Álvaro Cunqueiro, el alquimista de la cocina...
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¡En Galicia se come muy bien! Y no es extraño que allí hayan surgido escritores a quienes el tema del condumio les resulte atractivo y gustoso; ya he hablado en ocasiones anteriores de Emilia Pardo Bazán y Picadillo, dos interesantes escritores que nos han ... acercado la cocina gallega en sus publicaciones. Pero no quiero olvidar a Álvaro Cunqueiro.
Álvaro Patricio Cunqueiro Mora nació en 1911 en Mondoñedo, ciudad episcopal por la que han pasado eminentes obispos relacionados con Cantabria como Fray Antonio de Guevara, el cardenal José María de Cos y Macho o nuestro actual obispo, Manuel Sánchez Monje. Su padre era de Cambados, pero regentó la farmacia aledaña a la catedral de Mondoñedo, en cuya rebotica había una interesante tertulia, y llegó a ser alcalde de la villa. Su madre procedía de una familia noble de la comarca. Cunqueiro es un polifacético personaje -él mismo se definió como 'jardinero en el uso del lenguaje'- que fue periodista, novelista, poeta, dramaturgo, traductor y, sobre todo, gastrónomo español, básica razón por la que le traigo a estas páginas.
Tras estudiar el bachillerato en Lugo, donde descubre su tierra en un mapa de Galicia de Domingo Fontán, y pasar por la Universidad de Santiago de Compostela, la abandonó para sumergirse en el periodismo, que no abandonó hasta el final de sus días, mientras escribía sin cesar -en gallego y castellano, como autor bilingüe-, dejando una inmensa obra literaria que le llevó a la Real Academia Gallega en 1961, en sustitución de Ramón Cabanillas, con un discurso sobre «Tesouros novos e vellos», una pieza clásica de la literatura gallega contemporánea, que lee en 1964 en su ciudad natal, Mondoñedo.
Gran tertuliano, ya en sus primeros años compostelanos, solía acudir a los cafés Derby y Español, donde coincidía con Domingo García Sabell, Gonzalo Torrente Ballester, Ricardo Carballo Calero, Francisco Fernández del Riego, Xosé Eiroa, Carlos Maside, Anxel Casal, Ramón Otero Pedrayo, etc., con alguno de los cuales compartió inquietudes literarias y políticas en el Partido Galleguista, en el que participó activamente para la consecución del Estatuto de Autonomía.
Estas incursiones en el mundo de la política, como sus años juveniles en el Partido Galleguista, le llevaron en los comienzos de la Guerra Civil a refugiarse en Ortigueira y trabajar como profesor, para después militar en Falange Española, colaborando con el régimen en diversas publicaciones y dándose de alta como periodista en 1938. En 1943 se da de baja en Falange y un año después se le llegó a retirar el carné de periodista, lo que le llevó a romper con la dictadura y volver a Galicia para sumergirse en una literatura más pegada a su tierra, pues fue un maestro de la narrativa, describiendo el alma gallega. Este coqueteo con la dictadura le llevó a la alcaldesa Carmena a intentar retirar su nombre del callejero madrileño, en base al revisionismo histórico e inquisitorial. Tiene en su haber periodístico, la colaboración en múltiples periódicos, entre ellos ABC, y estuvo muy vinculado a El Faro de Vigo, donde entró como colaborador y acabaría siendo director en la década de los años sesenta del siglo pasado.
El mundo del condumio consumió muchas de sus energías y alegrías, en la mesa y en las palabras y así nos dejó admirables textos, algunos de los cuales voy a reseñar. Cunqueiro conocía muy bien Galicia, sus gentes, sus costumbres, su huerta y su cocina y nos lo ha plasmado en cuantas ocasiones se le presentaron.
En 'La cocina cristiana de Occidente' despliega su gran erudición y nos plasma toda la cultura y la historia del occidente cristiana; es la cocina de la austeridad y de la prohibición, que generará más tarde transgresión y que aguzará el ingenio para satisfacer los gustos de la alimentación, ya en el límite de la gula. En esta obra despliega sus vastos conocimientos del arte culinario y de nuestra cultura acrisolada durante siglos, aunque trata muchos más aspectos.
Pero solo o en colaboración con otros autores nos ha dejado otras obras que siguen siendo actuales, prácticas y de gran interés, que yo mismo utilizo habitualmente cuando quiero sumergirme en el mundo de las recetas de Galicia, siguiendo también la estela de Emilia Pardo Bazán o Picadillo.
Su interés gastronómico impregna muchas de sus obras y artículos periodísticos, pero traigo a estas páginas esta trilogía que es de gran interés para quien quiera acercarse a su obra culinaria: 'La Cocina Gallega', 'Viajes y yantares por Galicia' y 'Cocina Gallega' (con Araceli Filgueira Iglesias y estudio bibliográfico de Antonio Odriozola). De todas estas obras se han hecho múltiples ediciones y, por ejemplo, ésta última tiene un interesantísimo recetario que, aunque esté en gallego, se entiende bastante bien.
Su trayectoria literaria fue reiteradamente premiada, recibiendo en 1959 el Premio Nacional de la Crítica, el Premio Nadal (1968), el Premio Frol da Auga (1979), el Premio de la Crítica de narrativa gallega (1979) y el Pedrón de Ouro (1980); también recibió el Premio Conde de Godó y en 1991 se le dedicó el Día de las Letras Gallegas. Actualmente, varios premios llevan su nombre, como el Premio Nacional de Periodismo Gastronómico y el Premio Álvaro Cunqueiro para Textos Teatrais. La propia Academia Gallega se dirigió a la Academia Sueca, muy poco antes de fallecer, solicitando para él el Premio Nobel de Literatura, ya que estaba considerado por críticos españoles como uno de los mejores estilistas del castellano, por aquello de considerarse «el jardinero en el uso del lenguaje». Y fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de Santiago de Compostela en 1980, lugar en el que no concluyó sus estudios. En Mondoñedo fue nombrado Cronista Oficial, Medalla de Oro e Hijo Predilecto.
Falleció en 1981 en el traslado preagónico desde Vigo a Mondoñedo, ciudad natal donde quiso ser enterrado, en una multitudinaria manifestación de pesar que estuvo presida por muchas autoridades del momento como el propio gobernador civil de Lugo, José Manuel Matheo, quien había dado el pésame a la familia en nombre de los Reyes de España y ostentaba la representación del entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo.
Y fue su deseo expreso que en su tumba figurase este epitafio en gallego: «Eiqui xaze alguén, que coa súa obra, fixo que Galicia durase mil primaveras máis» (Aquí yace alguien que, con su obra, hizo que Galicia durase mil primaveras más), que actualmente figura en su sepultura, junto con otra que reza, textualmente y en gallego, «Loubado seña Deus que me permitiu facerme home neste grande reino que chamamos Galicia» (Alabado sea Dios, que permitió hacerme hombre en este gran reino que llamamos Galicia).
Álvaro Cunqueiro es considerado como uno de los más importantes escritores gallegos del siglo XX, tanto en español como en gallego, cultivando todos los géneros literarios con gran maestría, especialmente el realismo fantástico en España, mientras disfrutaba con el mundo de la gastronomía, ya fuera plasmando su sabiduría en las páginas, como en el placer de la mesa.
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