Los perritos calientes, del clásico americano a los más sofisticados

Estrechamente ligado a la cultura gastronómica norteamericana, especialmente a la ciudad de Nueva York y al béisbol, lo cierto es que el hot dog fue importado de Alemania por inmigrantes trabajadores allá por mediados del siglo dieciocho. Fue precisamente un carnicero alemán, Charles Feltman el primero en venderlos en un puesto en la playa neoyorkina de Coney Island. De ahí a convertirse en icono de la comida callejera solo fue cuestión de tiempo.

Su éxito se debe tanto a su facilidad para ser consumida en la calle como para ser preparada. Pero aunque simplemente sea una salchicha metida dentro de un trozo de pan y aderezada con algo de salsa, como cualquier plato, también tiene sus trucos.

El perrito original cuenta en su interior con una salchicha tipo Frankfurt o, en su defecto, vienesa de aproximadamente 15 centímetros de largura. El trozo de carne, cocida, escaldada o hecha al vapor, según la receta tradicional, nunca frita o a la barbacoa, viene recogido por un pan de forma alargada, característico por la esponjosidad de su masa y que tuvo, como misión inicial, evitar que los consumidores callejeros de salchichas se quemaran con ellas. Respecto a los condimentos, la tradición marca acompañarlo únicamente con ketchup y mostaza y, como un añadido más, queso, pepinillos o cebolla frita.

Sin embargo, al igual que ha pasado con la hamburguesa, esta especialidad culinaria ha ido evolucionando con el paso de los años hacia una nueva línea gourmet. Así, los puestos callejeros han dado paso en todo el mundo a locales especializados en elaboraciones más sofisticadas del hot dog.

El tradicional perrito se ha ido adaptando a los paladares más exigentes. Cada vez es más fácil encontrar alternativas a la carne de cerdo picada de la Frankfurt y poder optar por pavo, pollo, o incluso alguna que otra opción pensada para los vegetarianos hecha, por ejemplo, con zanahoria o tofu.

Cómo combinar la carne con el resto de ingredientes para darle un toque deluxe abre otro mundo de posibilidades que va más allá de la mostaza de Dijón. Enrollados en tocino, con huevo frito y chutney de mango, al estilo mexicano con aguacate, jalapeños y salsa Pico de Gallo, o al indio que adereza sus sabores con curry en polvo, la carta de perritos calientes abre la puerta a elaboraciones de autor capaces de hacer dudar a los más fieles amantes de la burger.