar– o asadas con piel para conservar sus vitaminas.
Lo cierto es que cada preparación tiene su secreto y todos y cada uno de estos factores permitirán hacer de nuestro plato un bocado más o menos saludable.
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