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De Bruselas, la col
Cantabria en la Mesa ·
La hortaliza que es como un repollo en miniatura, es un buen acompañamiento de carnes y embutidos, servida bien hervidaSecciones
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La hortaliza que es como un repollo en miniatura, es un buen acompañamiento de carnes y embutidos, servida bien hervidaSuelen ser el acompañamiento ideal de diferentes tipos de carne, en algunas ocasiones ahumados, como pueden ser pequeños tacos de jamón, salchichas, etcétera. Las ... coles de Bruselas son las yemas de una planta hortense de la familia de las crucíferas, igual que el brócoli, el repollo, la lombarda y la coliflor. Perteneciente a la especie Brassica oleracea, tienen una textura firme y un color verde intenso, aunque suelen existir variedades con colores rojo y morado.
De sabor ligeramente amargo, porque tienen trazas de glucosinolato, es una planta relativamente reciente, puesto que aparecen descripciones de la misma a inicios del siglo XIX, en las cercanías de Bruselas. Su nombre vulgar es 'Choux de Bruxelles'. Parecida al repollo en su forma, globular y con hojas muy apretadas, aunque de mucho menor tamaño, generalmente no pasa de los cinco centímetros.
Simbólico nombre. El origen del nombre de la col de Bruselas se le da a esta ciudad, donde su cultivo se produjo extensamente, desde el año 1.200. Las coles fueron un alimento muy importante en el sur de los Países Bajos, por ser éstos zonas frías que toleran muy bien la planta.
Crecimiento lento. Es una planta bianual, de crecimiento lento y recolección entre octubre y comienzos de primavera.
Como el repollo, pero en pequeño. La col de Bruselas es la yema de una planta hortense de la familia de las crucíferas, igual que el brócoli, el repollo, la lombarda y la coliflor, pero de mucho menor tamaño, puesto que no pasa de los cinco centímetros.
Verde intenso. Es su color, que se va aclarando conforme se va hacia el interior, cuyo corazón es más tierno y blanco. No obstante también hay variedades en colores rojo y morado.
Clásica del invierno. Es su temporada. La hortaliza es rica en vitamina C, actuando como desintoxicante y antioxidante, contra la inflamación crónica propia de enfermedades como la artritis o el reuma. Rica en fibra, por lo que mejora el estreñimiento. Favorece el aumento de la energía y disminuye el cansancio.
El origen del nombre de la col de Bruselas se le da a esta ciudad, aunque también se cree que los romanos ya las habían cultivado en Italia. Bruselas está considerada como una de las capitales europeas de la gastronomía, con sus casi 2.000 restaurantes. Alrededor de su Grand Place hay calles con nombres muy divertidos, como Calle de la Pimienta, de la Col, del Potaje de Hierbas o de la mantequilla, entre otras.
En España es una hortaliza que cada vez se ha hecho más popular, cultivándose sobre todo en Aragón y Cataluña, aunque su producción se va extendiendo a otras zonas: Madrid y Toledo.
La col de Bruselas, de la que existen tres variedades, la llamada temprana, la mediana y la tardía, dependiendo de su maduración, suele prepararse hervida en agua y acompañada de carnes, ahumados o embutidos, entre otros.
En cuanto a su aporte nutritivo, contiene múltiples cantidades de vitaminas y sales minerales, como la Vitamina C, la B-Completa, Betacarotina, ácido fólico y calcio, potasio, hierro, sales minerales y fibra.
Están consideradas como una hortaliza clásica de invierno, así que en esta época es cuando se encuentran en el mercado. Hay que elegirlas frescas y sanas, limpias y sin parásitos ni magulladuras. Son muy nutritivas y sabrosas, aunque sus nutrientes desaparezcan en gran parte durante la cocción. En su preparación conviene no quitarles las hojas verdes exteriores, que son las que poseen más caroteno y no dejarlas en remojo, sólo lavarlas para quitarles el insecticida que puedan llevar. Cocidas, guisadas o en menestra, lo ideal es consumir dos raciones de dos a tres veces por semana.
Las células del cuerpo se fortalecen al consumirlas, con un efecto preventivo de los radicales libres responsables de un envejecimiento prematuro. A la hora de prepararlas, para evitar que toda la casa huela, como ocurre con el repollo o la coliflor, hay que poner un poco de pan con un buen chorro de vinagre encima; el mal olor se eliminará completamente. También se puede añadir una cucharada de vinagre al agua de la cocción. Y para que sean menos indigestas, un buen truco es cocerlas dos veces. Primero darlas un hervor de cinco minutos en la cacerola; después se escurren, se retira el agua y se vuelven a cocer en un agua nueva con sal, durante 20 minutos.
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