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El pasado viernes, en las instalaciones enoturísticas de Bodegas Miradorio, en Ruiloba, donde cuatro días antes se celebró la primera de las jornadas del encuentro GastroCantábrico, tuvo lugar la presentación de las nuevas añadas de este proyecto que nació como un sueño en 2013 de ... la mano de Esther Olaizola y Gabriel Bueno.
En el marco de una reunión de amigos de la bodega, se presentaron las nuevas añadas de sus dos referencias más emblemáticas; Mar de Fondo 2021 y Tussío 2021, vinos de mar con personalidad cántabra.
Mar de Fondo, el vino top de la bodega, está elaborado con la mejor selección de las cuatro variedades de uva cultivadas en sus viñedos desde la primera vendimia en 2015. Mar de Fondo combina el arraigo vinícola de la costa cántabra gracias a la Hondarrabi Zuri y a la Albariño, con la intención de obtener un vino único, más complejo y aromático, que se consigue con la Godello y la Riesling. Una singular combinación con la influencia del mar como protagonista de la que se producen únicamente 8.000 botellas anuales.
El buque insignia de Bodegas Miradorio es Tussío que nace de la combinación de las variedades Hondarrabi Zuri (70%) y Albariño (30%) provenientes de 3.200 cepas de los viñedos Tussío y El Castillo. Esta referencia se presenta como la propuesta más desenfadada del proyecto Miradorio, con una fuerte influencia del Cantábrico que lo convierte en un vino fresco y aromático, con marcada personalidad y un color amarillo limón brillante. En boca desvela esencia de fruta combinada con una acidez controlada que inmediatamente te hace salivar y te proporciona una agradable frescura.
Estos vinos con un marcado carácter cántabro estuvieron acompañados de la nueva añada del vino que la propia bodega cántabra produce en tierras riojanas: Oureas 2018.
«El clima atlántico nos permite hacer vinos con una acidez difícil de conseguir en cualquier otra parte del mundo, aportándonos matices diferentes dentro del complicado y competitivo mercado enológico. Nuestra esencia, en la costa occidental de Cantabria, no puede ser otra que llevar el mar a nuestros vinos», aseguran Gabriel Bueno y Esther Olaizola. «Ese es el espíritu que inspira cada uno de nuestros pasos y la que queremos que sea nuestra distinción».
El proyecto «de cinco amantes del vino que quisieron rescatar una tradición perdida en Cantabria desde el siglo XIX», se inició con dos variedades de vid que recogen la esencia de la costa cantábrica, desde Galicia hasta el País Vasco: la reconocida Albariño, de moda en medio mundo, y la más discreta Hondarrabi Zuri, base del txakolí vasco.
Ambas uvas se adaptan perfectamente a la fuerte influencia del viento del norte y a la bravura que viene del mar, que aportan a sus vinos mayor acidez y salinidad y los dotan de esa peculiar y casi desconocida personalidad cántabra. A ellas se sumaron dos variedades menos obvias y más personales como la Godello y la Riesling, que combinadas con las anteriores aportan a los vinos de Miradorio matices de sabores y aromas probablemente únicos.
En la actualidad Bodegas Miradorio tiene en propiedad o gestiona siete hectáreas de viñedo en la zona litoral de Cantabria, pero su proyecto contempla ampliar y crecer en extensión.
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