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El arándano es un producto 'estrella' dentro de los alimentos saludables –que tan de moda están–, ya que no sólo es un fruto de exquisito sabor, aroma y textura, sino también es un alimento funcional de alto valor añadido. Esta condición de producto emergente ha disparado su consumo, aunque en España no se alcancen por el momento los niveles de los países anglosajones, con una gran tradición a la hora de incluir los frutos rojos en general, y los arándanos en particular, en su alimentación diaria.
Los expertos creen que en los próximos años el consumo de arándanos en Europa, y particularmente en España, pasará de los apenas 0,180 kilos por persona/año actuales a casi un kilo, en concreto se estima en que puede llegar a 0,860 kilos por persona/año. Cifras, no obstante, aún distantes de las de otras zonas del mundo como EE UU y Canadá que demandan más de un kilo de arándano por persona/año, alrededor de 1,15 kilos.
Este contexto socioeconómico es uno de los factores que explica el crecimiento de la superficie dedicada al cultivo del arándano en el norte de España en los últimos años, algo que en Cantabria se refleja en proyectos como el de Campoberry, una empresa que nació en 2008 en Güemes de la mano de Juan Rueda, Pedro Ortiz, Eduardo López y Montserrat Rodríguez, que gestionan en la actualidad –entre propias y cedidas– unas 80 hectáreas tanto en Cantabria como en Asturias y Galicia.
Además, en la cornisa cantábrica se dan las condiciones para que el arándano se desarrolle y ofrezca rendimientos rentables: climatología con inviernos suaves –aunque el arándano soporta bien el frío de estas latitudes–, temperaturas moderadas en veranos y una humedad relativa alta.
En cuanto a los suelos, estos deben ser de textura ligera, buen drenaje y abundante materia orgánica que permite mantener la retención de humedad necesaria para el óptimo desarrollo del sistema radical. El pH del suelo óptimo se fija entre 5 y 5,5. Los mejores terrenos son praderas, sin restos de cultivos frutales o forestales, y sobre todo que no contengan herbicidas.
Campoberry en poco más de una década se ha convertido en uno de los tres mayores productores de arándanos del norte de España, habiendo pasado de unos 10.000 kg en el año 2011, cuando empezaron los primeros arbustos a producir, hasta los 310.000 kilos que se estima comercialicen este año por un montante de aproximadamente 2,5 millones de euros.
La empresa en la actualidad maneja unas 80 hectáreas entre Cantabria –principalmente en Güemes, Rasines, San Miguel de Meruelo, Villanueva de Villaescusa, Valles Pasiegos. Beranga...–, Asturias y Galicia, de las cuales once hectáreas son propias y el resto de propietarios que se las ceden para que gestionen su explotación de forma integral. Paralelamente, cada año desarrollan nuevas plantaciones, lo que permite que la actividad se incremente y que tanto en número de trabajadores fijos –12– como el de eventuales para la recogida –que este año han superado el centenar, la práctica totalidad mano de obra extranjera «porque los españoles no quieren este tipo de trabajos», comenta Eduardo López–.
En estos años, a medida que los arándanos plantados crecían, Campoberry se ha fortalecido en el ámbito de la distribución, ha abierto su producto a nuevos mercados nacionales e internacionales y, para ello, ha realizado importantes inversiones. En 2018 se dotaron de un nuevo edificio con zonas de recepción, clasificación y almacenaje de la fruta, oficinas y área de alojamiento para trabajadores eventuales.
En el año 2019, la empresa afrontó una inversión de unos 400.000 euros para dotarse de una moderna y espectacular máquina de tecnología holandesa pero fabricada en Murcia que selecciona la fruta y que realiza el trabajo de una treintena de personas.
La máquina, totalmente informatizada, recepciona la fruta que irá filtrando por procedencia y clasificando por diferentes aspectos como la dureza, el color, el grado de maduración, el tamaño y otras características como si está picada o tiene rabo, por ejemplo. Para ello, el sistema realiza nada más y nada menos que 30 fotos por fruto en milésimas de segundo y, atendiendo a sus características, clasifica ese fruto en una línea u otra. De este modo, a la trazabilidad desde el origen se suma una selección rigurosa que permite luego decidir el destino de cada lote.
El fruto que no presenta los estándares de calidad por su aspecto para ser presentado a la venta, aproximadamente el 10%, se destina a la fabricación de mermeladas o zumos, una línea esta en la que quiere profundizar Campoberry el próximo año, al tiempo que en la comercialización de arándanos deshidratados en formatos de bolsas de 100 gramos.
La producción de arándanos en Cantabria se centra entre los meses de junio y octubre, principalmente. En función de cada momento, hay variedades más tempranas y otras más tardías. La estrategia de Campoberry pasa por entrar con fuerza en el mercado en el momento en el que la zona de Huelva, un auténtico gigante en el ámbito del arándano con 60.000 tn/año frente a las aproximadamente 1.100 tn de toda la cornisa cantábrica, deja de abastecer a los grandes compradores.
Al respecto, Eduardo López destaca que «lo más importante para se competitivos en el mercado es tener fruta en cualquier momento de tu temporada. El cliente no quiere cortes en el suministro, buscan la regularidad y la seguridad, y eso nosotros lo conseguimos con unas plantaciones más enfocadas a la producción temprana y otras a la producción tardía».
En estos momentos, Campoberry produce unas 200 toneladas en ecológico –fincas propias y de asociados– y unas 100 en convencional –fruta que ofrecen otros productores para que sea comercializada desde la empresa cántabra–. El objetivo a corto plazo es llegar a las 400 toneladas y a partir de ahí estudiar si es interesante seguir creciendo.
Sus principales clientes son cadenas de distribución en España como BM, Lupa, Aldi, Día, o en Francia, como Carrefour. La diversificación proporciona estabilidad e independencia en la toma de decisiones. Las exportaciones, además de al país vecino, se centran principalmente en los mercados de Suiza, Alemania y Bélgica, aunque no faltan pedidos a menor escala para países asiáticos. La empresa de Güemes tiene un proceso de empaquetado totalmente mecanizado y el etiquetado de cada bandeja está personalizado para el cliente. En el caso de BMSupermercado, también les sirven fresa con carácter exclusivo, en torno a 10-12.000 kg. En los primeros años plantaron también frambuesa y mora, «pero hemos prescindido de ello porque si no haces una producción importante, no es rentable».
Para tener actividad durante todo el año y tener producto en momentos que sus fincas no proporcionan fruta, Campoberry está avanzando en la posibilidad de importar arándanos de Sudamérica, en concreto de Perú. De este modo, podrá ampliar el ciclo hasta que llegue al mercado la 'ola' de arándanos de Huelva.
Silió, Liérganes y Treceño
Además de empresas como Campoberry, en Cantabria hay un tejido de pequeños productores de arándanos que han convertido a este arbusto en una oportunidad de negocio y una fuente de empleo y de riqueza para el mundo rural. En el caso de Santander Berries, tres medianos productores han unido sus fuerzas para comercializar conjuntamente su fruta, que este año puede superar las 20 toneladas.
Se trata de Guillermo Sarabia, con una plantación de 2012 en Silió de casi dos hectáreas donde este año ha obtenido 9.000 kg entre mediados de junio y finales de agosto; Gonzalo Noriega, con dos hectáreas en Liérganes, donde se han recogido –un poco más tarde– otras nueve toneladas de fruta; y Diego Diez, en Treceño, con 1,5 hectáreas que se estima produzcan entorno a las cinco toneladas.
Para Guillermo Sarabia el arándano es una fruta que «tiene demanda, ésta va en aumento, porque está de moda, a la gente le gusta y además tiene muchos aspectos nutricionales positivos. Frente a la situación de hace unos años, ahora todo lo que se recoge se vende, hay un cliente que tiene entre sus prioridades el consumo del arándano».
En caso, la venta la realizan a una escala más próxima, en tiendas especializadas y a distribuidoras. Respecto al precio, en el lineal en torno a 13 euros/kg, Sarabia comenta que «este año se ha estabilizado». Y respecto a la calidad, «esta campaña ha sido muy buena, nos ha acompañado el tiempo tanto en primavera como en verano.
Finalmente, Sarabia destaca también lo que aportan estas plantaciones al medio rural, ya que este año, en lugar de recurrir a temporeros, «hemos tenido gente de la zona».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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