La Pirula: Un mítico de Peña Herbosa que cumple 40 años

El 19 de julio de 1982, José Luis Robles, Miguel Cabaniñas y Tomás Blanco se liaron la manta a la cabeza -como suele decirse coloquialmente- y fundaron La Pirula. Un local con solera que desde tiempos inmemoriales ha sido bodega de pescadores y despacho de vinos a granel.

Eran los años 80, y en Peña Herbosa empezaba a despuntar la hora del vermut. «Fue abrir y se llenó de gente joven que venía a tomar el aperitivo y nuestras especialidades, morcilla, jijas y berenjenas rebozadas». También vermuts y cervezas de importación «porque fuimos los primeros en tenerlas», recuerda Miguel Cabaniñas.

Allí mismo, en La Pirula, en el año 1984 se gestó un movimiento cultural taurino liderado por Tomás Blanco -la peña La Pirula-, que hizo muy popular al bar. «Fue una locura convertida en genialidad. Fuimos pioneros en llevar a la plaza pitos y tambores en banderillas, toda una tradición que se mantiene».

Tomás dejó la sociedad a finales de los años 90 y le reemplazó Juan Blanco, que había comenzado como empleado en 1991. «Nuestra pretensión no fue hacernos millonarios sino disfrutar. Éramos muy jóvenes, con la idea de traspasarlo en cinco años y ya llevamos 40 años».

«No hay fórmula para el éxito. El único secreto es habernos llevado siempre bien. Es lo que verdaderamente nos ha permitido vivir y disfrutar. También hemos tenido suerte con el personal. Juntos hemos ido aprendiendo y evolucionando. ¿Hacerlo hoy? sería prácticamente imposible».

Por el momento las celebraciones del 40 aniversario quedan aplazadas para el otoño porque durante el verano les falta mucha gente. «Queremos celebrar con nuestros clientes de toda la vida y grandes amigos. Muchos han crecido con nosotros y los más veteranos vienen ahora con los nietos». A quienes sí han rendido un cariñoso homenaje ha sido a aquellos parroquianos que han desaparecido en los últimos 15 años, con una exposición de fotografías en las paredes del local.

La cocina de La Pirula ha sido siempre fiel al producto de mercado y de seleccionarlo se sigue encargando Miguel. Gran conocedor del Mercado de La Esperanza donde tuvo su propio puesto de pescado. «Todos los días voy a la plaza porque el menú y los platos especiales de la carta se elaboran en función de lo que veo, carnes, pescados y verduras».

En plena costera del bonito y el tomate no pueden faltar platos especiales con estos dos grandes productos de nuestra despensa de verano: ventresca del túnido a la plancha, solomillo de bonito a la plancha con pochado de cebolla o las albóndigas. Muy de temporada también las ensaladas de tomate con conservas de mejillones, sardinas o relanzón; y la de tomate y bonito fresco cocido; la ensaladilla de buey de mar, los bocartes y las sardinas de Santander.

La carta de La Pirula está especialmente pensada para un picoteo compartido con gran surtido de conservas, quesos de Cantabria, embutidos y platos de la huerta. De la mar: rabas de calamar; ceviche peruano de lubina, pulpo ajoarriero, merluza de pincho rebozada, bacalao pilpil, cocochas de merluza y bacalao. También pescados salvajes, preparados al horno o plancha con patata panadera o ensalada para acompañar. De la tierra, solomillo de novilla, chuletón de vaca y grandes clásicos de la casa como la morcilla de Sotopalacios, los callos, oreja de cerdo a la plancha, manitas deshuesadas, mollejas empanadas...

El menú diario, de 14 euros con tres primeros, tres carnes y tres pescados a elegir, sigue siendo la referencia todos los mediodías. Incluye bebida, postre o café y la posibilidad de tomar medio menú con un solo plato de los nueve que se ofrecen todos los días.

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