Bodegas Igarmi, experiencia centenaria para ampliar mercados

En el polígono industrial de Heras, en una nave de unos tres mil metros cuadrados, «que se está empezando a quedar pequeña», está Bodegas Igarmi, una empresa familiar, con 25 trabajadores, al frente de la cual están el citado Jesús Igareda, su hermano Eladio Igareda y Ángel Gutiérrez, que es el responsable de la planta. Hasta 2008, que constituyeron esta sociedad, la empresa familiar que fundó su abuelo, Antonio Igareda, en 1890, se ubicó en Peñacastillo.

Tanto de él como de su padre, Eladio Igareda Miera, aprendió las bases de un negocio que ahora, pese a las circunstancias de la pandemia que les ha afectado como a todos los que tienen entre sus principales clientes a los hosteleros, quieren implantar en otras regiones de España. Y para ello, de la mano de la experiencia de su director comercial, Gabriel Olea, están empezando a tejer en diferentes regiones de la geografía nacional una red de distribuidores especializados que les permitan dar salida a una parte de su catálogo de elaboraciones. «No podemos ir con todos los productos, ya que en un país con la tradición vitivinícola que tiene España tratar de introducir vinos sin IGP ni DOP en otras comunidades es difícil. En este sentido, lo más factible es abrir nuevos mercados con el vermut, donde tenemos un buen producto a un precio muy competitivo», destaca Eladio Igareda.

La «efervescencia» del vermut en los últimos años les ha permitido crecer con este producto, del que pueden llegar a comercializar, tanto con las variedades propias como con las elaboraciones que hacen como marca blanca para otras empresas, cerca de treinta mil litros a la semana. «Somos conscientes de que somos competitivos, porque tenemos calidad, precio, servicio, atención al cliente… y la competencia te obliga a ajustar. Con la calidad es con lo que te defiendes», señala Jesús Igareda. Por su parte, Ángel Gutiérrez, el alquimista de la casa, destaca que el problema «es que existen vermuts muy malos. Internet ha hecho mucho daño. La gente ha comenzado a experimentar y se creen que hacer un buen vermut es algo muy fácil. En el mercado hay elaboraciones destacadas, pero lo cierto es que hay muchas muy malas».

El vermut de Igarmi, que ya en 2013 obtuvo en un certamen internacional celebrado en China una medalla de oro, es uno de los emblemas de la casa. Cuentan con diferentes variedades, desde el clásico vermut rojo hasta el blanco, un reserva, un cítrico, un cóctel de vermut –receta del barman de Torrelavega Jairo Cueto– y una jalea de vermut. Luego, a partir de las preferencias de diferentes clientes, como ocurre con César Muriedas del restaurante El Pericote de Tanos, desarrollan otras 'recetas' a medida.

El desarrollo de este producto se apoya en varias marcas. Por un lado está La Cotera, cuya primera referencia es el clásico blanco de solera, un vino insignia, delicado, que no es fácil de manejar porque generalmente se sirve desde soleras/cubas en cientos de bares de la región y que requieren experiencia para que el consumo y las reposiciones no afecten a la calidad del producto final. También se embotella.

En su día, este vino procedía de Nava del Rey, pero los propietarios de los viñedos de Verdejo se alistaron con el sello de calidad Rueda y dejaron de lado esta línea de negocio. En la actualidad, Igarmi se abastece de vinos de la zona de Montilla Moriles y Huelva principalmente. Es un vino con unos 14º, que se distribuye en bares y cadenas de alimentación. Igarmi lo recibe en unos casos en rama y en otros clarificado y filtrado. En Heras realizan el coupage con uvas Jerez y Palomino.

También con la marca La Cotera comercializan un Verdejo con la DO Rueda, aunque en los últimos años cuentan con un Verdejo propio, Dejada, del que están muy orgullosos, «porque es más barato y mejor. Está teniendo una gran acogida en el mercado». Es un vino que está sometido a controles para poder poner en la etiqueta que se trata de un Verdejo.

Otra de las marcas de la casa es Los Cántabros. Con ella ponen en el mercado un tinto roble, un cosechero al que por normativa no pueden llamar crianza ni decir que la uva es Tempranillo al no ser de la DO Rioja. Está criado en madera y la uva procede de esa región, se trata de excedentes sin clarificar que se adquieren directamente a viticultores de la zona.

Con el sello de Rioja tienen un crianza joven, Vallejo Viejo, y con la DO Cigales, un rosado, Viña Carriedo, ambos embotellados en origen. Finalmente, Igarmi también comercializa orujos, licores y cremas de orujo de Liébana, con la marca Los Cántabros, «pero en este caso no lo elaboramos nosotros. Simplemente buscamos la alta calidad para poder ofrecérselo a buen precio a nuestros clientes, cerca de dos mil en Cantabria», concluye Jesús Igareda.

Finalmente, el reto de los responsables de Igarmi, además de la citada expansión de la marca y de fidelizar a sus clientes, es contar algún día con viñas propias y poder desarrollar un vino Albariño con el sello de calidad IGP Vino de la Tierra Costa de Cantabria.